Maoístas daneses sobre Groenlandia

Imagen de cabecera: cientos de inuits se manifiestan en la capital de Groenlandia, Nuuk. Fuente: Roede Fane.

En diciembre de 2024, el presidente del imperialismo estadounidense Donald Trump, declaró que quería comprar Groenlandia, y muchos medios de comunicación burgueses se centraron en su supuesta “locura” o en su personalidad excéntrica en lugar de hacer un análisis serio de la situación. El periódico revolucionario danés Røde Fane se opone a este tipo de análisis y afirma: “Dicho esto, también es importante dejar claro que Trump no está ‘loco’ y que su deseo de obtener el control de Groenlandia, o sus otras amenazas, no tienen nada que ver con su personalidad. Estados Unidos, la superpotencia mundial hegemónica única, está perdiendo su hegemonía mundial, sumiéndolo en una gran crisis.”

Los intereses del imperialismo estadounidense en Groenlandia son diversos. Røde Fane se refiere a los intereses económicos y militares de la siguiente manera: “A medida que los casquetes polares se derriten, se abren nuevas rutas marítimas en el Ártico, que son importantes para que las potencias imperialistas las controlen por razones tanto militares como económicas. Al mismo tiempo, el derretimiento de los casquetes de hielo expone grandes depósitos de ‘metales de tierras raras‘ y uranio, lo que hace que la tierra sea particularmente interesante para otros países imperialistas como China y EE.UU.” En cuanto a las tierras raras, tienen una enorme importancia en lo que respecta a motores eléctricos, turbinas, chips y muchos otros componentes fundamentales. El socialimperialismo chino tiene casi el control total de los depósitos y la producción mundial de estos materiales. Como explica Røde Fane, “Esto obliga al imperialismo estadounidense, que quiere romper el monopolio de China, a apresurarse en el control de los recursos del país.

Fuente: Røde Fane

Además, Groenlandia tiene una posición estratégica, importante para uno de los objetivos estratégicos del imperialismo estadounidense: “rodear y despojar al imperialismo ruso de su estatus como superpotencia nuclear”. Pero según Røde Fane, las verdaderas intenciones del imperialismo estadounidense no son tomar el control de Groenlandia, ya que esto podría traer algunas desventajas: “Trump es un hombre de negocios que utiliza el chantaje como herramienta de negociación. No está en los intereses estratégicos de EE. UU. ocupar directamente una colonia. Esto solo exacerbará el antagonismo y las tensiones entre los inuit en Groenlandia y la potencia imperialista ocupante. Al mismo tiempo, intensifica los antagonismos interimperialistas en el Ártico al deshacerse de un ‘estado tapón’ mediante la anexión directa.” Por lo tanto, las verdaderas intenciones son “ganar aún más mientras se excluye a otros imperialistas de obtener algo en absoluto”. Røde Fane se opone a la subordinación al imperialismo yanqui y recuerda los numerosos crímenes cometidos por los yanquis: “Es ingenuo creer que una mayor influencia de EE. UU. traerá algo positivo para los inuit. Los yanquis han masacrado y desplazado a millones de indígenas y han dejado huellas sangrientas dondequiera que han ido en el mundo.” Según Røde Fane, esto es parte del proceso que ha seguido Groenlandia durante varios años, “pasando de ser una colonia danesa a una semicolonia. Esto significa que Groenlandia está pasando de ser políticamente, culturalmente, económicamente y militarmente subordinada al imperialismo danés, a estar solo económicamente subordinada al imperialismo danés o a varias potencias imperialistas.

Después de las amenazas y el chantaje de Trump, se convocaron elecciones parlamentarias en Groenlandia. En este contexto, la prensa burguesa danesa, así como los partidos políticos burgueses y los revisionistas y oportunistas, e incluso los autoproclamados “antiimperialistas”, han exhibido todo tipo de chauvinismo colonial y han defendido el dominio del imperialismo danés. Muchos incluso defienden que Groenlandia “necesita» la «ayuda económica” del imperialismo danés (llamada bloktilskud).

La ocupación danesa de Groenlandia tiene raíces coloniales y racistas que aún hoy son muy visibles: el propio nombre, “Groenlandia”, fue impuesto por el primer colonizador, Erik el Rojo. Él llamó a los inuit «skrællinger«, que en realidad significa subhumanos. Esos nombres permanecen hoy en día, ya que las autoridades danesas se refieren al pueblo groenlandés como “groenlandeses” o “kalaallit”, que traducido al “groenlandés”, “kalaallisut”, significa lo mismo. Con la llegada del poder colonial danés, establecido en 1721 por el sacerdote Hans Egede, se impuso el cristianismo y se prohibieron la cultura, las costumbres y la religión inuit. En 1953, Groenlandia fue anexada directamente y muchos inuit fueron ‘reubicados’, muriendo durante el viaje y tratando de sobrevivir sin las condiciones adecuadas para hacerlo. Los inuit exigieron justicia después de este asesinato masivo y, tras mucho tiempo, recibieron una pequeña compensación al rechazar definirse como “skrællinger” o subhumanos ante las autoridades. Incluso hoy en día, los inuit no pueden tener un futuro sin aceptar el dominio danés y hablar danés.

Røde Fane denuncia que “el imperialismo danés, que hoy continúa colonizando Groenlandia, afirma ayudar a los inuit, y dice hacerlo enviando el llamado bloktilskud (bloque de subvenciones) sin mencionar lo que el imperialismo danés gana al tener su colonia y permitir que sus tropas ocupen el país en términos militares estratégicos y económicos”. La explotación de Groenlandia ocurre de varias maneras: beneficiando a los obreros daneses por encima de los obreros inuit con acuerdos especiales; saqueando la riqueza pesquera y pagando precios muy bajos por los peces capturados por los pescadores inuit; las ganancias generadas por las empresas danesas que han sido ‘nacionalizadas’ no benefician el desarrollo de Groenlandia, sino que “todavía terminan en los bolsillos de la burguesía monopolista danesa”.

Hoy en día, muchos inuit buscan romper con estas raíces coloniales y racistas. Ellos llaman a Groenlandia, Nunarput, que significa ‘nuestro país’. El movimiento que desea romper con el dominio danés está creciendo. Ahora los políticos burgueses intentan canalizarlo hacia el Inatsisartut (Parlamento de Groenlandia), que fue establecido por el imperialismo danés. Los partidos burgueses no representan ninguna verdadera alternativa, ya que quieren seguir sujetos al imperialismo danés o a otra potencia imperialista. Røde Fane deja claro que “el Estado en Groenlandia hoy está creado y mantenido por la potencia colonial, y la potencia colonial no ha diseñado su propia herramienta para volverse en su contra”. Røde Fane espera una aceleración del proceso de Groenlandia para convertirse en una semicolonia, a través de la consecución de un “autogobierno”. Sin embargo, el periódico danés escribe que “esto solo significará que la cara de la explotación cambiará, o que el país pasará de ser principalmente explotado por el imperialismo danés a ser explotado por varias potencias imperialistas”. Así, “si se quiere que ocurra un verdadero cambio en Groenlandia, debe venir de los propios inuit, no dentro de los mecanismos establecidos por el orden explotador”.

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El artículo completo por parte de Røde Fane que hemos citado se puede acceder a partir del siguiente enlace:

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