Nuevo Perú: Notas y Materiales sobre el Perú Contemporáneo (III, continuación b.)

A continuación compartimos el artículo publicado por Nuevo Perú.

Prosiguiendo con estas notas o comentarios al informe de la CEPAL sobre IED-2024, dejamos para volver después el tema de la exportación de capital imperialista como “un aparente ingreso de financiación y en realidad un gran saqueo “ de nuestro país (VP 1972, VP 1977). Porque, es necesario precisar algunas cuestiones que aparecen en la larga cita sobre Perfil económico-productivo del país en la actualidad:

Primero, que expresa la continuación del viejo camino económico de desenvolvimiento del capitalismo burocrático, en su tercera fase o de crisis general, en la sociedad peruana semicolonial y semifeudal. La dinámica del proceso económico de nuestro país, como el de los demás países de América Latina y del Caribe, en los 80 y 90 del siglo pasado hasta la actualidad, ha sido impulsada por las grandes empresas imperialistas (las llamadas transnacionales) y la inversión imperialista, en mayor medida que en toda las fases anteriores de nuestra economía. Lo que se resume en el “Perfil…” cuando se refiere al “carácter primario exportador orientado al mercado mundial” de la misma y su falta de encadenamiento con el conjunto de la economía: “economía de enclave”, que no genera empleo, etc.

El carácter “primario exportador” de la economía peruana no es nuevo. Esta no es una “nueva estructura productiva”, como cree el autor del “Perfil”, sino solo una variación en cuanto a quien juega el papel principal en la actividad económica, si la empresa e inversión estatal o la empresa e inversión particular, este proceso se dio en los 80 y 90 del siglo anterior en nuestros países con la aplicación de la política económica imperialista del llamado “neoliberalismo”, por el cual el Estado dejó su papel de palanca principal de la actividad económica en cuanto a la inversión y la actividad empresarial, que pasa del Estado a los particulares, se “privatizó” lo que los estados habían acumulado durante décadas y se dio paso a un proceso de mayor despojo de las tierras y propiedades publicas y de las comunidades dando lugar a un “un proceso de migración sin industrialización que perjudicó al campo,(…) el predominio del empleo informal sobre el formal. En el año 2007, la tasa de empleo informal ascendía a 79.9%, mientras que el empleo formal era de tan solo 20.1%; una década después, la variación es poca: la tasa de empleo informal es de 72% y la de empleo formal de 28%”.

¿Que conclusión podemos sacar de lo que acabamos de decir?

Que, no todo proceso de despojo de las grandes masas de hombres de sus medios tradicionales de producción y subsistencia los convierte en asalariado (proletarios), sino en una masa miserable y hambrienta, que tiene que recurrir al autoempleo y otras formas de supervivencia, con lo cual se desenvuelve el capitalismo burocrático basado en la semifeudalidad y al servicio del imperialismo como se da en el Perú y América Latina y el Caribe. Casos similares se ha dado en muchos caso en la historia. Ver, al respecto, carta de Marx al director de OTIÉCHESTVIENNIE ZAPISKI ’ [Fines de 1877] en el anexo, pero en este lugar citamos de ella lo siguiente:

Así, pues, sucesos notablemente análogos pero que tienen lugar en medios históricos diferentes conducen a resultados totalmente distintos. Estudiando por separado cada una de estas formas de evolución y comparándolas luego, se puede encontrar fácilmente la clave de este fenómeno, pero nunca se llegará a ello mediante la llave maestra universal de una teoría histórico-filosófica general cuya suprema virtud consiste en ser suprahistórica”.

La llamada desindustrialización, no es otra cosa, tanto en el Perú como en otros países de nuestro continente, que el paso de una “industria” cada vez más dependiente del imperialismo y el capital extranjero, basada en la importación de insumos, equipos patentes y otros activos extranjeros inmateriales a la importación directa de bienes manufacturados sin el porcentaje casi siempre mínimo de “valor agregado” del país. Donde los ingresos por exportación de bienes primarios son destinados a la importación de estas manufacturas. Lo que determino el aumento de la deuda externa y la llamada “crisis de la deuda”. Esto es, que la exportación de capitales imperialistas a nuestro país y América Latina y el Caribe (ALC) tomo una forma con la llamada “industrialización” por sustitución de importaciones y, otra, con las “reformas” económicas “neoliberales” de las dos últimas décadas del siglo pasado hasta la actualidad. Sobre la llamada “industrialización por sustitución de importaciones” se puede consultar a E. Anaya Franco en su trabajo “Imperialismo, industrialización y transferencia de tecnología en el Perú”, citado en VP 1977, p. X y en el trabajo de J.A. Torres Z. “Estructura Económica de la Industria Peruana”, ambos se refieren que ese proceso de industrialización fue impulsado por las inversiones imperialistas y a la penetración y control de ese proceso por las empresas imperialistas y el proceso de control directo de las propias empresas de la compradora por la inversión extranjera, lo que según se ha citado en el “Perfil” constituye la extranjerización de las empresas en el Perú en el presente siglo. Leamos nuevamente la cita:

“Otro elemento que caracteriza al PESER es que existe una fuerte inversión extranjera de grupos transnacionales, que se van haciendo mayoritarios en varias empresas. Las élites económicas son las extractivas (minería, gas, energía eléctrica y el aparato logístico vinculado al sector exportador y el industrial) y la banca. El banco más importante, el Banco de Crédito del Perú, tiene como principal accionista a Crefast, fondo de inversión norteamericano, con más de 50%; AFPs tienen 12% de las acciones, y 24% está en manos de una offshore panameña. Por su parte, los Romero tienen un porcentaje pequeño de acciones. La economía se ha extranjerizado “a través de inversiones directas de Repsol, Yanacocha, etcétera. O de la compra de acciones de empresas peruanas como Graña y Montero, Ferreyros, Intercorp. Los grupos emergentes tienen más control sobre su propiedad porque son muy renuentes a vender acciones en la bolsa. Saben lo que les va a pasar” (Durand, 2017). (…) an ido generando monopolios y oligopolios en varios sectores. Esto la ha vuelto vulnerable a los vaivenes del comercio internacional, surgiendo economías de enclave con poca conexión interna, y generándose escaso empleo o empleo de baja productividad”.

Resultado: nuestra economía es más dependiente de las necesidades del imperialismo (mercado mundial), por consiguiente mayor atraso en el conjunto de la economía y el mayor despojo y explotación de las cuatro clases que conforman el pueblo en la revolución democrática no ha llevado a un desarrollo económico capitalista como dice la LOD revisionista y capitulacionista, un imposible histórico y político, porque lo que se desenvuelve sobre la base semicolonial y semifeudal, es el capitalismo burocrático como el camino dominante que imprime el imperialismo en nuestros países.

Y, repetimos, lo que el autor del “Perfil” en términos académicos dice: “Esto la ha vuelto vulnerable a los vaivenes del comercio internacional, surgiendo economías de enclave con poca conexión interna, y generándose escaso empleo o empleo de baja productividad”. Tal como ya se ha dicho “no llueve ni para arriba ni para abajo”

Esto determina una economía que ellos llaman “rentista”, esto es, que los ingresos generados por la exportación de recursos naturales no han sido destinados a cambiar la orientación productiva; al contrario, se recurre a la importación de bienes como maquinarias y equipos para estas “actividades extractivistas” en estas “economías de enclave” y de bienes de consumo no productivo.

Este “sector moderno” (directamente de las empresas imperialistas o de sus agentes de la gran burguesía nativa), por tanto, no sirve al desarrollo de la economía nacional, porque su intercambio con los otros sectores de la economía es mínimo, porque su maquinaria y equipo, conocimientos, viene de los países imperialistas y solo da empleo al 1,5 % de la PEA, que es de 16 millones. La mayor parte de sus superganancias se exportan y sus nuevas inversiones en maquinaria y equipo son para importarlos. Es decir, no tiene un gran “factor multiplicador en la economía” o, como también suele decirse, así, no llueve ni para arriba ni para abajo.

La gran empresa del imperialismo o de la gran burguesía nativa, a su servicio, que es la que domina las exportaciones primarias más las empresas medianas o nacionales constituyen el llamado sector moderno de la economía, el resto pertenece en su inmensa mayoría a la economía precapitalista (semifeudalidad). Los propios informes de la CEPAL lo confirman, así leemos en el prólogo de un estudio de la propia directora de dicha institución en ese momento, que dice:

“(En relación al crecimiento sostenido y la Agenda 2030 de la ONU) Las micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes) no pueden quedar al margen de este proceso. Más aún, su peso en el tejido productivo (el 99% de las empresas formales latinoamericanas son mipymes) y en el empleo (el 61% del empleo formal es generado por empresas de ese tamaño) las vuelve un actor central (…)”.

De aquí, el 99% de las empresas formales son micro, pequeñas y medianas, por eso, sin contar las empresas del sector informal. Las mipymes formales y dan empleo al 61% del empleo formal, entonces el 39% del empleo formal se reparte entre las grandes empresas y el Estado. En el caso del Perú el empleo formal varía entre 28 y 22%, si tenemos en cuenta que el empleo informal pasó en las últimas dos décadas de 78% a72% de la PEA. La mayor parte del empleo de la micro y pequeña empresa formal es auto-empleo y la absoluta mayoría del empleo informal es auto-empleo. Importantes datos para las relaciones sociales de producción en el país (precapitalistas= semifeudales)

Y para caracterizar su función dentro de la economía, además, dice:

“En muchos aspectos las mipymes latinoamericanas todavía presentan, con limitadas excepciones, las debilidades y fragilidades que las han caracterizado durante décadas: continúan al margen de los mercados más dinámicos y su contribución a las exportaciones sigue siendo extremadamente limitada; participan de forma marginal en relaciones productivas más dinámicas con grandes empresas, y raramente se integran en modelos asociativos con otras empresas para generar economías de escala y bienes colectivos. Asimismo, no logran acelerar su proceso de innovación y los procesos de producción continúan operando con tecnología obsoleta o escasamente productiva.

Todo eso redunda en un bajo desempeño de las mipymes, cuyo indicador más significativo es la persistencia de una gran brecha de productividad laboral respecto a las empresas grandes (…)” (Mipymes en América Latina: un frágil desempeño y nuevos desafíos…, CEPAL, Santiago 2020, con prólogo de Alicia Bárcena).

Esta parte de la cita es importante, pues expresa que la mayor parte de las empresas del país siguen en el atraso y “el atraso es semifeudalidad” (Presidente Gonzalo). Asimismo, muestra lo que ya se había dicho en un párrafo anterior, que las grandes empresas del imperialismo o de la gran burguesía nativa a su servicio, que tienen relaciones productivas o de intercambio mínimas con los otros sectores de la economía o como se dice en la parte subrayada, que las mipymes (formales, ni hablar de las informales) “participan de forma marginal en relaciones productivas más dinámicas con grandes empresas”. Agregamos, que esta participación “marginal…con grandes empresas”, debe ser mayoritariamente de las medianas.

ANEXO.:

167. DE MARX AL DIRECTOR DE OTIÉCHESTVIENNIE ZAPISKI ’

[Fines de 1877]

(…)

Para terminar, puesto que no me gusta dejar nada librado a la adivinación, iré al grano. Para poder estar autorizado a juzgar el desarrollo económico actual de Rusia, estudié el idioma ruso y luego estudié durante muchos años las publicaciones oficiales y otras vinculadas a este asunto. Llegué a esta conclusión: si Rusia sigue por el camino que ha seguido desde 1861, perderá la mejor oportunidad que jamás le haya ofrecido la historia a una nación, y sufrirá todas las fatales vicisitudes del régimen capitalista.

El capítulo sobre la acumulación primitiva sólo pretende trazar el camino por el cual, en Europa occidental, el sistema económico capitalista surgió de las entrañas del régimen económico feudal. Por ello describe el movimiento histórico que, al separar a los productores de sus medios de producción, los convierte en asalariados (en proletarios, en el sentido moderno de la palabra), a la vez que convierte en capitalistas a quienes poseen los medios de producción. En esa historia «hacen época todas las revoluciones que sirven de palanca al avance de la clase capitalista en formación; y sobre todo las que, después de despojar a grandes masas de hombres de sus medios tradicionales de producción y subsistencia, las arroja súbitamente al mercado de trabajo. Pero la base de todo este desarrollo es la expropiación de los agricultores.

“Esto sólo se ha cumplido radicalmente en Inglaterra… pero todos los países del Occidente europeo están yendo por el mismo camino”, etc. (El capital, edición francesa, 1879, pág. 315.) Al final del capítulo se resume la tendencia histórica de la producción de esta manera: que ella misma engendra su propia negación con la inexorabilidad que preside las trasformaciones de la naturaleza; que ella misma ha creado el mayor impulso a las fuerzas productivas del trabajo social y al desenvolvimiento integral de cada uno de los productores; que la propiedad capitalista, al basarse, como ya lo hace en realidad, en una forma de producción colectiva, no puede menos que trasformarse en propiedad social. En este punto no he aportado ninguna prueba, por la simple razón de que esta afirmación no es más que el breve resumen de largos desarrollos dados anteriormente en los capítulos que tratan sobre la producción capitalista.

Ahora bien, ¿qué aplicación a Rusia puede hacer mi crítico de este bosquejo histórico? Únicamente ésta: si Rusia tiende a trasformar se en una nación capitalista al estilo de los países de Europa occidental —y por cierto que en los últimos años se ha esforzado por seguir esta dirección— no lo logrará sin trasformar primero en proletarios a una buena parte de sus campesinos; y en consecuencia, una vez en pleno régimen capitalista, experimentará sus despiadadas leyes, como las experimentaron otros pueblos profanos. Eso es todo. Pero no lo es para mi crítico. Se siente obligado a trasformar mi esbozo histórico de la génesis del capitalismo en Occidente europeo en una teoría histórico-filosófica de la marcha general que el destino le impone a todo pueblo, cualesquiera sean las circunstancias históricas en que se encuentre, a fin de que pueda llegar finalmente a la forma de economía que le asegure, junto con la mayor expansión de las potencias productivas del trabajo social, el desarrollo más completo del hombre. Pero le pido a mi crítico que me dispense. (Me honra y me avergüenza a la vez demasiado.) Tomemos un ejemplo.

En diversos pasajes de El capital aludo al destino que les cupo a los plebeyos de la antigua Roma. En su origen habían sido campesinos libres, cultivando cada cual su propia parcela. En el curso de la historia romana fueron expropiados. El mismo movimiento que los separó de sus medios de producción y subsistencia trajo consigo la formación, no sólo de la gran propiedad de la tierra, sino también del gran capital financiero. Y así fue que un buen día se encontraron con que, por una parte, había hombres libres despojados de todo salvo su fuerza de trabajo, y por la otra, para que explotasen este trabajo, quienes poseían toda la riqueza adquirida. ¿Qué ocurrió? Los proletarios romanos se transformaron, no en trabajadores asalariados, sino en una chusma de desocupados más abyectos que los “pobres blancos” que hubo en el sur de Estados Unidos, y junto con ello se desarrolló un modo de producción que no era capitalista, sino que dependía de la esclavitud. Así, pues, sucesos notablemente análogos pero que tienen lugar en medios históricos diferentes conducen a resultados totalmente distintos. Estudiando por separado cada una de estas formas de evolución y comparándolas luego, se puede encontrar fácilmente la clave de este fenómeno, pero nunca se llegará a ello mediante la llave maestra universal de una teoría histórico-filosófica general cuya suprema virtud consiste en ser suprahistórica.

Sobre la comunidad rural rusa escribieron Marx y Engels en el prefacio a la edición rusa del Manifiesto Comunista (21 de enero de 1882):

“El problema consiste ahora en si la comunidad rural rusa —que es una forma de la propiedad comunal colectiva primitiva que ya ha sido por cierto destruida en gran parte— puede pasar inmediatamente a la forma superior, comunista, de la propiedad de la tierra; o si, por el contrario, debe cumplir desde el principio el mismo proceso de desintegración que el que ha determinado el desarrollo histórico de Occidente. La única respuesta posible a los elementos de un nuevo orden económico al darle inmediatamente esa pregunta es actualmente la siguiente: si la revolución rusa se convierte en la señal de desencadenamiento de la revolución obrera en Occidente, de modo tal que ambas se complementen, entonces la forma de la propiedad de la tierra que actualmente existen en Rusia puede constituir el punto de partida de un desarrollo histórico.”

• Otiéchestviennie Zapiski (“Anales patrios”). Esta carta fue escrita en francés. (Ed.)

•• N. K. Mijailovski: destacado teórico del partido pequeñoburgués de los populistas. (Ed.)

De Correspondencia, pág 288 y ss.

Continuaremos con el presente tema en próxima entrega.

https://www.marxists.org/archive/marx/works/1877/11/russia.htm
https://www.marxists.org/archive/marx/works/1848/communist-manifesto/preface.htm
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