Sobre la situación actual en Haití

Imagen de cabecera: manifestantes haitianos frente a las fuerzas represivas. Fuente: Ricochet media.

Recientemente se ha informado que todos los grupos y partidos políticos haitianos a excepción de uno, han acordado formar parte del Consejo Transicional, que propondrá nuevos candidatos y elegirá a un nuevo primer ministro interino para dirigir Haití. El único partido que rechazó participar fue el Partido Pitit Desalin. El anuncio ha llegado después que el Primer Ministro Ariel Henry aceptara renunciar a su cargo una vez este Consejo Transicional fuera formado, tras haber sido presionado por EEUU. Ariel Henry estaba viviendo exiliado de Haití y sin volver debido al conflicto que tiene lugar el país actualmente. La pérdida del control sobre el territorio por parte del Estado haitiano es total, cerrando incluso el puerto de la capital, Port-au-Prince, que ha presenciado combates en sus alrededores y saqueos de contenedores, y una gran operación militar por parte de los paramilitares, que han liberado a más de 4.000 presos de su encarcelamiento. Por otra parte, el medio brasileño A Nova Democracia (AND) ha señalado el buen equipamiento de las organizaciones paramilitares haitianas, con armamento procedente mayoritariamente de EEUU. Los medios burgueses señalan que todo lo relacionado con Haití es un problema de bandas y criminalidad. Pero como ha señalado recientemente el medio noruego Tjen Folket Media, el problema de Haití no son las bandas, sino el imperialismo.

Según el director de la Agencia de Alimentos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), cuatro millones de haitianos padecen una “aguda inseguridad alimentaria” y otro millón de personas está a un paso de la hambruna. Cabe destacar que Haití tiene una población de 11 millones de personas, por lo que casi la mitad del país está en graves problemas para alimentarse debidamente. Estas cifras no son consecuencia directa de la coyuntura haitiana actual, sino que son parte de la pobreza estructural de Haití, consecuencia directa de su condición de país semifeudal y semicolonial, oprimido por el imperialismo, principalmente por el yugo del imperialismo yanqui, que cuenta con un largo historial de intervenciones en el país. La siguiente intervención ya está en camino y recientemente el Secretario de Estado de Estados Unidos, Anthony Blinken, ha anunciado que EEUU contribuirá de forma directa con 300 millones de dólares a la intervención imperialista que se está preparando actualmente para ocupar el país. Ya informamos anteriormente sobre esta intervención.

Las intervenciones imperialistas han sido frecuentes durante la historia de Haití. Su subyugación y su condición de país oprimido es evidente. La economía haitiana ha estado endeudada desde los inicios de su historia como Estado. Tras la independencia formal del imperio francés a partir del año 1804 cuando los esclavos haitianos expulsaron a los colonizadores franceses, estos últimos usaron una flota de guerra para obligar a Haití a pagar una deuda de 150 millones de francos a Francia. Haití tardó 122 años en pagar esta deuda. Entre finales del siglo siglo XIX e inicios del siglo XX, empezaría la relación de subyugación de Haití hacia los intereses estadounidenses, con la entrada del capital financiero yanqui en la isla. En 1915 EEUU ocupó militarmente la isla, permaneciendo en Haití durante 19 años más. Desde ese momento los yanquis controlaron el presupuesto de la isla de forma directa hasta 1947, para segurar que Haití pagaba una nueva deuda, esta vez adquirida con EEUU. Hasta ese año, Haití estaría usando la mitad de su Producto Interior Bruto para pagar sus deudas a Francia y a EEUU. Durante el control directo yanqui, fueron aplicadas políticas de recortes sociales e inició el saqueo del país sumiéndolo en una pobreza aun más profunda de la que sufrían por los pagos a sus antiguos amos franceses.

El dominio yanqui permaneció intacto a partir de los 50, cuando abandonaron la ocupación directa de Haití, pero este último país entró en el Fondo Monetario Internacional y en el Banco Mundial, organizaciones financieras creadas y controladas por el imperialismo yanqui. Haití tiene deudas actualmente con estas instituciones financieras controladas por el imperialismo yanqui. Tras ello se realizaron graves ataques contra el pueblo que redujeron enormemente sus derechos democráticos y su acceso a servicios básicos como educación, sanidad, alimentación, etc., carencias que siguen muy presentes a día de hoy y que explican en gran medida la debilidad del pueblo haitiano ante cualquier tipo de crisis sanitaria, natural o de cualquier tipo. Para asegurar la subyugación del pueblo haitiano a los intereses del imperialismo yanqui, este último instauró un terrible régimen dirigido por sus lacayos, primero François “Papa Doc” Duvalier, y posteriormente su hijo Jean-Claude “Baby Doc” Duvalier. Un dato que puede parecer anecdótico, pero que sirve como muestra de esta subyugación total al imperialismo yanqui, es que en los años 70 Haití se convirtió en el mayor productor de pelotas de baseball del mundo, exportando 20 millones de pelotas al año. El imperialismo yanqui apoyó una dictadura brutal que bajo el mando de “Papa Doc” Duvalier, vio nacer un cuerpo paramilitar de 60.000 soldados, conocido como “Tonton Macoute”, que aterrorizaba y reprimía al pueblo tanto como fuese necesario. Con la caída de “Baby Doc” Duvalier en 1986 a manos de una revuelta popular, muchos de los dirigentes paramilitares fueron ajusticiados por el pueblo.

Tras esta revuelta el imperialismo yanqui maniobró para mantener su dominio sobre el país oprimido. El candidato oportunista Jean Bertrand Aristide se hizo con el poder en 1991, siendo primero rechazado por el imperialismo yanqui pero posteriormente aceptado. Este presidente aplicó duras medidas antipopulares en su primer mandato y fue establecido en el poder directamente por las tropas yanquis (más de 20.000 soldados), que estuvieron ocupando el país de forma directa de 1994 a 2000. Aristide, en su segundo mandato del año 2001 al 2004 aplicó nuevas duras medidas contra el pueblo. Este último se alzó contra estas medidas exigidas por el FMI, es decir, por el imperialismo yanqui, que su lacayo Aristide estaba aplicando y el lacayo del imperialismo yanqui fue derrocado en el año 2004. Los medios burgueses calificaron su derribo como un golpe de estado y una intervención de las bandas y los criminales. Tras esta revuelta el imperialismo yanqui volvió a ocupar militarmente el país junto con tropas de sus lacayos, dando paso posteriormente a las tropas del llamado “mantenimiento de la paz” o cascos azules de la ONU, entre las que las tropas brasileñas y de otros lacayos del imperialismo yanqui tuvieron un infame papel. Hubo numerosas masacres contra el pueblo haitiano, incluso se difundieron enfermedades contra el pueblo de forma intencionada, como el uso del cólera que esparcieron las tropas nepalís de Prachanda, etc. El diario AND señalaba como las fuerzas represivas brasileñas cometieron crímenes contra el pueblo haitiano y aprendieron como aplicar sus métodos terroristas contra el pueblo brasileño, especialmente cómo aplicar nuevos métodos represivos en las favelas. La Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití (MINUSTAH) duraría hasta 2017.

Los intereses del capital financiero yanqui han seguido presentes en Haití. En el año 2021 la inestabilidad creció de nuevo en el país caribeño cuando el presidente Jovenel Moïse era asesinado por mercenarios colombianos, entrenados y financiados en el marco del “Plan Colombia”, financiado por el imperialismo yanqui como parte de su plan de terror contra el pueblo colombiano y sus revueltas contra el viejo Estado. Por añadido, el imperialismo yanqui pudo aprovechar estos mercenarios para otros planes de desestabilización, como fue el caso de Haití. De esta forma, se lograba perpetuar la inestabilidad en el país, eliminar un obstáculo para poder centralizar y corporativizar el poder aun más, y así poder lidiar con las crecientes protestas y revueltas populares en el país, que podían poner en riesgo el status quo de la subyugación al imperialismo yanqui. Ariel Henry puso la primera piedra, pidiendo en 2022 “ayuda” y una intervención policial para luchar contra las bandas en Haití. Posteriormente el imperialismo yanqui ha preparado la futura intervención que tendrá lugar en el país. La intervención que se está planteando no será realizada de forma directa por el imperialismo yanqui, sino que este último usará a sus lacayos para tal propósito, tal como se realizó con la MINUSTAH. En este caso Kenia tomará protagonismo enviado miles de agentes de policía, y otros países como Benín, Bangladesh, Chad, Barbados, Belize y Antigua y Barbuda han prometido enviar tropas. El Presidente de Kenia, William Ruto, se ha mantenido fiel al imperialismo yanqui y ha dicho que mandará las fuerzas represivas cuando haya un gobierno instaurado en Haití, es decir, cuando el Consejo Transicional esté en funcionamiento. Por ello, el imperialismo yanqui finalmente ha tejido su plan de ocupación militar sobre Haití: primero debía renunciar Ariel Henry, posteriormente debía formarse el nuevo gobierno o autoridad provisional, y tras ello, se tendría legitimidad dentro del marco de la ley burguesa, para recibir a las tropas ocupantes al servicio del imperialismo yanqui. El siguiente paso será la elección de una nueva autoridad central, que aceptará de buen grado acoger a los ocupantes y servir a los intereses yanquis.

La historia de Haití es una muestra de la lucha de las naciones y pueblos oprimidos del mundo contra el imperialismo y de los innumerables crímenes y atrocidades cometidos por este último. Es una muestra de cómo los imperialistas han tratado y tratan a aquellos que se han rebelado, a aquellos que se han atrevido a luchar y a ganar. Es una muestra de cómo el pueblo haitiano lleva bregando contra el imperialismo yanqui durante todo el siglo XX y la entrada del siglo XXI, y cómo el surgimiento de los paramilitares, la miseria que sufren las masas y la ausencia total de servicios sociales, son consecuencia directa del papel del imperialismo y de sus lacayos locales en el país.

Los haitianos se atrevieron a luchar y a ganar cuando entre 1791 y 1804 se rebelaron contra los colonizadores españoles, ingleses y franceses, tomaron el poder por primera vez en la historia, y expulsaron a sus antiguos amos franceses y aboliendo la esclavitud. Desde ese momento el imperialismo ha tenido Haití en su punto de mira. La historia de Haití es la historia de un país oprimido por el imperialismo, principalmente el yanqui. Este último no sólo ha tratado el país como territorio de conquista, con múltiples ocupaciones militares e injerencias. El imperialismo yanqui también ha convertido Haití en su campo particular de pruebas en el ámbito de la contrainsurgencia, permitiendo a sus lacayos que entrenen sus tácticas y métodos contra el pueblo haitiano, para luego ponerlos en práctica contra sus propios pueblos que se rebelan en sus propios países. Ante las revueltas del pueblo haitiano durante las últimas décadas, el imperialismo no perdona y ya se está preparando para ahogar en sangre de nuevo al país. Ahora el pueblo haitiano tiene en sus manos no permitir que el imperialismo yanqui vuelva a tomar las riendas de su destino. Ahora el pueblo haitiano tiene en sus manos liberarse de los opresores imperialistas y de sus lacayos locales, y así rememorar la hazaña realizada en 1804.

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