Brasil: las masas de las favelas resisten los ataques
Se ha informado que entre la noche del 22 de junio y la mañana del 23 de junio los habitantes de la favela Três Pontes en el oeste de Rio de Janeiro, se rebelaron tras el asesinato de un trabajador durante una operación de la Policía Civil. El asesinado Guilherme Morais (22) estaba repartiendo comida cuando la operación empezó. Los policías usaron vehículos blindados, helicópteros y tropas procedentes de la Policía Militar y de la Policía Civil. También se llevaron a cabo operaciones en las favelas Antares y Aço, también en el oeste de Rio. Las masas se enfrentaron a los ataques, confrontaron con la policía, y las tropas finalmente abandonaron el barrio mientras el pueblo gritaba lemas.
La operación comenzó el jueves alrededor de las 9 de la noche con fuego de fusiles, una invasión de vehículos blindados, y helicópteros sobrevolando la zona, cuando las calles de la favela aún estaban llenas de gente, incluyendo niños. La justificación para el ataque por parte de las fuerzas armadas reaccionarias era intentar detener supuestos líderes de milicias, quienes supuestamente se estaban escondiendo en la zona. Pero no se hizo ninguna detención. Un trabajador se quejó ante la prensa: “Fue terrorífico, una verdadera locura. Los helicópteros, los disparos. Mis niños empezaron a llorar y no pudimos hacer nada en ese momento.”
Los vecinos se rebelaron momentos después de que se dieran los disparos mortales, denunciando el asesinato mientras señalaban a la policía. El herido Guilherme fue llevado al Hospital Municipal en Santa Cruz, pero no sobrevivió. Durante el asalto, una enorme multitud de habitantes rechazó a la policía cuando estaba entrando en la favela. Varios vecinos fueron heridos por disparos y fueron llevados al mismo hospital, donde los trataron y están estables. Sin embargo, el tratamiento médico fue duramente obstaculizado durante la operación policial: un equipo médico enviado a la favela para dar primeros auxilios tuvo que refugiarse en casas de los vecinos y cubrirse hasta el fin de la operación, para reducir el riesgo de ser atacados.
El pueblo finalmente expulsó a la policía de la favela, una escena que recientemente se vuelve más frecuente en las favelas de Rio de Janeiro. La policía se retiró furiosa, porque no fueron capaces de dispersar a las masas, incluso con la cantidad de granadas aturdidoras y gases lacrimógenos que dispararon. El pueblo se mantuvo fuerte y sin miedo, denunciando a los asesinos. Día tras día la policía brasileña lleva a cabo operaciones policiales contra las favelas y otras zonas pobres de la ciudad, y el acoso, la tortura y el asesinato son habituales, y no ha cambiado absolutamente nada con el nuevo viejo cabecilla, Lula.