Estudiantes rechazan a matones y a paramilitares en Rio de Janeiro
Imagen de cabecera: Estudiantes enfrentándose a la policía militar con escudos y lanzando proyectiles. Fuente: Banco de Datos de A Nova Democracia (AND).
El día 17 de septiembre el viejo Estado brasileño decidió, a petición de las autoridades universitarias, poner en marcha el desalojo de la ocupación estudiantil que lleva meses produciéndose en la Universidad del Estado de Rio de Janeiro (UERJ). La ocupación se produjo tras la retirada de auxilio económico a mas de 6.000 alumnos. Centenares de estudiantes reunidos en asamblea el 18 de septiembre y decidieron mantener e incluso expandir la huelga de ocupación.
El día 19 de septiembre por la mañana los estudiantes mostraron fuerza realizando una manifestación contra la que fue movilizada la policía militar para intentar intimidarles, sin éxito.
Por la tarde matones sin uniforme contratados por la UERJ entraron en la universidad intentando expulsar por la fuerza a los estudiantes. Mientras tanto el vicerrector, estaba próximo a los hechos, atento al desarrollo de los acontecimientos. Los estudiantes resistieron el ataque y dejaron claro que iban a resistir físicamente.
Este intento de intimidar y expulsar a los estudiantes ha sido en vano y han resistido tales ataques. Posteriormente más estudiantes se ha sumado y han entrado a la universidad para reforzar la lucha. Tras esta primera derrota las máximas autoridades de la UERJ decidieron cortar el agua y el gas a los estudiantes ocupados para forzarlos a abandonar. También decidieron intentar bloquear las puertas de acceso para evitar la llegada de refuerzos y así aislar a los estudiantes en lucha dentro de la UERJ. Sin embargo AND informa que no lo han conseguido y que grupos de decenas de estudiantes han mantenido abiertas las puertas y dado acceso a más refuerzos. Tras estos hechos, en el día 20 los estudiantes se reunieron en asamblea y así decidieron convocar una nueva manifestación de urgencia para resistir los nuevos ataques de las autoridades universitarias.
El nuevo ataque que se ha estado produciendo desde el día 20 ha supuesto una escalada, en la que la UERJ solicitó que se enviase a la Tropa de Choque de la Policía Militar del Estado de Rio de Janeiro. A su vez las autoridades universitarias afirmaron que enviarán a las fuerzas represivas fotos y vídeos para que puedan identificar a los estudiantes. Los estudiantes han dejado claro que sus exigencias son firmes: que le vuelvan a dar auxilio a los estudiantes y que pare la criminalización a los estudiantes que luchan.
El día 20 llegó un operativo armado con equipamiento militar: centenares de policías militares con camiones, armamento de guerra, furgonetas blindadas, etc., e iniciaron su operación represiva hacia las 13:00. La idea de los paramilitares era rodear completamente y reprimir duramente y detener al núcleo estudiantil combativo o hacer que se rindiese. Nada de ello fue conseguido.
Los estudiantes decidieron una vez más combatir y resistir y conservaron todas sus fuerzas superando el cerco de la policía militar. Desde fuera grupos de estudiantes bloquearon algunas entradas con barricadas en llamas. Desde dentro otros grupos resistieron y disuadieron a la policía militar con lanzamiento de diversos objetos y uso de escudos para dispersarse de forma segura. Así el núcleo organizado de los estudiantes abrió una brecha en el cerco y se dispersó sin bajas.
AND explica las implicaciones políticas de lo ocurrido: “Desde un punto de vista político, la situación se desarrolló negativamente para la rectoría. En primer lugar, porque la movilización, aunque terminó la ocupación, no quedó desmoralizada y su núcleo organizativo permanece intacto; en segundo lugar, porque la resistencia activa y hasta las últimas consecuencias, por parte del movimiento estudiantil, produjo la más amplia popularización de la lucha y de la justaforma de actuar de los estudiantes, así como difundió la represión desatada hoy, proporcionando nuevas oleadas de luchas y limitando el margen de maniobra de la rectoría, forzando negociar o desenmascararse definitivamente como una rectoría reaccionaria, a pesar de su filiación partidista con un partido de falsa izquierda. En cuanto al plan militar de la policía militar de rodear y hacer capitular al movimiento estudiantil mediante presiones y desalojarlo para desmoralizarlo, tampoco se cumplió. Ni siquiera logró frenar al núcleo más activo de la lucha estudiantil.”