
Editorial Semanal – Preparándonos para los nuevos combates
Publicamos esta traducción no oficial de la Editorial Semanal de A Nova Democracia publicado aquí.
Los mensajes y documentos golpistas encontrados en el celular de Mauro Cid, ex asistente de Bolsonaro, arrastrando al centro de la crisis a varios altos funcionarios en activo que se animaban mutuamente a la ruptura institucional, apuntan irreductiblemente a la corrección de este análisis de esta tribuna. Es un sinsentido, hoy, capaz de enmascarar el papel golpista, designio histórico, que sigue vigente en esta corporación visceral anticomunista reaccionaria Fuerzas Armadas Brasileñas, desde su Alto Mando (Alto Comando Forças Armadas – ACFA), que ahora pretende hacerse pasar un demócrata intachable para escapar de la desmoralización.
Pero, en realidad, el ACFA solo denegó los recursos del villano capitán [Nota del traductor: referencia Bolsonaro, quién fue capitán] porque sería desastroso en ese momento, además de ir en contra de las directrices de su “Tío Sam” y del núcleo del establishment. Pero, en el acto siguiente, utilizaron como carne de cañón a la demonizada multitud bolsonarista, en el tumulto del 8 de enero, para dejar en claro que las Fuerzas Armadas son, en realidad, el “Poder Moderador”, guardianes de la Nación y de los gobiernos de turno.
Hasta el momento se ha descubierto la existencia de un grupo virtual en una aplicación en la que varios altos mandos discutían la intervención, así como la existencia de documentos con Mauro Cid en los que se estipula paso a paso una intervención militar supuestamente desencadenado por el artículo 142 (uno de los documentos se denomina “Fuerzas Armadas como poder moderador”). Dichos soldados, en su mayoría coroneles, todos de las Fuerzas Especiales, ocuparon varios puestos estratégicos en la fuerza terrestre, sirviendo en la Escuela Preparatoria de Cadetes, en la Oficina de Seguridad Institucional, en el Centro de Instrucción de Operaciones Especiales, además de mandos de infantería claves. tropas, paracaidistas, vehículos blindados y artillería. Incluso, los mensajes más explícitos provinieron de conversaciones entre Mauro Cid y el entonces Subjefe del Estado Mayor del Ejército, coronel Jean Lawand, en el que anima al presidente a decretar la intervención militar porque el AC del Ejército no tomaría la iniciativa en un golpe, sino que se vería obligado a embarcarse en una ruptura institucional, ya que “de la División para abajo” todos estaban con Bolsonaro. Sin embargo, si esos intentos fracasan, ya no hay nadie que pueda defenderlo, y es poco probable que siga siendo elegible para las próximas elecciones.
Ahora, todo el mundo sabe que esta banda golpista que surgió de las altas esferas del Ejército es producto de este ACFA, tanto en la teoría como en la práctica. En teoría, dado que todo el currículo y los cursos de formación de las Fuerzas Armadas enseñan que les corresponde ser guardianes de la república, frente a los enemigos internos y externos, correspondiéndole a ésta, en caso de caos y roces institucionales, actuar como Poder moderador. Así piensan y se les enseña a pensar a todos los oficiales, sin excepción: desde el actual comandante hasta el simple aspirante a oficial. Ni la “Asamblea Constituyente de 1988”, ni los gobiernos oportunistas de 2002-2015 o el actual se atrevieron ni se atreven a tocar este cáncer, al contrario, le dieron terreno libre para crecer dentro de la llamada “democracia”. Así explican y justifican las Fuerzas Armadas su golpe de Estado de 1964, y todos los anteriores. Así decía el ex-comandante del Ejército, Eduardo Villas Bôas (quien es casi indiscutido en este Ejército reaccionario), en una entrevista con Pedro Bial, en 2017, que en caso de caos institucional “las Fuerzas Armadas tienen el mandato” de intervenir. (¡Es revelador que uno de los militares que envió el documento que estipulaba el paso a paso del golpe a Mauro Cid, afirmara que el texto había sido elaborado para el Curso de Comando y Estado Mayor del Ejército!).
El ACFA también es responsable en la práctica, ya que es el misma ACFA quién ha intervenido salvajemente en la vida política nacional desde 2015. Fueron los actuales miembros del ACFA quienes, en 2017, bajo las órdenes de Eduardo Villas Bôas, prepararon -como institución – una amenaza de intervención al Supremo Tribunal Federal, para que cambiara una decisión que liberaría a Luiz Inácio, luego detenido, nuevamente en libertad y en vísperas de las elecciones de 2018 – todo confesado por el propio Villas Bôas, en un libro publicado en 2021, titulado “Conversa com o comandante”. Fue esta misma ACFA la que, en noviembre de 2022, trató de “democráticas” las manifestaciones que pedían un golpe de Estado y que, en esos últimos años, bajo una fuerte articulación golpista ahora revelada, se reunió para discutir si había llegado o no el momento. vienen por una intervención militar,
Por lo tanto, los máximos responsables de que esta chusma golpista y anticomunista haya tramado una ruptura institucional son los propios generales de 4 estrellas que alborotaron a la turba refugiándola en los cuarteles, haciéndose eco de los llamados a la intervención militar e infundiendo su anticomunismo rancio. La divergencia entre la mayoría de ACFA y las hordas de extrema derecha -la razón de todos los conflictos internos- no se debe a un golpe de Estado, sino al modus operandi, ya sea por ruptura institucional o por desmembramiento de la constitución vigente, y en cuanto al momento. No es casualidad que el ACFA, en una nota, afirmara que sólo adoptará “medidas administrativas” contra militares golpistas, y aun así, sólo después de “tener conocimiento oficial de los hechos”. Por ahora, todos siguen trabajando con normalidad, en sus respectivos puestos de mando.
Ahora, naturalmente, ACFA busca distanciarse de la parte revelada de su podredumbre, lo que no cambia nada en su esencia corrupta, golpista y genocida. Las máximas autoridades siguen creyendo, y actuando, para ejercer el rol moderador, a través de veladas amenazas a la institucionalidad y chantajes a la Nación. Sin embargo, la situación creada les obliga a dar un paso atrás en sus aparentes deseos. La ofensiva contrarrevolucionaria sufrió una desmoralización, sin embargo, lejos de haber desaparecido, ante nuevos acontecimientos tiende a tornarse más enconada, pues la crisis militar seguirá desarrollándose a pasos agigantados. Cuantos más días pasan en medio de la profunda crisis del capitalismo burocrático y la descomposición acelerada del régimen político, más se debilitan los cimientos de la explotación y la opresión. Cada día está más presente el peligro de un levantamiento general contra el viejo orden, y bastan los primeros indicios de fracaso del actual gobierno para que estalle, y con él, toda la furia golpista que se incuba. Ante este peligro, a pesar de las altisonantes frases “legalistas”, los generales anticomunistas saldrán al frente para tratar de aplastar con hierro, fuego y sangre la lucha popular. Mientras tal situación no se presente, seguirán conspirando para imponer -paso a paso- la centralización absoluta del poder en el Ejecutivo bajo su tutela y fuerte restricción de los derechos y libertades democráticas. Todo con el beneplácito y el aplauso de muchos que, hoy, son los más «radicales» en criticar el golpe bolsonarista, incluida la falsa izquierda electoral que luchará por mantenerse en el gobierno.
Frente a la profundización de la crisis militar, el presidente de la República, Luiz Inácio, sabe muy bien que el germen golpista se encuentra libremente en las filas de las tres fuerzas y sus auxiliares, sabe que el ACFA no ve eso como un problema, siempre que no se convierta en insubordinación. Luiz Inácio sabe que no puede ni debe ejercer control sobre la cúpula, que no lo respeta; también sabe que, en cuanto su popularidad comience a decaer o enfrente una crisis política más profunda, el ACFA será la primera en animar y mover las piezas hacia un proceso de juicio político que llevará a Alckmin [Nota del traductor: vicepresidente del gobierno de Lula, miembro del PSB, Partido Socialista Brasileño] al Palacio del Planalto: un nuevo gobierno en sujeción absoluta a las directivas de el ACFA, que lo sustentará. Por eso, Luiz Inácio busca satisfacer los intereses centrales de las clases dominantes para no abrir una crisis mayor y, al mismo tiempo, reeditar medidas cosméticas y populistas para no perder demasiada popularidad y no desmoralizarse ante movimientos oportunistas que se prestan a ser juguetes. La crisis general, sin embargo, reduce los márgenes del gobierno, con un Congreso hostil al mismo, con un apetito voraz de poder y que provocará fuertes dolores de cabeza y potenciará la tendencia a las crisis institucionales. En algún momento, la cuerda del oportunismo se romperá como un salto en la crisis política e institucional y el ACFA retomará la ofensiva imponiendo su mando absoluto. Este es el escenario y tendencia principal de la crisis actual; lejos de estabilizarse, se presagian fuertes choques.
Las fuerzas populares deben prepararse seriamente para combatir la reacción y no cesar en su vigilancia, aún conscientes de la inevitable capitulación de este gobierno ante la ofensiva contrarrevolucionaria de el ACFA. Es necesario que todas las fuerzas democráticas levanten a las masas populares para conquistar sus intereses inmediatos, tirando de ellos con uñas y dientes, como única forma de levantarlos contra la destrucción de las libertades democráticas, y unir esto con la consigna política de “¡Abajo el golpe y los fascistas! ¡Viva la Revolución de Nueva Democracia!”.