Filipinas – La carga de los jóvenes trabajadores: desempleo, salarios invivibles
A continuación compartimos una traducción publicada por la web Revolución Filipina.
Pangolin, de 22 años, se licenció en Comunicación por una universidad privada del sur de Tagalog en julio. Estudió duro durante cuatro años para convertirse en fotoperiodista. Cinco meses después de marchar para recibir su diploma, sigue en paro. Para llegar a fin de mes, acepta trabajos «por encargo» y trabaja dos veces por semana como «asistente de chat» para el sitio web de una empresa. Ella corre con los gastos de Internet, el portátil y la electricidad.
Sólo gana entre 300 y 600 ₱ por comisión y hasta 2.000 ₱ [Nota del editor: peso filipino, moneda del país.] como asistente de chat, dependiendo de los productos que venda. Su trabajo desde casa es irregular y no le reporta beneficios ni seguridad.
La situación de Pangolin es común entre los trabajadores jóvenes. En julio, 1,02 millones, o el 43% del total de parados, eran jóvenes de entre 15 y 24 años, según las estadísticas amañadas del Estado reaccionario. Durante el mismo mes, la Autoridad Estadística Filipina informó de una tasa de desempleo juvenil del 14,8%, frente a la media nacional del 4,7%. Mientras tanto, el 12,1% de los jóvenes estaban subempleados durante el mismo periodo.
La tasa de desempleo juvenil ha sido durante décadas superior a la media nacional porque ninguna industria crea suficientes puestos de trabajo para absorberlos. Los empleos recién creados en Filipinas, si es que existen, son de baja calidad y temporales. Año tras año, su número se suma al enorme ejército de desempleados.
La tasa de desempleo juvenil sigue siendo elevada a pesar de que el número de jóvenes incluidos en la población activa es cada vez menor. En los últimos 15 años (desde 2009), el número de filipinos de entre 15 y 24 años incluidos en la población activa del país descendió al 34,4% (desde el 45%). A menudo se declara que los estudiantes o las personas en formación no se contabilizan en la población activa. Sin embargo, los datos muestran que casi 3 millones de los no contabilizados en la población activa pertenecen a la categoría NEET (no cursan estudios, no trabajan y no reciben formación). En 2022, casi 4 millones de jóvenes pertenecían a esta categoría. Muchos de ellos proceden de las familias más pobres, donde el 25% de los jóvenes no están escolarizados y no tienen trabajo al que optar. En 2018, una de cada dos mujeres jóvenes que terminaron la escuela secundaria eran NEET. Son vulnerables al desempleo de larga duración y a la pobreza extrema.
Mientras tanto, la mayoría de los trabajadores jóvenes desempeñan las llamadas ocupaciones elementales (40%) o trabajos simples y rutinarios que requieren trabajo físico y una formación mínima. Y ello a pesar del supuesto aumento del nivel educativo de muchos jóvenes debido a la implantación del K-12.
Uno de esos jóvenes es Ian, de 22 años, de Sorsogon, que se graduó del K-12 en 2020. Obtuvo el Certificado Nacional de Nivel 1 en Mantenimiento de Automóviles de la TESDA. Pero cuatro años después de graduarse, convertirse en mecánico en un gran taller de automóviles sigue siendo solo un sueño. Debido a la falta de oportunidades, trabaja en una fábrica ganando 520 ₱ al día, un contrato sin seguridad ni prestaciones.
«Gano lo justo para tres comidas al día (₱150) y un billete de ida y vuelta (₱50)», explica. «Tras deducir el alquiler y las facturas del agua, no me queda nada para enviar a mi familia». Si se hubiera convertido en mecánico según su formación, podría haber ganado hasta 1.000 ₱ al día.
La falta de oportunidades laborales es también el problema de Shein, que se licenció en arquitectura en octubre en una universidad pública de Metro Manila. Para ganarse la vida, organiza reuniones de venta de sus pegatinas y creaciones artísticas.
Como su título indica, está cualificada como arquitecta junior o aprendiz de arquitectura, con un salario inicial de entre 20.000 y 22.000 ₱ al mes. Considera que esta cantidad es suficiente para vivir de forma independiente. «No tengo familia que mantener, pero también quiero contribuir a los estudios de mi hermano», dice.