Indonesia: un Estado al servicio del imperialismo que aplica políticas genocidas
Imagen de cabecera: indígenas de Papúa Occidental denunciando los bombardeos por parte del Estado indonesio. Fuente: web de la campaña Free West Papua.
Durante la última semana ha habido dos ataques de organizaciones de liberación nacional de Papúa Occidental contra compañías mineras. El lunes 16 de octubre atacaron una mina de oro, destruyendo el campamento de los trabajadores, camiones y otra maquinaria, matando a siete personas y emboscando a una unidad de policía. El viernes 20 de octubre hubo otro ataque otro ataque contra una obra, matando a una persona e hiriendo a otros 3. La policía indonesia afirmó que los ataques se han disparado desde el año pasado.
Estas son sólo algunas de las acciones recientes del pueblo de Papúa Occidental, que lucha fieramente contra el Estado indonesio y los monopolios que actúan allí. Este año fue muy conocido el caso del secuestro que realizaron estos grupos de un piloto neozelandés, tras quemar su avión. Posteriormente exigieron el cese de todos los vuelos hacia el aeropuerto de Paro y la independencia de Papúa Occidental. Durante estos años pasados, se pueden leer numerosos casos de protestas campesinas o de proletarios de la minería, que alzan la voz contra el maltrato que sufren por parte de los monopolios y cómo el gobierno indonesio responde usando sus fuerzas represivas, incluso militares, con brutalidad contra el pueblo de Papúa Occidental.
El pueblo de Papúa Occidental fue traicionado por el imperialismo tras la Segunda Guerra Mundial, ya que tras ser una colonia de los Países Bajos, y ser ocupado por el Japón fascista, volvió a control neerlandés, declaró su independencia en el año 1961, pero en el año 1963 fue puesto “temporalmente” bajo control indonesio con supervisión de la ONU. Posteriormente se hizo un referéndum en el año 1969 para decidir si su gente quería formar parte del Estado indonesio o ganar su independencia, participando apenas 1.000 personas, bajo coacción. El imperialismo fue cómplice al aprobar la legalidad de tal referéndum y Papúa “se incorporó” a Indonesia, siendo desde este momento un territorio de muerte del gobierno indonesio, iniciando la política genocida y de limpieza étnica. La oposición local fue oprimida y expulsada de sus tierras por los proyectos mineros y por el gobierno al servicio del imperialismo. Se estima que desde estos inicios de opresión hasta el año 2016, 500.000 papuanos habrían sido asesinados.
Estas masacres y políticas genocidas no son algo propio del pasado, de la “Guerra Fría” o de la dictadura de Suharto. Son algo propio del imperialismo, ya que a día de hoy, siendo Indonesia un país semicolonial y semifeudal, y su gobierno al servicio del imperialismo, se siguen perpetrando masacres y una opresión brutal contra el pueblo papuano. Hay numerosas denuncias de actos horrendos por parte de las fuerzas represivas indonesias. Este tipo de actos no son casos aislados, sino parte de una política genocida, como denuncian numerosos activistas por los derechos democráticos y activistas del pueblo papuano.: asesinatos de niños, secuestro y asesinato de activistas, expulsiones masivas de población y sustitución poblacional con colonos procedentes de otras islas indonesias como Java, una ocupación militar firme, etc.
Por supuesto estas políticas genocidas han contado siempre con la aprobación o al menos, la mirada hacia otro lado por parte de las potencias imperialistas. Por ejemplo, en 2021 se supo el caso de cómo el imperialismo australiano, muy vinculado con las explotaciones mineras en la zona, que tenía todos los detalles de una masacre cometida, e ignoró tales informaciones y las ocultó.
El Estado indonesio tiene un gran interés en seguir oprimiendo, masacrando y negando su libertad al pueblo de Papúa Occidental. Esto es debido a que es una de las zonas con más megaproyectos mineros, ya que este territorio destaca por tener una enorme cantidad de recursos minerales. En Papúa Occidental está uno de los mayores yacimientos mineros de níquel del país, en Raja Ampat, y la que es una de las más grandes minas de oro y de cobre del mundo, Mimika. Estas enormes explotaciones mineras han recrudecido la lucha del pueblo contra el Estado y contra los monopolios, debido a los enormes problemas que genera esta minería para la población local, como expulsiones del pueblo de sus tierras, problemas de salud o destrucción de su modo de vida como contaminación de tierras, recursos pesqueros, etc. Ya hemos escrito previamente sobre la lucha del pueblo contra estos megaproyectos en Indonesia.
En los últimos años ha crecido mucho el número de grandes explotaciones mineras por todo el país, especialmente con presencia del socialimperialismo chino, que financia grandes explotaciones mineras, plantas de producción y procesado de los recursos de extraen, así como grandes infraestructuras relacionadas con el proyecto de “La Nueva Ruta de la Seda”. El gobierno indonesio encubre todo ello bajo el halo de una política nacional, propia, que refuerza la explotación de sus propios recursos y sus estrategias, basadas sobre todo en hacer uso de las grandes reservas mineras. Pero la realidad es que venden sus tierras a los imperialistas, y con ello, expulsan y masacran a los pueblos que habitan en ellas. El caso indonesio de nuevo muestra cómo los Estados y las clases dominantes de los países semicoloniales y semifeudales están al servicio y son dependientes de los imperialistas. Pero, ante ello la respuesta del pueblo es persistir en la lucha, como lleva ocurriendo en Papúa Occidental durante décadas.