Editorial de Nueva Democracia – Resistencia Palestina: Una voz de orden para el movimiento antiimperialista mundial
A continuación compartimos el Editorial publicado por el periódico colombiano Nueva Democracia.
NOV 9, 2024
El imperialismo revela claramente su verdadera naturaleza de carnicero de los pueblos. Israel, el nazismo de nuestro tiempo, no es ninguna aberración ni ente Elegir el mes irracional del sistema imperialista; es su hijo pródigo. En palabras del presidente de Estados Unidos Joe Biden cuando era senador: “[Israel] es la mejor inversión de 3 mil millones de dólares que hacemos [en referencia a la ayuda militar anual de EEUU a Israel en ese momento]. Si no existiera Israel, Estados Unidos de América tendría que inventar un Israel para proteger sus intereses en la región”. La farsa de la “lucha por la democracia” y la “lucha contra el terror” se cae por completo ante el patrocinio del mayor genocidio televisado de la historia.
En Palestina se comete un brutal genocidio, pero lo que ocurre principalmente es una extraordinaria guerra de Resistencia Nacional. Múltiples organizaciones militares de Resistencia Nacional -entre ellas las Brigadas de Hamas, de la Yihad Islámica, del Frente Popular para la Liberación de Palestina, del Frente Democrático para la Liberación de Palestina, entre otras- desarrollan una guerra de guerrillas contra un enemigo con una fuerza superior. Aunque, naturalmente, no se muestre en los monopolios de prensa imperialista, a diario en Gaza y Cisjordania se presentan sabotajes, emboscadas, guerra de túneles, lanzamiento de cohetes. Las Fuerzas de Defensa Israelí han publicado los nombres de 360 soldados israelís que han muerto desde la incursión terrestre a Gaza del 27 de octubre de 2023. En medio de alta censura que busca ocultar el número real de bajas, el Ministerio de Seguridad de Israel reconoce la muerte de 890 militares sionistas desde el 7 de octubre de 2023. Un reciente informe del New York Times que toma como fuentes analistas militares y soldados israelíes, explica cómo el enfrentamiento sobre el terreno en Palestina se ha convertido en una guerra de desgaste. Considerando que el poderío militar de Israel supera al de la Resistencia en escala y tecnología, las Brigadas han refinado su estrategia para maximizar las ventajas de la guerra asimétrica. El testimonio de la madre de un soldado israelí en estado de depresión describe: “Vuelven a los mismos edificios que limpiaron y cada vez los atrapan de nuevo. Ya han estado en el barrio de Al-Zaytoun tres veces. Comprenden que es inútil y sinsentido”.
Un analista de seguridad y antiterrorismo estadounidense afirmó el mes pasado en el Atlantic Council que, “Hamás sigue siendo una amenaza estratégica en el campo de batalla, así como una organización terrorista con capacidad de transformarse en una insurgencia terrorista”. Las fuerzas que conforman el Frente de Resistencia Nacional de Palestina están estrechamente unidas al pueblo palestino. El plan de evacuar totalmente a Gaza no funcionó sencillamente porque los palestinos no quisieron salir. Las masas proporcionan apoyo logístico, información y recursos a las organizaciones armadas; han organizado protestas y acciones contra el Estado sionista. Además, cientos de nuevos combatientes toman los puestos de los combatientes caídos.
Con el Diluvio de Al-Aqsa, las fuerzas de Liberación Nacional han logrado un avance cualitativo contra los planes de los imperialistas y lo principal, es que lograron retomar la iniciativa que había sido golpeada con los acuerdos de Oslo de 1993 y con la imposición de la línea de capitulación nacional. A la vez, al hacer esto, el movimiento de Resistencia Nacional Palestina está despertando por todo el mundo un amplio movimiento antiimperialista y señala el comienzo de otra gran ola de resistencia antiimperialista. Para entender en su profundidad el momento actual en Palestina y su significado para la región y para la lucha antiimperialista internacional es necesario realizar, aunque sea brevemente, un recorrido por el proceso de la lucha de Liberación Nacional Palestina y abordarla como parte del proceso internacional de lucha contra el sistema imperialista.
La Guerra de Liberación Nacional Palestina contra el Estado sionista de Israel lleva 76 años. Israel, patrocinado y armado por las potencias imperialistas, substituyó al mandato colonial británico en Palestina, desplegó un plan de colonización absoluta de los territorios palestinos, emprendió una guerra total por la liquidación de la nación palestina y agredió a los Estados Árabes de Egipto, Jordania, Siria, Irak, hasta hacerlos arrodillar ante los intereses de Israel y de Estados Unidos. Gobiernos nacionalistas tales como el Nasser en Egipto, entorpecían sus planes para la explotación y el control del suministro del petróleo, el control del canal de Suez, y el control geopolítico del mundo. En medio de la Guerra Fría, Medio Oriente cumplió un papel importante en la disputa interimperialista. Israel ha sido punta de lanza de los Estados Unidos en el Medio Oriente, primero, para alcanzar y mantener su condición de superpotencia imperialista hegemonica única, encima del socialimperialismo ruso y otras potencias imperialistas y, segundo, para continuar con la explotación de los recursos, de los pueblos y de las naciones oprimidas.
El pueblo palestino se enfrentó a una fuerza desproporcionadamente más poderosa, y ante eso organizó la lucha armada a través de decenas de organizaciones guerrilleras. Conformó un frente de unidad nacional, la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), única fuerza legítima de representación nacional del pueblo palestino, que se ha levantado en masivas y combativas rebeliones (Intifadas). La heroica resistencia armada y popular de la nación Palestina logró hacer fracasar los planes de Israel y los imperialistas de la limpieza étnica, de la negación absoluta de la existencia de la nación Palestina y del desplazamiento completo de la población a los países aledaños.
La lucha palestina hace parte destacada del gran movimiento antiimperialista y comunista que experimentó un gran auge entre 1950 a 1980. Una época en la que se vivieron grandes acontecimientos como la guerra de Liberación Nacional en Vietnam, la Guerra de Independencia de Argelia, las guerrillas en Irlanda y España, las luchas guerrilleras y revoluciones en América Latina, la lucha de Liberación Nacional kurda, la revolución triunfante de Nueva Democracia y Socialista en China y las Guerras Populares en Nepal, Perú, India, Turquía y Filipinas. Las fuerzas socialistas y de liberación nacional hicieron temblar al imperialismo infringiéndole duros golpes. Pero, no tratándose aún de la batalla final, contra este movimiento revolucionario se levantó una poderosa contrarrevolución de los imperialistas y los reaccionarios. En 1991, con la guerra contra Irak, se inicia la actual etapa de la guerra de agresión imperialista contra los países oprimidos en el Medio Oriente. Además, desatando un ataque sanguinario contra los movimientos revolucionarios, esta guerra marca el comienzo de la ofensiva contrarrevolucionaria del imperialismo, encabezada por el imperialismo yanqui en convergencia con los socialimperialistas rusos y chinos, por el nuevo reparto de los países oprimidos. Por un lado, hicieron común las masacres en masa, las invasiones y los golpes de Estado, por el otro, fue clave inducir a la capitulación a los partidos y organizaciones dirigentes de estos procesos. Los “acuerdos de paz” iban acompañados de las masacres y asesinatos de quienes no traicionaron.
En Palestina, esta contraofensiva del imperialismo golpeó a la Resistencia con los acuerdos de Oslo en 1993-1995, debilitándola de una forma que ni la tortura y el asesinato en masa habían logrado. En estos acuerdos se dividió a Cisjordania y la Franja de Gaza en un mosaico de áreas, se creó una “Autoridad Palestina” que solo tenía el control administrativo de menos del 40% de reducidas áreas palestinas y no tenía el control de la tierra, del agua, ni de las fronteras. Realmente no tenía jurisdicción o soberanía salvo la concedida por Israel, quien controlaba incluso una gran parte de sus ingresos monetarios en forma de impuestos y derechos de aduana. La Autoridad Palestina tenía como mandato el de velar por la seguridad de los colonos y fuerzas de ocupación israelí en contra de la Resistencia. “Al fin y al cabo, la falta de acuerdo siempre habría sido mejor que el acuerdo que surgió de Oslo. La ocupación habría continuado, como ha ocurrido de todos modos, pero sin el barniz del auto gobierno palestino, sin aliviar a Israel de la carga financiera derivada de gobernar y administrar a una población de millones de personas y sin que hubiera una “coordinación de seguridad” -el peor resultado de Oslo- en virtud de que la Autoridad Palestina ayuda a Israel a vigilar a los palestinos descontentos que viven bajo su régimen militar mientras los colonizadores israelíes se apropian gradualmente de sus tierras”, afirma Rashid Khalidi en su libro, Palestina. Cien Años de Colonialismo y Resistencia.
Bajo la línea de la capitulación nacional, Estados Unidos e Israel, lograron infringir un duro golpe a las fuerzas de Resistencia Nacional Palestina organizadas en la OLP, contribuyendo a la agudización de las contradicciones internas. A lo largo de las siguientes 3 décadas hasta hoy, Estados Unidos ha logrado avances en la normalización de las relaciones en la región. Egipto participó del bloqueo de la Franja de Gaza, manteniendo prácticamente cerrado el paso fronterizo de Rafah y realizando la destrucción de cientos de túneles utilizados como ruta comercial de bienes y armas, hacia y desde Gaza. Además, se fortalecieron aún más las relaciones con Israel entre 2011 y 2016. En el 2023 Israel presentó un plan para un gasoducto donde borraba casi completamente del mapa a la población de Gaza, mostrando cómo su soberbia lo llevaba a pensar que por fin concretaría sus planes de desplazar en su totalidad una nación y su pueblo. En el 2022 la estrategia de seguridad nacional de los Estados Unidos apuntaba a concentrar sus fuerzas en la contienda interimperialista con China en el Indo-pacífico, para lo cual era necesario mantener una estabilidad relativa en el Medio Oriente. El pueblo palestino no paró de luchar, se ha levantado en dos nuevas Intifadas en este siglo (2000 y 2017) y varias fuerzas de resistencia armada no aceptaron o deslindaron de los acuerdos de Oslo, al plasmarse como un acuerdo de claudicación y colaboración con el ocupante; pero, la unidad palestina y la lucha armada palestina se encontraban significativamente debilitados, sus fuerzas estaban divididas entre sí.
El 7 de octubre de 2023, con la operación Diluvio de Al-Aqsa, se produjo un punto de inflexión. El pueblo palestino logró poner patas arriba los planes del imperialismo y del sionismo, unificó al pueblo y a las fuerzas nacionales en la línea de la resistencia armada, sobreponiéndose a la línea de capitulación nacional que estaba llevando a la nación al camino del exterminio. Por más dolorosas que sean las imágenes del genocidio y la hambruna causada por los reaccionarios en Palestina, el pueblo palestino ha aprendido con su sangre de un siglo de Guerra de Liberación Nacional que, como dijera Mao Tse Tung, “combatir es sobrevivir, no hacerlo es perecer». La consigna “Palestina vencerá” se sustenta en las leyes que rigen la guerra y la historia, no son las bombas y la gran tecnología militar las que determinan el rumbo de la guerra, sino las masas, las fuerzas motrices de la historia.
Desde el punto de vista de analistas militares reaccionarios pro-Israel: “El desarrollo de la operación «Diluvio de Al Aqsa» nos recuerda en cierto modo a la «ofensiva del Tet » realizada por el Viet Cong (1968) en Vietnam del Sur. Esta, fundamentalmente urbana y simultánea sobre casi todas las capitales de Vietnam, provocó una respuesta militar contundente de las fuerzas estadounidenses (…) La «ofensiva del Tet » terminó siendo una sucesión de victorias tácticas de los Estados Unidos y Vietnam del Sur frente a la guerrilla del Viet Cong. Sin embargo, fue una derrota sin paliativos en el ámbito cognitivo y esto posibilitó, en el largo plazo, la victoria política del Viet Cong y de Vietnam del Norte”. Los “éxitos” tácticos de Israel consisten en 43.000 palestinos asesinados cobardemente, 2.600 libaneses asesinados y el asesinato de líderes como Ismael Haniyeh, Nasrallah, Yayha Sinwar, entre otros dirigentes de las diferentes Brigadas de la Resistencia. Sin embargo, Israel no ha logrado llegar ni a los rehenes, mientras se aísla a sí mismo sin poder mantener ocultos sus crímenes de guerra y asesinatos en masa. Las contradicciones y pugnas se han expresado al interior de su Estado sionista y con las potencias imperialistas a quienes les sirve y quienes le brindan apoyo. Los intentos de Israel de legitimar la presencia en la región bajo los acuerdos Abraham se echaron por tierra, por el contrario, Palestina fortaleció la solidaridad y unidad de acción con los movimientos de resistencia antiimperialista, especialmente en el Líbano, Yemen e Irak, además de neutralizar o ganar el apoyo de otros gobiernos de la región y del mundo.
Israel ha ampliado el alcance y los objetivos de la guerra hasta el punto de que la Resistencia no puede ser derrotada. El pasado mes de octubre, Israel invadió por vía terrestre al Líbano, mientras mantiene los bombardeos aéreos. En 1978 y en 1982 los israelíes realizaron la primera y segunda invasión al Líbano con el pretexto de garantizar la seguridad de los asentamientos civiles en Galilea, y de acabar con la OLP en el Líbano. En 1982, atacaron con bombardeos aéreos a Beirut asesinando a 20.000 personas. Israel prosigue una ocupación al territorio libanés, tras años de intensos combates entre las fuerzas de ocupación israelíes y las fuerzas de Resistencia Nacional Libanesa. En el año 2000, una de esas guerrillas de resistencia nacional, Hezbolá, conjurando los intentos de capitulación del gobierno del Líbano, consiguió liderar al pueblo libanés a una gran victoria que logró la retirada de Israel. Además, repelió una segunda invasión de Israel en el 2006 y mantiene una resistencia armada en una franja de 30 km 2 del sur del Líbano que sigue bajo ocupación israelí. Hezbolá no es, como insiste la prensa monopólica, una milicia chií que funciona como “proxi” de Irán; es un grupo político, con carácter antiimperialista y antisionista construido a lo largo de décadas de lucha, con diferentes iniciativas en sectores como educación, salud y cultura, que cuenta con una fuerza militar, la cual está permitida por las leyes del país.
Las fuerzas del Estado sionista de Israel -con un contingente de combatientes y armamento igual o superior al del Ejército libanés (apoyado por el pueblo por librar una guerra justa contra las fuerzas invasoras)- “no tienen la capacidad de enfrentarse ni a Hezbolá ni a los 40.000 voluntarios que cruzarían el Golán sirio para apoyar a la Resistencia libanesa. Sin mencionar que, si contamos los efectos desde los Altos del Golán hasta la frontera con Irak, hay alrededor de 500 mil combatientes con experiencia de combate concreta y listos para luchar”, sostiene Bruno Lima Rocha Beaklini, politólogo, periodista, columnista y profesor de Relaciones Internacionales y Periodismo en Brasil. Israel amplía cada vez más el frente de agresión y con ello a las fuerzas de la Resistencia. Tras las demostraciones de fuerza y de tecnología militar, como la explosión de los beepers contra Hezbolá, y, con las pomposas declaraciones de que Hamas y Hezbolá se encuentran decapitados, se esconde la crisis en la que se hunde Israel con su gran debilidad para afrontar una guerra prolongada que ha mostrado que no puede ganar.
El imperialismo yanqui trata de maniobrar la situación desfavorable creada por la Resistencia Nacional Palestina intentado ver como ajustar sus planes de manera de que sirvan a golpear e interferir en la soberanía nacional de Irán, parte de su objetivo estratégico de cercar a la superpotencia atómica rusa. Es natural que Estados Unidos intente desvirtuar la alianza entre Irán y las Fuerzas de Liberación Nacional Palestina, Hezbolá y otras fuerzas antiimperialistas, mostrándola como si fuesen simples tentáculos de Irán. Las actas de 10 reuniones entre los principales líderes de Hamás con Irán y Hezbolá en los preparativos del 7 de octubre del 2023, incautadas y publicadas por el mismo ejército israelí, muestran, entre otras cosas, que Hamas actuó buscando persuadir a Irán y a Hezbolá para que participaran o apoyaran la acción. Se “sentía seguro del apoyo general de sus aliados, pero llegó a la conclusión de que podría ser necesario seguir adelante sin su plena participación en parte para impedir que Israel desplegara un nuevo y avanzado sistema de defensa antiaérea antes de que se produjera el asalto”. Las fuerzas de Liberación Nacional Palestina actuaron con independencia e iniciativa, buscando ganar aliados. Es claro que las fuerzas antiimperialistas necesitan mantener alianzas con quien sea posible para enfrentar al enemigo principal -que en la región es el ocupante Israel y el imperialismo yanqui- siempre y cuando conserve su independencia y no caiga a la cola del juego entre las potencias imperialistas. Este no es el caso en Ucrania, donde Zelensky en la lucha contra el invasor ruso, ha subordinado la soberanía nacional a los intereses de los imperialistas europeos y estadounidense.
En medio de estas complejas contradicciones que se vinculan entre sí, lo que destacamos es cómo con el Diluvio de Al-Aqsa, el movimiento de Liberación Nacional Palestino recobró la iniciativa y tomó por sorpresa a los imperialistas. Es ahora el imperialismo quien ajusta sus planes –que no dejan ni dejarán de ser negros, guerreristas y sangrientos- a las condiciones impuestas por la Resistencia. En ese sentido el Diluvio de Al-Aqsa no solo tiene un enorme significado para la lucha de Liberación Nacional Palestina y para la situación en la región, sino además para todo el mundo. La Resistencia Nacional Palestina es expresión de un cambio de condiciones que se produjo en el mundo. El imperialismo golpeó los movimientos revolucionarios de los años 70 y decretó el fin de la historia, pero, para el imperialismo tampoco se trataba de la batalla final. La ofensiva contrarrevolucionaria del imperialismo se desgasta y declina y, entramos en una etapa de auge revolucionario y de lucha antiimperialista. La heroica Resistencia Nacional Palestina, como parte del movimiento antiimperialista del proletariado y de todos los pueblos y masas explotadas y oprimidas del mundo, expresa claramente esta realidad y, a la vez, se levanta lanzando una voz de orden a todo el movimiento revolucionario antiimperialista.