Brasil: AND Editorial – Latifundio bolsonarista aumenta su guerra en el campo
A continuación publicamos una traducción no oficial del último Editorial publicado por A Nova Democracia (AND).
El ataque terrorista de terratenientes y sus grupos armados en Douradina, Mato Grosso do Sul, que dejó más de 10 guarani-kaiowás heridos en tres retomadas diferentes, exige una respuesta dura y contundente. Las bandas paramilitares avanzaron contra las retomadas, prendieron fuego en los alrededores, dispararon con armas largas hiriendo a los guarani-kaiowás, incluso en la cabeza; para terminar el trabajo, torturaron y golpearon a las masas, incluyendo un anciano. Fue una operación de cerco y aniquilamiento contra masas desarmadas, que luchan, dígase de paso, para retomar parte de la Tierra Indígena (TI) de Lagoa Panambi, delimitada desde 2011.
A pesar de la existencia del Ministerio de los Pueblos Indígenas, la verdad es que las garantías no llegan a las masas en su lucha por su territorio, por lo tanto, son un ornamento burocrático para engañar a incautos y sin validez alguna, por apariencia. ¿Qué se puede esperar del gobierno? La tentativa de masacre en Douradina ocurrió después de la súbita e inexplicable retirada de la Fuerza Nacional, que estaba en la zona; el propio Consejo Indígena Misionero (Conselho Indigenista Missionário – CIMI) plantea la sospecha de que fue una acción coordinada entre terratenientes y tropas federales para aniquilar a las masas. Justo antes de que se retirasen de la zona, las tropas del gobierno federal ja eran denunciadas por parte de los guarani-kaiowás como colaboradores para los pistoleros, a los que daban cobertura, además de que prohibían a los indígenas que realizasen sus actividades diarias.
No sólo este caso expresa tal situación. El año 2023, primero de este tercer gobierno de Luiz Inácio, fue el que tuvo la mayor cantidad de conflictos agrarios desde 1985 (fin del régimen militar) y que superó años sangrientos en la lucha por la tierra, como 1995 (cuando ocurrió la Masacre de Corumbiara en Rondônia) y 1996 (Eldorado dos Carajás, en Pará). Detrás de ese aumento está la acción de la extrema derecha bolsonarista, que conformó y armó hasta los dientes a millares de grupos paramilitares comandados o contratados por terratenientes, bajo la fachada de empresas de seguridad rural, según la investigación del expediente Oligarquías Armadas, de “Una mirada a los ruralistas”. Es un verdadero ejército descentralizado de extrema derecha, movilizado por determinados ‘movimientos de grandes productores rurales’, el cínicamente denominado ‘Movimiento Paz en el Campo’, terratenientes acaparadores de tierra y sanguijuelas, y de estos movimientos, algunos tienen al propio Bolsonaro como presidente de honor. És la extrema derecha la que está en la línea de frente del terror del latifundio en el campo, es una guerra promovida por el bolsonarismo predominante en ese medio.
El presidente de la república, atado al “agronegocio” como un perro obediente, aún no ha dicho nada sobre este intento de aniquilamiento generalizado de guatani-kaiowás excepto una lacónica declaración de que invitará a una comisión de dirigentes indígenas para tratar una demarcación y homologación de territorios reivindicados. No habrá nada más que palabras, ya que se ha doblegado tanto ante la reacción que cree que, si quiere mantener el gobierno, tiene que seguir atado. Es también por esto que en una encuesta reciente, la popularidad del gobierno cayó y ahora está en el 35%, alarmando a los mercaderes: la baja aprobación se da porque el gobierno inició diciendo ser ‘de izquierda’, pero más que cualquier otra cosa, es de derechas – y, así, va abriendo camino para que la derecha bolsonarista retoma la presidencia en 2026. Por lo tanto, no hay que esperar nada del camino institucional, ya que siempre difunde las ‘conquistas’…, con nefastas consecuencias en la cuestión indígena, ellas sólo sirven para ‘poner florituras’ y dar legitimidad a un genocidio continuado.
Se trata de una guerra civil rural, impuesta por el bolsonarismo a los pobres del campo. Desgraciadamente, sólo el primer lado posee un ejército, que actúa a conveniencia u omisión cobardes, cuando no con la represión activa, de los diferentes gobiernos y de los poderes institucionales, todos conformados por terratenientes que no se conmueven ni se pueden conmover por el drama de las masas. No da para seguir implorando a los terratenientes, quienes están en los puestos de poder del Estado, para que sean menos crueles, menos terratenientes. Es su naturaleza de clase. Las masas populares del campo: campesinos, indígenas y remanentes de quilombolas precisan elevar su organización, la autodefensa activa frente a los terratenientes criminales ladrones de tierras de la Unión y parásitos de la Nación, para garantizar su libertad, su tierra y sus territorios, como olas poderosas de la revolución de nueva democracia.