Las sanciones contra el imperialismo ruso ejemplifican las contradicciones entre imperialistas

Imagen de cabecera: gráfico del crecimiento económico ruso y predicciones para los próximos años. Fuente: gráfico, Statista; datos, Fondo Monetario Internacional (FMI).

Del 13 al 15 de junio ha sido la Cumbre del G7 en Italia, en la que algunas de las principales potencias imperialistas dirigidas por el imperialismo yanqui, se reunían para tratar diversos temas. El imperialismo yanqui puso sobre la mesa la guerra de Ucrania como el principal de estos temas. Ya antes de la propia cumbre el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, anunciaba un nuevo paquete de sanciones contra el imperialismo ruso. Se sancionaban hasta 300 entidades e individuos, se trataba de impedir o dificultar el acceso a tecnologías de la información y diferentes tipos de software, así como se anunciaban sanciones que afectarían al sector bancario ruso, en especial a los monopolios Sberbank y VTB. La Bolsa de Moscú ha caído un 15 por ciento tras haberse conocido la noticia y las previsiones de los imperialistas es que estas sanciones causarán un gran impacto en las posibilidades comerciales y por tanto de financiamiento y abastecimiento de materiales clave para el imperialismo ruso. Lo cierto es que no es la primera vez que hay una caída de bastante peso en la Bolsa de Moscú, y no es la primera vez que los imperialistas de Europa y el imperialismo yanqui anuncian consecuencias ‘devastadoras’ para la economía rusa.

Estas nuevas sanciones forman parte de una agudización en la pugna entre el imperialismo yanqui, principalmente, y otras potencias imperialistas que se ven arrastradas como el alemán, inglés, francés y otros, y por otra parte el imperialismo ruso. Ésta se produce después del fracaso de la ofensiva ucraniana y el avance, aunque lento, del imperialismo ruso desde hace meses en varias partes del frente1. Estas medidas económicas se ven acompañadas de otras como el permiso formal por parte del imperialismo yanqui, el alemán y el francés para que el Estado ucraniano ataque suelo ruso con armas que les han dado. Como decimos, este permiso es sólo formal ya que anteriormente ya se habían proporcionado en secreto misiles ATACMS y habían sido usados recientemente e incluso fueron usados hace muchos meses según el propio Zelenskyi.

La Unión Europea (UE) se ha sumado a realizar nuevas sanciones contra el imperialismo ruso: recientemente ha incluido en su ‘lista negra’ a 20 individuos y 22 entidades legales. Además el pasado jueves 20 de junio la UE finalmente aprobaba un nuevo paquete de sanciones aunque algunos analistas burgueses informan que probablemente sólo afectará ligeramente a la economía rusa, en tanto que se centra en tratar de frenar las reexportaciones, en especial en prohibir que los puertos europeos supongan un puerto de apoyo y de reenvío de gas ruso a terceros países. Esto último sólo representa un 10% de las exportaciones de gas licuado ruso a la UE. Este acuerdo llegaba después de que imperialismo alemán estuviese bloqueando este paquete de sanciones durante un largo tiempo. Según parece el principal motivo era el desacuerdo respecto a sancionar a intermediarios o puertos de paso en el comercio con Rusia. Alemania estaba en contra de esto. Esto apunta a dos cuestiones fundamentales: las diferencias entre el imperialismo yanqui y potencias imperialistas europeas, que aunque frecuentemente se vean arrastradas por la hegemonía de la superpotencia imperialista yanqui, en algunos puntos resisten las intenciones yanquis y hacen prevalecer sus intereses particulares; la resistencia del imperialismo ruso frente a las consecuencias de la guerra.

Con estas nuevas sanciones por parte del imperialismo yanqui y de la UE, se aprecia el rol de los imperialistas en esta guerra en particular, y en el contexto mundial en general: el imperialismo yanqui mantiene el papel de superpotencia hegemónica única, y así, logra arrastrar a sus políticas a los imperialistas de Europa, que al menos en cierta medida tienen que aceptar sus designios. Las sanciones de la UE, aunque tímidas, en cierta medida siguen el interés yanqui de atacar la exportación de hidrocarburos rusos. Este siempre ha sido un punto fundamental para los monopolios yanquis, en concreto poder atacar la exportación de gas ha sido una bandera que ha enarbolado el imperialismo yanqui desde hace mucho tiempo, como se hizo evidente con el ataque al gaseoducto Nord Stream 2 por parte del imperialismo yanqui para cortar una gran vía de suministro de gas ruso a gran parte de Europa. Esta competencia entre los monopolios yanquis y los rusos se ha intensificado en los últimos años a raíz de la fuerte irrupción de gas licuado proveído por los yanquis en los mercados mundiales.

Evolución de los máximos exportadores mundiales de gas licuado, con el imperialismo yanqui en primer lugar. Fuente: Bloomberg

Las potencias imperialistas de Europa y en particular el imperialismo alemán han cedido a algunos de los intereses del imperialismo yanqui. Por otra parte, si bien la colusión prima entre las potencias imperialistas, también existe el otro aspecto de la contradicción: la pugna, en tanto que el imperialismo alemán a a cabeza de la UE, siguen sin vetar las importaciones directas de gas y probablemente tarde en hacerlo a menos que se le provea de una alternativa igual de asequible y que no agrande la distancia entre ella y otros competidores imperialistas, como los yanquis. Buena muestra de este antagonismo con los intereses directos del imperialismo yanqui y defensa de lo suyos propios, es que el gas natural licuado del imperialismo ruso ha seguido llegando en grandes cantidades a los países miembros de la UE.

Entregas totales de gas natural licuado por parte de Rusia a países de la UE. Fuente: ACER basado en datos de ICIS LNG Edge

De hecho, en general los imperialistas en la UE tampoco han vetado totalmente las importaciones de petróleo ruso en ningún momento del conflicto: su pretensión era vetar un 90% de las importaciones para 2023 pero no lo han logrado ni mucho menos ya que el imperialismo ruso usa intermediarios, como el oleoducto Bakú-Tbilisi-Ceyhan, que pasando por el Cáucaso llega a puerto turco, y de ahí es reexportado a puertos europeos. Por otra parte el oleoducto terrestre Druzhba, por el cuál pasaba un tercio del crudo ruso exportado a la UE y que ha seguido suministrado petróleo en grandes cantidades a Europa ya que la UE sólo prohibió las importaciones de petróleo ruso que se realizasen de forma directa, y marítima.

Otra cuestión interesante es que el imperialismo alemán afirmaba que el problema para ellos en la aprobación de este nuevo paquete de sanciones ni siquiera radicaba en el gas -lo cuál problablemente no sea cierta, al menos parcialmente-, sino en el ataque a los intermediarios comerciales con Rusia, ya que una medida en este paquete era la obligación a las empresas de la UE de garantizar que sus clientes no revendieran ciertos productos a Rusia. Esta prohibición que supuestamente sólo afecta a mercancías de posible uso militar, podría afectar también a productos químicos, maquinaria y otros similares, algo que era inaceptable para los monopolios industriales alemanes.

Todo esto nos lleva obligadamente a realizarnos una pregunta: ¿estas sanciones están funcionando realmente contra el imperialismo ruso? Analistas y medios de diferente tipo apuntan a que no funcionan, que de hecho están fracasando. A pesar de las numerosas sanciones yanquis y las 14 rondas de sanciones por parte de la UE, se espera que el PIB ruso siga creciendo, según el FMI puede crecer hasta un 3,2 por ciento el año que viene. En 2023 ya creció en un 3,6 por ciento. También se espera que su inflación caiga del 13,8 por ciento al 6,3 por ciento este próximo año, volviendo a niveles previos a la guerra de agresión imperialista. Rusia está viviendo desde hace tiempo una mejoría económica. Rusia no sólo tiene vastos recursos naturales y grandes reservas de material militar que puede seguir poniendo sobre el frente. Las contradicciones entre las diversas potencias imperialistas que se enfrentan al imperialismo ruso ha supuesto un factor fundamental que le está ayudado a sobreponerse de las sanciones y de las pérdidas económicas por la guerra. Así, los imperialistas en Europa hacen la vista gorda a que el imperialismo ruso siga exportando sus mercancías, especialmente hidrocarburos.

Ni siquiera están evitando realmente que Rusia importe todo lo que necesita de alta prioridad como componentes eléctricos y equipamiento manufacturado principalmente a través de sus lacayos de Asia Central, que no están sancionados, como pueda ser Kirguistán y Kazajistán. Kirguistán ha observado un crecimiento de exportaciones a Rusia del 1.682,47 por ciento. Kazajistán por su parte ha experimentado un incremento del 333,18 por ciento. Otros países que han incrementado sus exportaciones hacia Rusia son Emiratos Árabes Unidos (81,55 por ciento) o Turquía (72,45 por ciento), muy probablemente, siendo esto reexportaciones de bienes que el imperialismo ruso considera clave y que no puede importar desde la UE como antaño. A su vez, en colusión con el socialimperialismo chino el imperialismo ruso ha conseguido también dar salida a muchas de sus materias primas que no han encontrado mercado en Europa o que lo tienen más difícil, siendo el principal importador de petróleo ruso del mundo con bastante diferencia, habiendo superado recientemente al viejo Estado indio, el otro principal importador de petróleo ruso. En 2023 el comercio entre los dos países alcanzó un récord de 240.000 millones de dólares, y además de importar enormes cantidades de materias primas, el socialimperialismo chino también suplió a Rusia con coches que ahora dominan el mercado automovilístico local, aparatos electrónicos y demás bienes más elaborados que ya no llegaban de Europa o no tan en masa.

Todos los indicadores apuntan a que las sanciones económicas al imperialismo ruso no están causando un efecto demoledor, y que los discursos de los gobernantes de los países imperialistas son extremadamente cínicos – como viene siendo habitual – . Los imperialistas sabían que no harían colapsar al imperialismo ruso con sanciones como esas, que ni cortaban completamente el flujo de petróleo y que ni siquiera han cortado mínimamente el flujo de gas a Europa o las importaciones de lo que Rusia necesita para seguir funcionando a pleno rendimiento. Por lo que toda la historia de las sanciones, y de lo que supuestamente iban a suponer para la derrota del imperialismo ruso, han sido una completa patraña.

Vemos el rol que juegan la colusión entre imperialistas, también la contradicción y defensa de sus propios intereses entre ellos. Es obvio el papel que juega la hipocresía de los imperialistas, que a diario hablan de esta guerra como una lucha entre la democracia y la libertad (representadas por Ucrania, EE.UU., y la UE) frente a la tiranía y los crímenes contra la legalidad internacional, representados por Rusia. Pero a su vez escupen sobre la sangre derramada del pueblo ucraniano, colaborando decisivamente en boicotear sus propias sanciones poniendo por encima sus beneficios por encima de cualquier otra cosa.

De momento la guerra incluso ha conllevado nuevos beneficios para el imperialismo ruso, que no sólo ha sorteado las sanciones y un gran daño a sus monopolios energéticos, sino que también ha conseguido nuevos y enormes beneficios para sus monopolios armamentísticos. A su vez la continuación de la guerra y una mayor crudeza de la misma benefician al imperialismo yanqui. Este último ya tiene en marcha los planes para la ‘reconstrucción’ – léase mayor saqueo- de Ucrania, que supondrán grandes obras de infraestructuras, licitaciones de contratos de múltiples servicios privados dados por el imperialismo yanqui, deudas impagables que caerán sobre las espaldas del pueblo ucraniano, etc. Además actualmente el imperialismo yanqui ya está beneficiándose de un aumento de venta de gas a algunos países europeos, y a su vez, también aumenta enormemente sus exportaciones de material militar. Con las sanciones el imperialismo yanqui no ha intentado tumbar al régimen ruso, sino que está intentando sustituir paulatinamente el papel del imperialismo ruso como proveedor de otras potencias y de otros tantos países oprimidos y continuar ganando cuota de mercado en la redivisión del mundo. Los muertos los pone la nación oprimida, Ucrania, y los beneficios los extraen los imperialistas.

El pueblo ucraniano no puede confiar en los imperialistas: el imperialismo ruso le agrede y le quiere subyugar como ya lo hizo en el pasado; el imperialismo yanqui, y otras potencias imperialistas europeas, le quieren someter, usarlo como carne de cañón en su contienda contra el imperialismo ruso y expoliar el país. Pero tampoco puede confiar en sus lacayos como Zelenskyi, que cumple un nefasto papel, vendepatria y liquidador de la valerosa lucha y resistencia de su pueblo que sigue regando con su sangre los campos de Ucrania en esta guerra, y que no confía en el pueblo para ganar la guerra, sino en los imperialistas. Así al pueblo ucraniano sólo le queda una opción: confiar en sus propias fuerzas para seguir combatiendo y resistiendo hasta finalmente limpiar de imperialistas su tierra, ya sea si éstos son los agresores rusos, o los yanquis y de diversas potencias europeas que se frotan las manos con la perspectiva de saquear el país en la actualidad o en el futuro.

1Recomendamos leer el artículo que publicamos por el 2º aniversario de la guerra de agresión del imperialismo ruso contra Ucrania, en el cuál ya apuntamos que el imperialismo ruso avanzaba lentamente pero cumpliendo sus objetivos mínimos, cuestión que sigue dándose hoy en día: https://heraldorojo.org/2024/02/26/dos-anos-de-la-guerra-de-agresion-rusa-contra-ucrania/

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