Ataque del ISIS-K en Moscú: “La guerra vuelve” al corazón de Rusia
Imagen de cabecera: fachada de la sala de conciertos Crocus City Hall en Moscú en llamas. Fuente: Reuters
La noche del viernes 22 de marzo cuatro hombres armados realizaban un ataque con fusiles de asalto y artefactos incendiarios en Krasnogorsk, área metropolitana de Moscú, en la sala de conciertos Crocus City Hall, donde se estaba realizando un concierto que congregaría a miles de personas. Según el imperialismo yanqui, estaban informados de este posible ataque y compartieron la información con las autoridades rusas realizando un aviso desde la embajada yanqui en Rusia. Posteriormente la agencia de noticias del Estado Islámico (ISIS), Aamaq (Wakālat Aʻmāq al-Ikhbārīyah), publicaba vídeos de los hombres armados y de la acción realizada en el Crocus City Hall. A través de este canal, el llamado Estado Islámico – Provincia de Khorasán (ISIS-K) reivindicaba el atentado. Los hombres armados se realizaron posteriormente una fotografía celebrando el atentado.
La cifra de fallecidos ha alcanzado 133 muertos, según cifras oficiales durante el día 23 de marzo. Además se informa de más de 100 heridos, muchos de ellos graves, por lo que las autoridades afirman que la cifra de fallecidos probablemente aumente. Las autoridades rusas han afirmado que los cuatro autores de la acción armada han sido detenidos en Bryansk, sur de Rusia, cuando intentaban huir a Ucrania. A su vez, habría un total de 11 detenidos, incluyendo posibles colaboradores en la logística de la acción. El imperialismo ruso ha instrumentalizado el atentado, acusando rápidamente al Estado ucraniano de haber formado parte de la acción, y de estar esperando en la frontera con Rusia para dar cobijo a los perpetradores de la acción. Los detenidos, según informa el imperialismo ruso, serían procedentes de Tayikistán, Asia Central, zona bajo el rango de acción del ISIS-K.
El grupo que ha reivindicado la acción es el ISIS-K, la rama del ISIS en Afganistán y que actúa en lo que denominan la provincia del Korasán, es decir, el área de Asia Central. El imperialismo yanqui afirmaba que esta organización contaba en sus filas con entre 1.500 y 2.000 combatientes, y que iban a realizar acciones en el exterior de su rango de acción, siendo una amenaza en crecimiento. Este grupo fue responsable del atentado en el aeropuerto de Kabul durante la huida del imperialismo yanqui de Afganistán, y también fue responsable de la acción de Kermán, Irán, en la marcha por el aniversario del asesinato de Soleimani. Analistas yanquis mencionan que el ISIS-K acusa al imperialismo ruso de tener las manos manchadas de sangre musulmana por sus intervenciones en Afganistán, Chechenia y Siria. En este caso, el país de procedencia de los autores del ataque en el Crocus City Hall, que sería Tayikistán, entra en el rango de acción del ISIS-K, al ser Tayikistán parte de lo que se consideraría como parte de “la Provincia del Korasán”, región de Asia Central. Cabe mencionar que en Afganistán, donde el ISIS-K es particularmente relevante, los tayikos son una importante minoría poblacional.
En cuanto a las acciones del ISIS contra el imperialismo ruso, en 2017 hubo informes que señalaban el reclutamiento de más combatientes en las repúblicas exsoviéticas del Asia Central, y a su vez en 2015 señalaban que muchos militantes del Cáucaso habían jurado fidelidad al ISIS y habían formado el ISIS-Cáucaso. En 2022 realizaron un ataque contra el embajada rusa en Kabul. A su vez, académicos burgueses señalan que el rol del ISIS-K no es sólo como grupo armado insurgente en Asia Central, sino que está dirigido a todos aquellos actores que juegan un rol importante en la región, y por tanto, sus acciones pueden dirigirse a territorio nacional de estas potencias imperialistas.
Este ataque sobre suelo ruso es el más mortífero desde la toma de la escuela de Beslán, Osetia del Norte, en el año 2004, por parte de militantes del Cáucaso, en la que más de 300 personas murieron, y el más mortífero en Moscú desde las bombas que volaron varios apartamentos en 1999 acabando con la vida de casi 300 personas. En estos casos, fueron respuestas a la política represiva del imperialismo ruso y las atrocidades cometidas por su parte contra los pueblos del Cáucaso. Allí Chechenia devino en un territorio combatiente contra el Estado ruso.
La lista de crímenes del socialimperialismo soviético y del imperialismo ruso en Asia Central son numerosos: la invasión de Afganistán fue uno de los mayores que realizaron en mucho tiempo, con una ocupación militar y represión contra el pueblo afgano que duró casi una década. Posteriormente la implicación en la guerra civil de Tayikistán entre 1992 y 1997 fue otra de las intervenciones imperialistas rusas en la región, y con ello, el mantenimiento de un férreo control del imperialismo ruso en la región, siendo Tayikistán y Kyrgyzistán dos de los países más oprimidos por el imperialismo ruso en la zona. Otro país que sufrió hace poco el puño de hierro ruso fue Kazajistán que tras las fuertes protestas en el año 2022, vio una intervención militar rusa en ese mismo año para mantener el status quo. Todo ello junto a las guerras de Chechenia, constituyeron crímenes que fueron vistos por la población musulmana, como ataques contra su identidad, y por tanto llevaron al imperialismo ruso a ser visto como un elemento especialmente reaccionario contra sus pueblos. A su vez, la población musulmana, proveniente de pueblos y naciones oprimidas en Moscú, ha denunciado crecientes ataques e islamofobia desde que su inmigración a la capital rusa creció exponencialmente desde los años 90.
Los crímenes del imperialismo ruso han sido notorios en otro muchos lugares contra población musulmana, como en las intervenciones militares y apoyo a lacayos locales en África y Oriente Medio en las guerras de Libia, Siria, las masacres cometidas y apoyo a regímenes de lacayos locales en Malí, Níger, República Centroafricana, Sudán, o Burkina Faso. O incluso una creciente colusión con algunas de las clases dominantes locales de Oriente Medio como con Emiratos Árabes Unidos con la que colaboran en Sudán, como hemos informado recientemente.
Toda esta política de agresiones y represión contra pueblos y naciones oprimidas del mundo – algunas de ellas como en el Cáucaso, bajo ocupación militar directa rusa en la actualidad – muestra como el imperialismo ruso, es un gran opresor de los pueblos del mundo. Muchos de estos pueblos comparten la religión islámica, algo que ha sido usado por organizaciones como el ISIS-K y diversos grupos insurgentes para dirigir la ira de las masas contra el imperialismo ruso. Ello también muestra una realidad histórica de las intervenciones imperialistas, y es, que cuando se lleva la guerra al exterior, después la guerra vuelve a casa. El socialimperialismo soviético y posteriormente el imperialismo ruso llevaron la guerra a los hogares del pueblo afgano, a los hogares de los pueblos del Cáucaso, África, Oriente Medio… y posteriormente todo ello volvió en forma de múltiples acciones armadas en suelo ruso y de insurgencia en estos territorios.
Todo ello señala que a pesar que, como hemos informado, el imperialismo ruso esté logrando avanzar lentamente en su principal desafío actual, que es la guerra de agresión imperialista contra Ucrania, y que sea un actor relevante en el escenario internacional, no es ni mucho menos todopoderoso. La represión brutal a nivel interno y el gran poder militar no han sido suficientes, demostrando una vez más que el imperialismo es un tigre de papel cuando oprime y se enfrenta a los pueblos del mundo.