El Colectivo Púrpura-Rojo sobre el 25 de noviembre

A continuación publicamos una traducción no oficial de la convocatoria por el 25 de noviembre del Colectivo Púrpura-Rojo.

¡EL 25 DE NOVIEMBRE, TOMEMOS LAS CALLES CONTRA LAS GUERRAS IMPERIALISTAS Y LA VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES!

El sistema imperialista, con su afán de lucrarse y su afán de hegemonía, causa guerras y conflictos en muchas partes del mundo que no terminarán hasta que acabe en el basurero de la historia.

Porque lo sabemos: imperialismo significa crisis, imperialismo significa guerra y violencia.

Desde hace más de un año, el pueblo palestino de Gaza vive los días más sangrientos de los últimos tiempos. El Estado sionista de Israel, con el pleno apoyo de sus amigos imperialistas, utiliza bombas y otras fuerzas militares contra el pueblo palestino todos los días, todas las horas e incluso todos los minutos. Las devastadoras y graves consecuencias de este intento de genocidio las sienten con mayor intensidad las mujeres y los niños. Israel y sus aliados han atacado Líbano y Siria para intensificar y expandir aun más la guerra en Oriente Medio, el principal escenario de la sangrienta lucha por la hegemonía de Israel y sus aliados. Esta evolución trae sangre, muerte y horror, en particular a los pueblos pobres. La consideración de los cuerpos de las mujeres como botín de guerra, así como el hecho de que las mujeres sean violadas en las guerras, conduce a una serie de traumas para las afectadas, lo que da lugar a una desesperación que está profundamente arraigada en la memoria. Las mujeres que están expuestas a múltiples formas de violencia, pobreza, acoso y violación en su vida diaria y cuyas necesidades son ignoradas, están expuestas a una versión intensificada de lo que experimentan en condiciones de guerra. La guerra representa la forma más intensa de dominación masculina del sistema, que fortalece la masculinidad, el militarismo, la violencia, la violación, el acoso, el hambre y la pobreza. Además, la guerra se caracteriza por el racismo y el sexismo.

Las mujeres de la región no sólo están expuestas a las graves consecuencias de las guerras. Otra forma de opresión son las políticas misóginas de los sistemas y Estados basados en formas feudales de producción y cultura, que se traducen en la perpetración sistemática de la violencia contra las mujeres en todas sus formas. En Afganistán, las leyes de los talibanes obligan a las mujeres a cubrirse completamente el cuerpo, incluido el rostro, y les prohíben hablar, lo que supone una importante restricción de sus derechos fundamentales. En Irán, el terror de la policía de la moral con respecto a la vestimenta de las mujeres ha llevado a un mayor deterioro de la situación ya precaria de las mujeres. En Irak, la política reaccionaria del gobierno ha reducido oficialmente la edad para contraer matrimonio de las mujeres a nueve años, aunque lo hace con el pretexto de la madurez sexual. La política israelí ha convertido la identidad de las mujeres con la figura del “soldado moderno” en el genocidio palestino en un instrumento de presión. En Turquía, al menos 40 mujeres son asesinadas cada mes. Además, el fascismo que impera allí ha convertido el acoso y la violación en una “norma social”. Esto ha llevado a una carrera para legitimar esta actitud reaccionaria en toda la región.

En todas las sociedades semicoloniales y semifeudales dependientes del imperialismo, este tipo de comportamiento reaccionario se manifiesta en diferentes formas externas. Sobre una base social reaccionaria, bajo la supervisión de los imperialistas, se perpetran ataques despiadados contra mujeres y niños. La violencia contra las mujeres se manifiesta no sólo en forma física, sino también en el ejercicio de presión mediante los roles de género, la concepción inventada e impuesta del “honor” y mediante la presión económica y psicológica. Esta evolución se debe a las bases ideológicas de la clase dominante y sus instituciones.

La violencia contra las mujeres se practica también en su forma más intensa en los centros imperialistas. Las clases explotadoras pasan la factura de la crisis económica, que no pueden resolver, a todas las clases oprimidas, especialmente a la clase obrera, y mantienen su poder con políticas que producen explotación, opresión y violencia desenfrenadas. Las mueres que trabajan se enfrenta a una doble explotación y un trato desigual. Trabajan en empleos precarios, no tienen una cobertura de seguro adecuada, no están sindicadas y no tienen derechos sociales. Además, reciben salarios bajos por su trabajo, lo que las convierte en una fuente de mano de obra barata para el sistema. En tiempos de crisis, las mujeres suelen ser las primeras en ser despedidas. Las mujeres soportan la peor parte del desempleo y la pobreza. En algunos casos, esta factura la paga la propia obrera, en otros casos la esposa cuyo marido ha sido desalojado. En última instancia, es ella quien sufre la miseria de manera más aguda. Además, las mujeres están expuestas a la violencia sexual. Las afectadas están expuestas a una variedad de peligros que se manifiestan en diferentes contextos. Entre ellos se encuentran, por ejemplo, los espacios públicos, los lugares de trabajo, las cárceles, los mercados, las escuelas y otros ámbitos de la vida. El negocio de la prostitución revela toda la suciedad del sistema en el que la sexualidad de las mujeres se utiliza como mercancía. De esta manera, el capital abre enormes oportunidades de lucro vendiendo la sexualidad de las mujeres. Además, la sexualidad femenina es utilizada y comercializada de la forma más repugnante por los medios de comunicación.

Un ámbito en el que las mujeres se ven especialmente esclavizadas y explotadas es el doméstico. En particular, las mujeres obreras se ven especialmente afectadas por la esclavitud en su propio hogar, si además tienen que soportar las duras condiciones laborales de por sí, al tener que realizar las tareas domésticas. Para las mujeres que no pueden trabajar, la situación es aun más dramática: el “honor” de una mujer está sujeto al de su marido. Puede ser expulsada de la casa, tiene que someterse a sus órdenes y se ve obligada a irse a la cama cuando él quiere. Además, su trabajo en el hogar no es reconocido por él.

Sin embargo, las mujeres están demostrando que no se resignan a su “destino”, sino que se resisten. Las mujeres que se rebelan contra los roles que les asigna la sociedad, que rompen los muros de sus hogares, que no se someten a la explotación y la violencia, se hacen oír y llenan las calles con sus luchas por sus derechos y libertades. Estas luchas se dirigen contra la violencia, la explotación y la opresión que sufren, y especialmente contra el sistema que las produce.

Las mujeres desempeñan un papel activo en las luchas de liberación nacional y social en todo el mundo, haciendo frente al imperialismo, el feudalismo, el fascismo y todas las formas de reacción. En América Latina, India, Irán, Turquía, Palestina y Rojava, las mujeres son las protagonistas que resisten activamente a la opresión y escriben historias de resistencia.

Nos han mostrado a nosotras, obreras y trabajadores migrantes, que también nosotras debemos ser sujetos de nuestra propia lucha de liberación. La voluntad de las hermanas Mirabel, que se levantaron contra la dictadura fascista de Trujillo hace 64 años, sigue viva hoy en la resistencia de las mujeres palestinas que se atrincheran contra las bombas del Israel sionista, y de las mujeres iraníes que no se someten a su destino y rasgan sus símbolos de opresión, los pañuelos.

La lucha de las mujeres asusta a los gobernantes, pero seguimos luchando con valentía. Los hombres no nos detendrán con sus prohibiciones, su opresión, su sexismo y su crueldad. Ya no podemos tolerar este sistema, dominado por los hombres, que moldea nuestras vidas y la forma en que se produce y reproduce el poder.

Si pensáis que podéis intimidarnos a nosotras, las mujeres, que hemos descubierto el poder de la resistencia, con ejecuciones, prohibiciones, opresión, torturas y prácticas sexistas, os decimos que este error de cálculo volverá en forma de resistencia de las mujeres y de los pueblos. ¡No hemos abandonado nuestra lucha y no la abandonaremos!

El 25 de noviembre, Día Internacional de Solidaridad y Lucha contra la Violencia contra las Mujeres, saldremos a la calle como Colectivo Púrpura-Rojo para proclamar que lucharemos contra la explotación del trabajo de las mujeres, contra la opresión de su voluntad, de su cuerpo y de su identidad, contra el sistema que produce violencia contra las mujeres y contra la interpretación masculina de este sistema. Conscientes de ello, llamamos a las mujeres oprimidas y obreras a luchar hombro con hombro con nosotras y a salir a la calle el 25 de noviembre.

¡ABAJO EL SISTEMA IMPERIALISTA-CAPITALISTA Y SU ENTENDIMIENTO PATRIARCAL QUE HA GENERADO LA VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES!

¡BASTA DE TODA FORMA DE VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES!

¡VIVA LA LUCHA DE LAS MUJERES POR LA LIBERTAD Y LA LIBERACIÓN!

NOVIEMBRE DE 2024

COLECTIVO PÚRPURA-ROJO

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