Continúa el intento de implantar la ley del Marco Temporal

Imagen de cabecera: protesta campesina contra el Marco Temporal. “Nuestra historia no comienza en 1988. ¡Demarcación ya!”. Fuente: Rovena Rosa/Agência Brasil

En Brasil, la ley del Marco Temporal para robar tierras a los campesinos continúa. A pesar de que el gobierno de Da Silva vetó la ley, el Senado contraatacó y derribó el veto con ayuda incluso del Ministro de Agricultura, perteneciente al gobierno de Da Silva. No hubo ninguna reacción o castigo por parte del gobierno y tampoco para aquellos que cambiaron el voto. Por ello, ha habido duras críticas, incluyendo la del Consejo Indigenista Misionario (Cimi), que ha lanzado un documento en contra.

Durante el gobierno del social demócrata Da Silva no sólo no se ha derribado la ley, como prometió que haría, sino que tampoco ha derogado leyes que siguen esta misma línea y legitiman el robo de tierras por parte de latifundistas y grandes empresas, como la Instrucción Normativa n.º 09 o la Parecer 001/2017. Junto a ello, se ha vuelto al Ministerio de Justicia la atribución de declarar tierras indígenas, que no ha aprobado ninguna en todo 2023. Y por parte de la Presidencia de la República, de los 25 territorios que se pedían demarcar tan sólo ocho han sido homologados, todos en zonas que los latifundistas y las empresas extranjeras no tenían interés. AND escribe en un artículo: “Debe apuntarse que la Casa Civil parece ser centralizadora y “amortiguadora” de las reivindicaciones de los pueblos indígenas. (Porque) es en este espacio donde se discuten y se negocian los derechos indígenas junto a los grupos económicos poderosos y el parlamento”.

También reportan sobre el aumento de la represión sobre la comunidad guaraní kaiowá: “en Mato Grosso do Sul, sin una intervención efectiva y contundente del gobierno federal, la violencia (por parte de los grandes terratenientes) contra las comunidades guaraní kaiowá aumentó drásticamente. Hay narrativas de torturas, ataques a tiros, encarcelamientos ilegales, secuestros y desaparición de personas. Ni siquiera los equipos de periodistas extranjeros escaparon, víctimas de palizas. Los invasores (de zonas tribales), con sus matones, no se dejaron intimidar y desafiaron a las entidades públicas y a sus fuerzas de seguridad, imponiendo barbaridades, el gobierno federal observó todo sin mayor reacción. (Varias veces) todo lo contrario”.

Como analizamos en un artículo anterior, “Su vínculo (el del Estado latifundista-burocrático) con el semifeudalismo lleva a que el capital imperialista esté entrelazado con la propiedad de la tierra de muchas formas, y por eso se esfuerza por concentrar cada vez más el suelo en manos de terratenientes y asociativos. Como consecuencia la tierra de los campesinos pobres está siendo robada. Y en el caso de Brasil, a parte de con la del campesinado pobre, se está haciendo con el pueblo indígena y con los descendientes de los fugitivos y los Quilombolas, descendientes de los esclavos liberados de origen africano. Mediante hambruna, amenazas, secuestros, envenenamientos, desapariciones forzadas, asesinato abierto, la reacción está intentando romper su resistencia y conducirlos fuera de sus tierras. Es un asesinato sistemático del pueblo brasileño el cuál, por su proceso de desarrollo histórico, contiene un gran número de diferentes grupos étnicos. Por tanto este asesinato es en realidad un genocidio.”

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