Editorial semanal – Extrema derecha bolsonarista mandó matar a Marielle

Publicamos la traducción no oficial del artículo encontrado en A Nova Democracia publicado aquí

En una delación premiada, el ex-policía militar Élcio Queiroz (ver relación con Bolsonaro) afirmó que Ronnie Lessa ejecutó a la concejala Marielle Franco y a su chófer el 14 de marzo de 2018, en Rio de Janeiro. Según el denunciante, habría sido quien dirigía la operación quien le quitó la vida a ambos.

En su testimonio, Élcio afirmó que Ronnie le contó sobre la operación de Año de Nuevo de 2017. El atentado, efectuado en marzo de 2018, ya se había intentado a finales de 2017, pero sin éxito. Élcio dio algunos detalles de la operación del atentado, y confirmó la participación del ex-bombero militar Maxwel Simões Corrêa y de Edilson Barbosa dos Santos como responsables de la vigilancia de la rutina de la ex-concejala y para hacer desaparecer el vehículo utilizado en el atentado (respectivamente). El ex-policía militar Edmilson Oliveira da Silva (“Macalé”), quien hizo de intermediario en la relación entre el director y el ejecutor Ronnie Lessa, ya fue ejecutado en una emboscada en 2021, en una “quema de archivos”.

La nueva información sobre el caso Marielle Franco sólo refuerza lo que todos los demócratas ya saben: se trató de un crimen político ambicioso, ejecutado por un operativo organizado y experimentado. Son absurdas todas las tesis que buscan dar respuestas circunstanciales o centradas en la figura de la concejala, como la que defiende que la muerte fue ordenada porque Marielle habría sido una “piedra en el zapato” de los paramilitares. No, ninguna de esas tesis se sustentan.

El hecho objetivo es que en ese distrito, dependiendo de las elecciones presidenciales de 2018, la candidatura de Bolsonaro había reunido a toda la basura de extrema derecha para practicar actos de provocación para hacer imposible la realización de aquel pleito mediante la creación del máximo caos y justificar la intervención militar, que abriese camino a la instalación de un régimen militar. En ese intento, sus artimañas para controlar completamente el aparato de Seguridad Pública del estado de Río, incluido el sistema penitenciario, su banco de negocios lucrativos, fueron amenazados por la intervención federal del general Braga. Por lo tanto, la ejecución cobarde de Marielle Franco fue un acto de “arrojar un cadáver” sobre la mesa del interventor, en una demostración de descontento de este sinvergüenza ultraderechista por mantener su control absoluto de ese aparato policial-militar y de los territorios controlados por sus sanguinarias mafias, mal llamadas “milicias”. ¿Pero por qué Marielle? Para dejar patente que ese vergonzoso acto tenía una autoría de extrema derecha, por ser ella una mujer negra de la favela, abiertamente homosexual y diputada militante de un partido de “izquierda”, es decir, alguien que reunía un conjunto de condiciones y valores abominables para ese aberración fascista innombrable, en ese momento marchaba, la candidatura de Bolsonaro.

Basta echar una mirada atrás. Ronnie Lessa y Élcio están vinculados a las fuerzas paramilitares de extrema derecha de Río de Janeiro (milicias). Lessa, por su parte, casualidad o no, vivía en el mismo condominio que Jair Bolsonaro, en Barra da Tijuca, y ya existía cierto grado de parentesco entre ambos: la hija del asesino de Marielle salía con el hijo menor de Bolsonaro. Recordemos también que al inicio de las investigaciones, Ronnie Lessa afirmó que quien ejecutó a Marielle fue Adriano da Nóbrega, entonces jefe del grupo paramilitar “Oficina del Crimen”, y que su madre y esposa ya trabajaban en la oficina de Flávio Bolsonaro. Adriano fue ejecutado, en una operación coordinada entre la Policía Militar de Río y Bahía, en 2020, en lo que fue denunciado por su esposa como “quema de archivos”. En escuchas telefónicas, se descubrió que después de tal operación, miembros de la “Oficina del Crimen” habrían tomado contacto con “Jair”, “presidente” o “hombre en la casa de cristal”, según sus códigos. Las escuchas no pudieron ser retomadas, ya que posiblemente involucraría al entonces presidente, lo que iría más allá de la competencia del Ministerio Público.

Ahora bien, ¿queda todavía alguna duda de que la ejecución de Marielle Franco tiene una conexión directa con las fuerzas de extrema derecha y con quienes tienen poder de mando y razones políticas? Tales fuerzas trabajaron, desde entonces, para precipitar el caos social que obligaría y justificaría una “intervención militar” (golpe de Estado militar) por parte del Alto Mando de las Fuerzas Armadas. Este no es exactamente el modus operandi histórico de la extrema derecha: ¿realizar atentados para crear el caos y la fuerza y justificar el cierre del régimen? Incluso si hay un castigo para alguien que ordenó el cruel asesinato de Marielle (quien, por supuesto, será presentado como el jefe de todo el plan), no habrá nada que celebrar. Además, el director que sin duda seguirá siendo irrevelable. Hay que denunciar a la opinión pública verdaderamente democrática que durante décadas amamantó a todas estas fuerzas de extrema derecha: esa misma vieja democracia corrupta y opresora de nuestro pueblo. Lo hizo al no castigar nunca los crímenes del régimen militar fascista –cuyas organizaciones anticomunistas de entonces son el origen de estas anomalías actuales y sus grupos paramilitares, y que desembocó en la campaña de Bolsonaro del 8 de enero. Fue en esta vieja democracia que explotó el número de genocidios, principalmente negros y pobres en operaciones de guerra contra ellos en las favelas y áreas rurales de todo Brasil, al mismo tiempo que tanto se ha dicho sobre la “representación en los espacios de poder” para desviar la revuelta de las masas al camino institucional que legitima el genocidio del viejo Estado y los somete. El camino parlamentario resultó ser completamente cretinismo electoral, sus cínicos agentes vendiendo ilusiones y haciendo malabarismos con los errores y desgracias de las masas populares. Puede decirse que Marielle fue víctima, a la vez, de la extrema derecha armada y de la ilusión con esta vieja democracia genocida.

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