Brasil: Comunicado de la LCP sobre la guerra en el campo
A continuación publicamos una traducción no oficial de una declaración por parte de la Liga de los Campesinos Pobres (LCP).
Los paramilitares bolsonaristas están llevando su guerra cobarde al campo, ¡y guerra es lo que vais a tener!
Autodefensas campesinas enfrentan y derrotan ataque de las hordas paramilitares de “Invasão Zero”
“Las vallas de mi tierra, ai ai
Nadie puede siquiera imaginar moverse, ai ai,
Los cables están hechos de balas, ai ai
y los muros de la cerca con rifles, ai ai”.
(de la canción Ladrão de terra , de Jacó y Jacozinho)
El movimiento bolsonarista “Invasão Zero” llevó a cabo otro de sus ataques terroristas contra las masas del campo. En varias regiones del país, este grupo paramilitar, financiado por terratenientes, con el apoyo político de “autoridades” del viejo Estado y el apoyo militar de la Policía Militar y la Policía Civil, armados hasta los dientes, ha atacado las movilizaciones de los campesinos, quilombolas y pueblos indígenas. En 2024, reuniendo un gran número de camionetas con bandas armadas, la “Invasão Zero” atacó a campesinos desarmados en Pará, impidiendo una recuperación justa de las tierras. En Bahía, con el apoyo del primer ministro del gobierno del PT, atacó una movilización indígena y asesinó al compañero Nega Pataxó. A principios de año, en Rondônia, en el municipio de Machadinho D’Oeste, más de 100 hombres armados sin bandera rodearon un campamento, capturaron a los campesinos, torturaron a varias personas y las entregaron a la Policía Militar. Del mismo modo, ha atacado sistemáticamente a los guaraní-kaiowás en Mato Grosso do Sul y, el 9 de septiembre, la misma banda asesinó al joven líder guaraní Neri Ramos da Silva, mientras la Fuerza Nacional de Seguridad, enviada por el gobierno de Luiz Inácio, no hizo nada para detener a los asesinos. También en Paraná, en el municipio de Terra Roxa, donde los awá-guaraníes intentan retomar las tierras arrebatadas por la hacienda Brilhante, la misma “Invasión Cero” ante la mirada de la FNS incendió el almacén de productos e hirió a cuatro indígenas.
El sábado 28 de septiembre de 2024, este grupo reaccionario de extrema derecha atacó la comunidad de Barro Branco en el municipio de Jaqueira, Zona da Mata en Pernambuco. Como de costumbre, reunió a un nutrido grupo de pistoleros y terratenientes, más de 50 delincuentes, en 14 camionetas. Estos cobardes contaron con el apoyo de más de 50 policías militares del 10° Batallón de la Policía Militar de Palmares, para brindar seguridad a su ataque criminal. Al frente de esta horda estaba el presidente estatal de “Invasão Zero”, el terrateniente José Antônio Fonseca de Mello.
Este ataque criminal se produjo en la mañana, cuando la banda pretendía atacar la comunidad de Barro Branco, cuando la mayoría de sus habitantes se encontraban en el centro de Jaqueira, en el mercado semanal de la ciudad. Los objetivos de estos terroristas eran destruir la sede de la Asociación Barro Branco y las viviendas de sus principales dirigentes. Sin embargo, esta vez, la banda paramilitar “Invasão Zero” fue derrotada por las autodefensas de los ocupantes que lucharon en defensa de sus tierras de derecho y de hecho, en una feroz batalla que duró más de 6 horas, expulsando a los criminales.
La comunidad de Engenho Barro Branco está formada por cientos de familias que viven y trabajan en esas tierras desde hace más de 100 años. Todos allí eran residentes de la antigua Usina Frei Caneca y durante décadas estuvieron sometidos a relaciones semifeudales de explotación por parte de este latifundio. Durante todo el año cultivaban pequeñas parcelas de tierra alrededor de sus casas y, durante el período de siembra y corte de caña de azúcar, trabajaban por magros salarios diarios para la Usina. Esta forma de explotación, extremadamente común en la región, siempre ha sido utilizada por los grandes terratenientes, ya que les permite tanto fijar su mano de obra en la tierra, tenerla disponible cuando necesitan un gran contingente de trabajadores, como bajar los salarios de los obreros principalmente durante el corte de caña de azúcar.
A principios de la década de 2000, la Usina Frei Caneca quebró y dejó de moler caña y fabricar azúcar. En estas condiciones, los antiguos residentes se convirtieron en ocupantes libres de esas tierras, pudiendo así incrementar su producción y creación. La Usina nunca pagó los derechos laborales impagados y mucho menos la compensación a la que tenían derecho esas familias por las décadas de esa explotación. La exigencia de que se quitaran todos los terrenos de la planta en quiebra y su entrega a los residentes y trabajadores durante décadas fue más que justa.
A partir de 2015, las tierras de los propietarios en quiebra comenzaron a ser arrendadas ilegalmente a grandes grupos de terratenientes para la cría de ganado para el sacrificio y la exportación de carne. Se inició una guerra no declarada contra los más de 5 mil ocupantes de esas tierras. Numerosos crímenes fueron cometidos por estos grupos, en un proceso de expropiación de posesiones campesinas que no se limitó a la ciudad de Jaqueira, sino que abarcó toda la región de Mata Sul de Pernambuco. En Engenho Barro Branco, muchos campesinos fueron expulsados de sus hogares, y varias de ellos fueron derrumbadas e incluso enterradas por los esbirros del latifundio.
Con mucha resistencia y unidad, varias comunidades de ocupantes permanecieron dentro de las tierras, luchando y exigiendo por sus derechos. Los órganos del viejo Estado, el poder judicial, el gobierno estatal, el INCRA [Nota del traductor: Instituto Nacional de Colonización y Reforma Agraria], el ITERPE [Nota del traductor: Instituto de Tierras y Reforma Agraria de Pernamburgo], etc., siempre han estado del lado de los terratenientes, es decir, de los propietarios quebrados y del grupo agroexportador. Como “solución” al conflicto propusieron asentar a los campesinos en pequeñas parcelas de tierra muy alejadas. Es decir, propusieron sacar a aquellas familias, que vivían allí desde hacía más de un siglo, para que el ganado se apoderara del lugar.
Por supuesto, las familias de Engenho Barro Branco no aceptaron esta propuesta, y desde 2023, ya cansadas de los despropósitos de los organismos estatales y de las promesas nunca cumplidas de una solución por parte del oportunismo, se unieron a la Liga de Campesinos Pobres para organizar su lucha con la movilización de las masas para la conquista de la tierra. El grupo terrateniente, propiedad del ladrón de tierras públicas Guilherme Maranhão, que reinaba en la zona desde 2018, cometiendo impunemente todos los delitos contra campesinos, desafiando la ley y con la conveniente ceguera del poder judicial, comenzó a enfrentarse a una resistencia más tenaz y organizada. A cada ataque del latifundio recibió una respuesta. Cortó la valla de los ocupantes y ahora vio la destrucción de sus estructuras de gestión del ganado. Después de todo, si no hay justicia a favor de los pobres en este país, lo único que les queda es el viejo principio de ojo por ojo, diente por diente.
El último ataque, el 28 de septiembre, fue el mayor que realizaron contra los ocupantes de Barro Branco. También fue la mayor derrota que sufrieron. Alinearon sus camiones, con dos retroexcavadoras al frente y las tropas de la PM detrás. Como siempre, acudieron con su arrogancia de coronelista, ordenando a los campesinos que se apartaran del camino, creyendo que esas masas aceptarían, una vez más, ver sus casas derribadas y enterradas. Esta vez se toparon con dos barricadas y mucho fuego en el camino. Acorralados por las piedras arrojadas y el fuego provocado por la resistencia, mostraron el alcance de su “valentía” y como cobardes huyeron desesperados. El presidente estatal de “Invasão Zero” estaba tan acostumbrado a golpear a los campesinos que él y otro miembro de su grupo fueron recibidos con plomo caliente. También fue destruida una retroexcavadora y uno de los perros Rottweiler tomados por los delincuentes para intimidar a los campesinos terminó muerto en el fuego de las barricadas.
Dos campesinos y un estudiante de la UFPE resultaron heridos de bala. Una vez finalizada la batalla, los compañeros heridos recibieron atención médica y se encontraban bien, y todos regresaron victoriosos a Engenho Barro Branco. La reacción de los terratenientes bolsonarista, después de varias derrotas impuestas por la LCP en Rondônia, por lo que crearon, con el pleno apoyo del entonces Presidente de la República Bolsonaro, la fuerza paramilitar “Invasão Zero”, que en poco tiempo de existencia ya cometió y sigue cometido tantos crímenes por el país, en Barro Branco sufrió su primera derrota. Es la primera de varias que serán amargas, a medida que cada vez más campesinos, indígenas y quilombolas se den cuenta de que sólo aumentando su autodefensa podrán garantizar sus derechos. En 2023, en una declaración pública, la LCP advirtió a los campesinos de todo el país y los llamó a defender su derecho a la tierra con las armas en la mano. Esta horda paramilitar bolsonarista está llevando su guerra cobarde al campo, ¡y guerra es lo que van a tener!
El viejo Estado brasileño siempre ha estado del lado de los terratenientes, porque son sus creadores y uno de sus principales sostenedores junto al imperialismo, principalmente yanqui (norteamericano) y la gran burguesía local. Luego de esta acción criminal, además de ilegal, que la reacción y los desprevenidos llamaron “recuperación”, el aparato del Estado, como siempre, se volvió contra las organizaciones campesinas, buscando criminalizarlas. Para ser claros, el 28 de septiembre no hubo cumplimiento de “recuperación”. Por el contrario, lo que ocurrió fue un ataque de esta banda paramilitar desde el latifundio creado bajo el nombre de “Invasão Zero” contra la posesión centenaria de los campesinos de Engenho Barro Branco. Las granjas de los campesinos fueron atacadas y parte de sus cultivos fueron destruidos. Estos bandidos querían derribar las casas construidas hace décadas por los ocupantes, todas de mampostería y revestidas de tejas, donde vivieron sus bisabuelos y abuelos, y donde hoy viven y trabajan. Pero estos ladrones de tierras fracasaron, ya que se enfrentaron a una intrépida resistencia campesina y al valiente apoyo de estudiantes, profesores y otras organizaciones populares y democráticas, presentes en una Misión de Solidaridad.
Éste es el viejo destino de los campesinos en Brasil. El poder judicial de este viejo Estado burgués-terrateniente sólo reconoce el derecho “sagrado” a la propiedad privada si esta propiedad pertenece al latifundio; cuando la propiedad o posesión pertenece a un campesino o a pueblos indígenas y quilombolas, el derecho a la propiedad es simplemente pisoteado por las propias instituciones, ejecutoras de las leyes, de este Estado en descomposición, por su policía y por bandas de pistoleros y paramilitares de los latifundios, que expulsan a los campesinos, les roban sus tierras y sus bienes. Cuando las tierras son públicas, si un campesino toma posesión aunque sea del más mínimo pedazo, pronto será expulsado y criminalizado; si es terrateniente entonces la historia es diferente, para este “empresario” habrá todos los derechos y pronto su “grillo” (escritura falsificada, falsa) de terreno público será legalizado para el “bien de la nación”. Así es la ley en esta sociedad semifeudal como la nuestra: en la letra, todos son iguales ante la ley; en la práctica, algunos son más iguales que otros. En otras palabras, los campesinos son menos ciudadanos que los terratenientes, en la práctica sus derechos nunca son respetados, aunque sea el de “propiedad privada”.
En estas condiciones, sólo hay un camino para campesinos, indígenas y quilombolas: es el camino de la Revolución Agraria, como parte inseparable de la Revolución de Nueva Democracia. Sólo revolucionando el campo, destruyendo el latifundio y su viejo Estado, podrán las masas conquistar el derecho sagrado a la tierra para quienes viven y trabajan en ella. La revolución agraria es la destrucción, en la práctica, de estas relaciones de producción semifeudales que han existido en el campo desde el origen de la nación brasileña (cinco siglos); hoy, además, la revolución agraria es la derrota práctica de la extrema derecha. Como afirmó el gran revolucionario peruano Mariátegui, la lucha por la tierra es siempre violenta y por eso toca desde el principio la cuestión política del Poder. Bajo el liderazgo de la clase obrera revolucionaria, el campesinado insurgente brasileño avanza en cada lucha hacia la construcción de un Nuevo Poder.
En agosto de 2024, en el comunicado con motivo de los 29 años de la Heroica Batalla Campesina Armada de Santa Elina, la Comisión Nacional de Ligas de Campesinos Pobres (LCP) volvió a llamar a los campesinos de todo el país a preparar la autodefensa armada contra la guerra de exterminio de campesinos, indígenas y quilombolas que luchan por la tierra, llevado a cabo por hordas paramilitares bolsonaristas, organizados y financiados por el latifundio y en curso en el campo en todo el territorio nacional. El asesinato de Mãe Bernadete, Nega Pataxó y los indígenas guaraní-kaiowás y decenas de otros ataques contra campesinos que luchan por la tierra y el asesinato de sus dirigentes demuestran que sólo con resistencia armada los pobres del campo pueden vencer a esos parásitos de la nación, los terratenientes ladrones de tierras de la Unión y de los campesinos, y a las hordas de pistoleros y paramilitares de la extrema derecha bolsonarista. Las condenas a este llamado de la LCP por parte de los oportunistas de turno no son más que síntomas de flojera y cobardía de la naturaleza enferma y en descomposición de estos engañadores del pueblo.
Recientemente, el presidente Luiz Inácio fue criticado públicamente por un líder indígena histórico por la total parálisis de su gobierno en relación con la demarcación de los territorios indígenas. Lula sintió el golpe y en una furiosa respuesta culpó de la inacción de su gobierno a la mayoría reaccionaria que hoy domina el parlamento brasileño. Se trata de una excusa poco convincente, ya que se trata de la decisión de su gobierno de centrar la política económica en el latifundio adornado con el nombre de “agroindustria”, en la desindustrialización y desnacionalización de la economía, basándose en alianzas políticas con fuerzas reaccionarias en nombre de enfrentar a la extrema derecha. Es decisión de Luíz Inácio adoptar una política de apaciguamiento con los generales golpistas, de colaboración y conciliación de clases y de la ilusión de que el Tribunal Supremo (STF) de este viejo estado de gran burguesía y terratenientes, lacayos del imperialismo, especialmente del imperialismo yanqui, puede detener la ofensiva contrarrevolucionaria para impedir el inevitable levantamiento del pueblo y salvar este podrido sistema de opresión y explotación de nuestro pueblo y sometimiento extranjero de nuestra patria y que durante diez años ha arrastrado al país a sucesivas crisis políticas. Sólo con la movilización del pueblo en la lucha combativa y revolucionaria es posible reprimir toda esta ofensiva de la reacción y el fascismo. Esto es lo que nos enseña la historia. Hoy en Brasil, sólo la sólida alianza obrero-campesina construida en la lucha revolucionaria por la destrucción del latifundio, por la tierra para quienes la trabajan y por la defensa de los derechos del pueblo, fuertemente unida a las mujeres del pueblo, los estudiantes y la juventud combatiente, con los profesores y otros intelectuales honestos, con los pequeños propietarios y con todas las fuerzas verdaderamente democráticas y progresistas, será posible aplastar a toda la extrema derecha y a la derecha militarmente activa, paralizar a los conservadores y liberales sinceros para que no se unan a la contrarrevolución, defender las libertades y conquistar una nueva democracia y un Brasil Nuevo.
La feroz resistencia de los ocupantes de Engenho Barro Branco es la continuación de la heroica lucha de los campesinos de Santa Elina, Eldorado dos Carajás, los guaraníes, kaiowas, tupinambá, caigangues, mundurucus, pataxós y muchos otros, el campo de Manoel Ribeiro y el lucha contra sangrientas masacres de campesinos de Tiago dos Santos, por nombrar algunos ejemplos de nuestra historia reciente. Así como también es la continuidad de todas las luchas combativas de nuestro pueblo como continuación de la resistencia y rebelión indígena de la Confederación de Tamoios y de la guerra de más de 100 años de los Aimorés, las luchas quilombolas contra la esclavitud y de los colonizados contra el yugo portugués, y el de todos estos tres pilares de nuestra raza contra el genocida Estado colonial/semicolonial de señores de tierras y desclavos, Estado de grandes burgueses y terratenientes, lacayo del imperialismo; resistencia y guerra contra el latifundio durante más de de 5 siglos. Es, en definitiva, la única manera a través de la cual las masas rurales pueden conquistar sus tierras y crear las bases para levantar la República democrática popular, una tarea histórica, pendiente y atrasada.
La saga histórica del camino democrático en nuestro país para derrotar el camino burocrático de los grandes burgueses y terratenientes lacayos del imperialismo, hoy se fusiona con la Heroica Resistencia Nacional Palestina que este 7 de octubre cumple un año de su audaz contraofensiva que resplandece para todo el mundo y llama a todos los oprimidos a levantarse contra el imperialismo caduco. El indomable pueblo palestino lleva 76 años luchando contra la ocupación sionista de sus tierras milenarias. El Estado sionista terrorista de Israel es una entidad títere apoyada y mantenida por el imperialismo yanqui, para subyugar a los pueblos árabes y controlar sus fuentes de petróleo y proyectar su poder militar “geopolítico”. Financiado por el imperialismo yanqui, Israel tiene las armas más letales y continúa su crimen de genocidio sin sufrir ningún castigo de la llamada Comunidad Internacional, nada más que sanciones de la ONU convertidas en letra muerta, y ninguna ni siquiera de la Corte Penal Internacional. Los campesinos somos los palestinos de Brasil y luchamos contra un enemigo armado hasta los dientes ¡pero al igual que el pueblo palestino, nuestra lucha es justa e inevitablemente ganaremos! Hace exactamente 75 años, el pueblo chino, en más de 27 años de prolongada guerra popular, derrotó a tres grandes enemigos que pesaban sobre el pueblo y la nación chinos: el imperialismo, el capitalismo burocrático y el latifundio feudal y semifeudal. De la misma manera, el pueblo palestino y el pueblo brasileño asegurarán su completa liberación, aunque la lucha tarde mucho en completarse, ¡nuestra causa inevitablemente triunfará!
La Comisión Nacional de las Ligas de Campesinos Pobres y la LCP Nordeste convocan a todas las organizaciones que luchan por la tierra en el estado de Pernambuco, desde el Sertão hasta el Litoral, y a los campesinos, indígenas y quilombolas de todo el país, a movilizarse para enfrentar y derrotar a las hordas paramilitares bolsonaristas de extrema derecha “Invasão Zero”, en cada situación que se presente y a apoyar la lucha de los ocupantes de Barro Branco.
Comisión Nacional de las Ligas de los Campesinos Pobres – LCP
Liga de los Campesinos Pobres – LCP Nordeste
Engenho Barro Branco, Jaqueira, 1º deoctubre de 2024