El Estado francés incrementa la repreción contra la juventud rebelde

Imagen de cabecera: los manifestantes ataca a la policía con fuegos artificiales durante las revueltas del pasado verano. Fuente: inews.co.uk

El Estado francés incrementea la represión contra la juventud después de las revuletas que impactaron al Estado francés el verano pasado, las cuales reportamos. Especialmente la juventud inmigrante se rebeló por todo el Estado francés después del asesinato de Nahel Merzouk, quien fue un adolescente de descendencia algerina y marroquí del barrio proletario de Nanterre en París. Esta no fue la primera vez que este tipo de cosas pasan; la policía está constantemente acosando a las masas de los barrios proletarios, matandolos y tratando a la juventud proletaria como subhumanos, lo que se pudo ver en la respuesta del Estado ante las revueltas.

Asustados del potencial revolucionario de la juventud, la burguesía francesa busca aplastar la rebelión. Y una de las formas es condenar a aquellos que participaron en las revueltas. Más de 3.600 fueron arrestados y 1.300 condenados. Los juicios fueron extraordinariamente rápidos, y un 95% de ellos fueron condenados, de media a ocho meses de prisión, a pensar del hecho de que la mayoría de los condenados no tenían historial criminal previo. Ya se ha enviado a prisión a 750.

Otra medida es extender la represión a las familias y los seres queridos de aquellos que se atrevieron a rebelarse, especialmente entre los más pobres: por ejemplo, en agosto, se anunció en Val-d’Oise 29 expulsiones de “familias rebeldes” de casas sociales como castigo colectio y extrajudicial. Además, la primer ministro Elisabeth Borne ha anunciado que los padres de “delincuentes” tendrán que asistir a “cursos de responsabilidad parental”; como si los padres proletarios fueran de alguna forma peores o más irersponsables porque sus hijos se atreven a alzarse contra el aparato del Estado que sistemáticamente los oprime y mata. Según Borne, los “delincuentes” serán colocados en unidades educacionales bajo comando militar para enseñarles disciplina. En las propias palabras de Macron, el Estado francés está llamando al “orden, orden, orden” y quiere extender el “retrono de la autoridad a todos los niveles, empezando por la familia”. Así es cómo el Estado francés, el lugar de naciomiento de los ideales de la democracia burguesa, está descartando estos ideales e intentando extender su control incluso en la vida privada del pueblo sin siquiera ocultarlo. Estas son señales de cómo el Estado burgués se vuelve más reaccionario y militarizado para mantener el control sobre las masas.

El imperialismo francés también explota los pueblos de las naciones oprimidas a través de la inmigración, siendo esencial para ello. Pero al hacer esto, la contradicción entre las naciones oprimidas e imperialismo también aparece en sus fronteras, y los trabajadores franceses toman contacto con sus hermanos y hermanas de éstos países y forman también lazos estrechos de solidardiad. En un intento de controlar la situación, Macron está introduciendo más leyes reaccionarias sobre la inmigración, por ejemplo al acelerar los procesos de deportación para presionar a los inmigrantes a aceptar cualquier cosa, y ser “más selectivos” en la inmigración; eso es, deshacerse de aquellos que crean problemas o que son una “carga” para el Estado, y tomar aquellos que pueden ser explotados al máximo.

La explotación, represión y militarización creciente muestra que la burguesía francesa no es capaz de gobernar como antes, y por otra parte, las masas de los banlieues se rebelan, mostrando que no queiren vivir como antes. Todas estas medidas represivas lo que harán será darle maś fuerzas a la rebelión.

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