AND Editorial: La lucha de clases en el campo y la guerra civil
A continuación compartimos una traducción no oficial del último Editorial publicado por A Nova Democracia (AND).
No hay otro escenario en el campo brasileño más que la guerra. En Jaguaruana, en Ceará, más de 50 sicarios uniformados de negro, en una acción típica del terrorismo paramilitar, incursionaron en la Ocupación Gregório Bezerra II contra las familias campesinas. Agresiones, tortura psicológica y amenazas de todo tipo contra adultos y niños marcaron una operación militar que se inició a las 2 de la madrugada del día 26. En el otro extremo del país, las comunidades Avá-Guarani, en el oeste de Paraná, en áreas recientemente retomadas por las masas indígenas, están siendo cercadas por bandas de tropas del latifundio, que han realizado sabotajes en varias partes de la localidad para impedir el flujo de vehículos y aislar a los pueblos indígenas; al seguir con ello, pretenden exterminarlos.
La brutalidad latifundista no para aquí. El pasado día 17, un campesino, Melquisedeque Gomes da Silva, reconocido dirigente que ha estado denunciando los crímenes de acaparamiento en la región, fue ejecutado a cuchilladas en Mariposa, comunidad a 1,5 kilómetros del municipio de Timbiras, en Maranhão.
En cuanto a esto, en MS [Nota del traductor: Mato Grosso do Sul], por ejemplo, el gobierno del oportunismo en alianza con la derecha liberal tiene posicionadas sus tropas, pero nadie piensa que estén preocupados por el asesinato y exterminio de los pueblos indígenas: hasta ahora, la Fuerza Nacional sólo requisó dos armas y siete municiones de los latifundistas, en un terreno donde el pistolerismo anda suelto y es público. El costo para mantener estas tropas en la localidad ya ha superado los 5 millones de reales.
¿Qué han dicho Luiz Inácio y sus defensores entre el pueblo sobre las matanzas de pobres en la lucha por la tierra? ¿Dónde está la tal “prateleira” de la reforma agraria [Nota del traductor: prateleira de tierras es un término usado por el PT para designar una especie de relación de áreas improductivas y devueltas a los campesinos en el marco de la pretendida reforma agraria], esa excrecencia defendida por el actual presidente de la república como salvación universal para el conflicto agrario? ¿Y la dirección oportunista del MST ha hablado de la represión galopante, que en 2023 ya superó la de 1986, llevada a cabo por latifundistas y bolsonaristas en el campo? Ellos, todos ellos, al contrario, han invitado a los campesinos a dar pasos atrás, a ser “inteligentes” y a entender que no se puede acusar al gobierno, ya que eso traerá un gobierno aún peor, aun más reaccionario.
En este escenario, de recrudecimiento de la lucha de clases y de acción criminal de la reacción, ha sido inevitable y beneficiosa la distinción entre los que luchan seriamente y los cobardes llorones con sus apelaciones y justificaciones para que las masas den pasos atrás, porque no desean dar pasos adelante ellos mismos. La dirección nacional del MST, por ejemplo, hace mucho abandonó sus “ocupaciones” de tierras; los movimientos campesinos consecuentes no sólo tienen levantada esa bandera, sino que también han llamado a la organización de grupos de autodefensa armada como única vía para combatir al bolsonarismo – armado y legalizado por empresas de “seguridad orgánica” – y como condición para consolidar las tomas de tierra y realizar nuevas. Este es el centro de la cuestión, el centro de la lucha de clases, fuera de eso o desvinculado de eso, todo se presenta sin perspectiva, o con la perspectiva del cretinismo parlamentario y engaño del pueblo.
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Sobre gastos públicos: Galipolo, nombre de confianza de Luiz Inácio, y nuevo presidente del Banco Central, sustituyendo a Roberto Campos Neto, notorio bolsonarista. Al contrario de lo que puede parecer, Luiz Inácio no está aliviado. Los abusivos tipos de interés no eran sólo testadurez de Campos Neto: son exigencias del capital financiero rentista, exigencias frente a las cuales Luiz Inácio, sendo lacayo, no hará otra cosa que someterse. De hecho la brega era estimulada para agitar un supuesto antagonismo, entre un “presidente de intenciones progresistas” impedido de serlo, en la práctica, por otros. Ahora, sin embargo, quedará claro que Campos Netos era un enemigo útil. Claro que existe una posibilidad teórica de que los tipos de interés pueden caer, y por orden de Luiz Inácio. Eso, sin embargo, depende de factores, que hoy conspiran contra el presidente, entre ellos: la popularidad y estabilidad del gobierno; un margen de maniobra económica frente al capital financiero; el nivel de crisis política interna y externa. Todos sugieren que Luiz Inácio está obligado a seguir firmemente atado con la correa: no por otra razón está haciendo recortes de gastos en programas sociales, una de las únicas políticas – tal vez la única- que puede ostentar como marca de su gobierno. Serán 6,4 mil millones de reales retirados del BPC [Nota del traductor: Beneficio de Prestación Continuada, pago mínimo mensual por parte del viejo Estado para algunos sectores de la población], 10 mil millones de reales retirados de beneficios otorgados por parte del INSS [Nota del traductor: Instituto Nacional de Seguridad Social, encargado de varios tipos de subsidios], 2,3 mil millones de reales retirados de la Bolsa Familia [Nota del traductor: programa de subsidios a las familias con menos ingresos]. Eso, sin mencionar los ya anunciados recortes en Educación, Salud y otros servicios. No hay ninguna duda de que los bolsonaristas se regocijan de esto: una vez más, el gobierno socialdemócrata, cobarde y farsante, prepara el terreno de tierra arrasada para el gobierno ultrarreaccionario.