Brasil: Editorial de AND – Los paladines del fascismo

Publicamos una traducción no oficial del último Editorial publicado por A Nova Democracia.

El informe de la Comisión Pastoral de la Tierra (CPT) publicado el pasado 23 de abril constata, por segundo año consecutivo, niveles récord de conflictos agrarios en 2024. Se registraron más de 2.185 casos, que mantienen los niveles de 2023 y son, en conjunto, los más altos desde 1985. Sin duda, esto comprueba que el escenario de violencia en el campo del viejo Estado y los grupos latifundistas de extrema derecha y sus pistoleros contra los pobres del campo, y la incansable resistencia de éstos en la lucha por sus derechos y por las reivindicaciones seculares de democratización de la tierra –y por eliminar las consecuencias de su monopolio– es una constante, y no un fenómeno ocasional.

Tal aumento, como todo emprendimiento de este tipo, se queda corto respecto a la realidad; por lo tanto, la verdad sea dicha: la realidad es aún más grave. El informe constata 13 asesinatos relacionados con conflictos agrarios, porque se basa en datos oficiales, cuyas ocurrencias no rara vez son manipuladas por policías coludidos con los latifundistas desde las comisarías. ¿Cuántos campesinos, cuántos indígenas y otros pobres del campo no han sido asesinados por grupos paramilitares y por policías y han tenido sus casos registrados como “ajustes de cuentas del narcotráfico”, “crimen pasional”, homicidio tras “malentendido” (pelea ocasional) o incluso suicidio?

La vista gorda ante tantos crímenes de la extrema derecha y del latifundio, por parte del gobierno –que, por el contrario, se rindió por completo a la Frente Parlamentario del Agronegocio, para ser instrumentalizada por este– resulta en un fomento a la acción abyecta, no solo de los grupos paramilitares en general, sino a su vinculación explícita con los latifundistas y su motivación ideológica y política. El informe demuestra que el “Invasão Zero”, por ejemplo, realizó ataques en al menos 6 estados de todas las regiones del País; otros grupos similares se encargaron de ocupar otros estados, donde este no actúa. Y más: el 46% de las ejecuciones en el campo fueron comandadas directamente por los latifundistas. Es decir, fueron tan descaradas que fue imposible encubrir lo vínculos con estas.

Los demócratas y progresistas no pueden minimizar ni hacer “oídos sordos” ante tal escenario. No se puede olvidar que es precisamente el latifundio la base social y refugio de los valores más reaccionarios y antipopular que, condensados, producen y fomentan fenómenos políticos como Bolsonaro y su vasta base anticomunista, lista para movilizarse por la reinstauración del régimen militar fascista. No se puede olvidar, por ejemplo, que la agitación golpista de 2022-2023, que casi produjo la esperada ruptura del orden constitucional, tuvo a sus mayores financiadores entre el “personal del agronegocio”, en palabras del delator Mauro Cid. Fue el “personal del agronegocio” –no en general, sino nombres concretos, como ha investigado el portal “De Olho nos Ruralistas” – quien estuvo detrás del intento de hacer explotar un camión cisterna el 25 de diciembre de 2022, cuyo propósito admitido por el autor, George Washington de Sousa, era causar conmoción y justificar la ruptura. Ellos son los paladines del fascismo y de la extrema reacción. Por lo tanto, quien realmente habla de defender las libertades democráticas, habla de combatir la extrema derecha y el fascismo; quien habla de extrema derecha, habla de latifundio; y quien habla de combatirlos a todos, habla de autodefensa armada campesina y de Revolución Agraria, como la forma más elevada de la lucha de clases en el campo. Al fin y al cabo, quien no habla de aprender a nadar, de botes o de barcos, no quiere realmente llegar a la otra orilla del río.

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Escenario de guerra por la posesión de la tierra, como el que ocurre en este momento en Rondônia. En el área de Gedeon José Duque, en Machadinho D’Oeste, decenas de paramilitares intentan asaltar el lugar, y fracasan ante la autodefensa campesina. El jefe de este intento es un sujeto llamado Gesulino, condenado como autor intelectual en el episodio conocido como “Masacre de Jacinópolis” a décadas de prisión, y extrañamente liberado tras cumplir una décima parte de la pena, para luego asumir el puesto de jefe del mayor grupo de exterminio de la región norte de este estado.

No estamos tratando sino de una confrontación armada totalmente espontánea en la lucha por la tierra: si es cierto que los campesinos y demás pobres del campo se unen cada vez más en el polo de la Revolución Agraria y de la resistencia armada contra los latifundistas, quizás vislumbrando un futuro en el que ejerzan el poder político en las zonas agrarias, los latifundistas también actúan con una motivación más profunda que meramente económica; actúan por convicción ideológica de que están evitando una subversión campesina comunista, porque sienten que un fantasma está tocando sus bellas propiedades, construidas durante casi 500 años de esclavitud y servidumbre de negros, indígenas y blancos pobres.

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Habiendo fracasado en su intento de exterminar al pueblo palestino, el imperialismo yanqui se encuentra en una situación delicada. Las tropas sionistas ocupan, de hecho, el 50% de la Franja de Gaza, pero solo porque así lo quiere la Resistencia Nacional. Después de todo, los datos de los propios israelíes indican que más de 10.000 soldados han sido puestas fuera de combate, ya sea por muerte o por heridas. También son israelíes las informaciones que indican que la tasa de no presentación de reservistas convocados es del 30 al 40%, lo que deja patente que la eficiencia de la Resistencia, al combatir a las tropas invasoras, repercute internamente en Israel como una baja en la “llama de la guerra”, como se dice. No es de extrañar que el jefe del Estado Mayor sionista, Eyal Zamir, expresara sus preocupaciones en un comunicado a Benjamin Netanyahu, ya que “la escasez de soldados puede limitar la capacidad del ejército para alcanzar las ambiciones y planes de la dirección política”, mientras que militares de todos los rangos envían peticiones para que Netanyahu suspenda el envío de nuevas tropas, mayoritariamente reclutas mal entrenados y no preparados, en un flagrante quiebre de la disciplina militar en el frente invasor.

En este sentido, el 50% del territorio de la Franja de Gaza ocupado por las tropas invasoras no es más que parte de la trampa de las guerrillas palestinas: dejarlos entrar en un terreno inhóspito, cuidadosamente preparado con infinitas trampas, donde cada palestino es un miliciano listo para infligir bajas a las tropas invasoras. Esto no significa que el genocidio y exterminio del pueblo palestino no estén en curso. Sin embargo, estos son impotentes, ya que a cada masacre cometida se levanta el cerco político internacional al Estado sionista de Israel, limitándolo en su margen de maniobra, y une aún más al pueblo palestino en el camino de la liberación nacional. Por lo tanto, es urgente elevar la solidaridad internacional con la Resistencia y con el mil veces heroico pueblo palestino.

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