Editorial de AND – Después de extorsionar al gobierno, el ‘centrão’ quiere su muerte

A continuación compartimos una traducción del último Editorial publicado por A Nova Democracia.

El evento organizado por el actual gobierno este 8 de enero, desde sus preparativos, ya denotaba el fracaso que se acabó demostrando en la práctica. Estuvieron ausentes los presidentes de la Cámara de Diputados y del Senado federal, así como los parlamentarios considerados como sus sucesores más probables; en cuanto al gobierno, al menos seis ministros no han confirmado su presencia desde los preparativos. Las fuerzas de derecha, dentro y fuera del gobierno, avanzan en un intento de aislar políticamente al PT, que encabeza el gobierno, de cara a las elecciones de 2026; para ellos, no vale la pena darle capital político a Luiz Inácio alimentando esta falsa polarización “democracia/PT versus fascismo/bolsonarismo”, que ya se encuentra en los preparativos en curso para las próximas elecciones. Más aún teniendo en cuenta que la derecha tradicional, como representante legítima de las clases dominantes locales, tiene grandes posibilidades de ganar asociada al “bolsonarismo moderado” que neutraliza electoralmente a la extrema derecha más radical y captura a su base social.

Estamos entrando en una dinámica política nueva y cíclica: el gobierno, que se vio obligado a entregar a los secuestradores del “centrão” bolsonarista y latifundista porciones cada vez mayores del presupuesto y de la agenda política a cambio de llevar a cabo algunas medidas cosméticas o urgentes para la reacción, será atacado abiertamente por los mismos secuestradores, que ahora tienen interés en la muerte misma de este gobierno, para que abra el camino a la derecha tradicional combinada con el “bolsonarismo moderado”. Es el regreso del bolsonarismo.

Por cierto, según columnistas de los monopolios de la prensa, el gobierno del PT evalúa que será necesario “extender más el frente amplio” para 2026: esa habría sido la conclusión de Luiz Inácio. La evaluación es que el bolsonarismo tiende a obtener la mayoría absoluta en el Senado, con ello la extrema derecha pretende avanzar para limitar el funcionamiento del Tribunal Supremo y que, en última instancia, tiene como objetivo conducir a la rehabilitación de los derechos políticos de Bolsonaro. Ante esto, la falsa izquierda tendría que apoyar a gobernadores y senadores de derecha que se comprometan a no cerrar filas con Bolsonaro.

Será una repetición, en el futuro, del error que se está cometiendo en el presente: hay abundantes pruebas de que la política de conciliación de clases en general, y de alianzas con el “centrão”, es decir, de traición al pueblo, en particular, resultan en un fracaso rotundo. Hay varias razones, pero la fundamental es que tanto el “centrão” como el bolsonarismo son derivaciones distintas, en el ámbito político, de una misma base social, a saber, la concentración feudal de la tierra y las relaciones serviles en el campo que aún existen hoy, no sólo como herederzs de la espantosa esclavitud de los negros y del genocidio de los pueblos indígenas que marca la fundación de este país, sino también por su reproducción a través de la evolución de sus formas aún hoy. Sobre ellas se construyó todo un sistema en esta vieja sociedad de normalización ideológica y cultural de la deshumanización de las masas empobrecidas, que por tanto se cree que no necesitan ningún derecho. El bolsonarismo y la derecha que llaman “centrão”, servidora de las oligarquías municipales y regionales, tienen esta base en común, por lo que no difieren, ni siquiera por una coma, en que la solución a la cuestión agrario-campesina y a poner fin a la lucha por la tierra es, primero, máxima represión policial y, en última instancia, masacres y genocidio; también son idénticos en la opinión de que la solución al problema de la pobreza en las metrópolis superpobladas y la consiguiente delincuencia es, en primer lugar, el encarcelamiento más o menos indiscriminado y masivo y, en segundo lugar, las masacres y el genocidio de los pobres y de los negros, especialmente de los jóvenes.

Como es destacable, la falsa izquierda, una y otra vez, está sembrando el agravamiento de la profunda crisis social, del sufrimiento del pueblo; y luego intentará presentarse como salvación, y así continuar el ciclo del engaño. Pero con cada ciclo de frustración, las masas populares se vuelven más conscientes de su juego reaccionario y, más temprano que tarde, tendrán una respuesta lista.

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Es necesario polarizar, en la disputa política y en la conciencia de las masas, la verdadera contradicción principal en la esfera política: la lucha revolucionaria por la tierra, por un lado, y los grupos paramilitares armados por el latifundio y el bolsonarismo, por otro, en el que se organizan los “pollos verdes”, policías militares, militares retirados de las Fuerzas Armadas o civiles entrenados en “clubes de tiro” y adoctrinados por la cartilla anticomunista de extrema derecha de que la solución para el país es un régimen fascista resultante de un golpe militar. Hay cientos de estos grupos, que son la punta de lanza de las recuperaciones ilegales llevadas a cabo conjuntamente por las tropas de la policía militar y estas bandas paramilitares de extrema derecha (ver, por ejemplo, la “Invasão Zero”, un movimiento fascista legalizado, y su ataque permanente a los campesinos pobres de Jaqueira/Pernambuco). Bueno, sí, hoy los “pistoleros” ya no son meros mercenarios, sino una conjunción de terratenientes y sus sabuesos, ideológicamente convencidos de que ellos también luchan contra el retorno del comunismo, los mismos para quienes no basta el régimen de los gobiernos y la nación tutelados por las Fuerzas Armadas, y quienes en 2022, debidamente alentados, estaban plenamente convencidos de que había llegado el momento de asaltar la política y reinstalar el régimen militar en Brasil. Estas personas no han desaparecido: siguen cada vez más activas, organizadas y con las mismas opiniones, esperando regresar a la escena nacional y ejerciendo su fuerza contra la lucha por la tierra. Por tanto, es la lucha por la Revolución Agraria como base de la pendiente y postergada Revolución Democrática, con la que se puede combatir contundentemente a los fascistas, eliminar su principal base social de reproducción que es el latifundio, debilitar la causa fascistas y golpista y, además, avanzando paso a paso, culminar en la liberación del país de la dominación del imperialismo, que se ejerce, principalmente, a través de la concentración feudal de la tierra, que sostiene y reproduce el capitalismo burocrático aquí vigente. Los campesinos pobres, al luchar hasta el final por sus tierras, bajo dirección proletaria, están destinados por las condiciones históricas a ser la fuerza principal de la revolución democrática para llevar a cabo la lucha contra el fascismo, la liberación social y nacional y crear las condiciones para la completa conformación de la Nación Brasileña y transición al Socialismo. Por lo tanto, es tarea de los demócratas y progresistas propagandizar a su lucha a gran escala.

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