Editorial de AND: autor intelectual encubierto
A continuación publicamos una traducción no oficial del último Editorial publicado por A Nova Democracia (AND).
Los ejecutores confesos de Marielle Franco y Anderson Gomes, su motorista, fueron condenados, después de más de 6 años de impunidad y sabotaje a las investigaciones por parte de las propias “autoridades”. Ronnie Lessa fue condenado a 78 años y 9 meses, y Élcio de Queiroz, que conducía el vehículo durante la ejecución, fue condenado a 59 años y 8 meses. Todas las acusaciones fueron aceptadas y refrendadas por el jurado. A pesar del espectáculo producido por el monopolio de prensa y extractos de la sentencia, sobre que “la justicia es lenta y tuerta, pero llega”, la verdad es que no dio la cara.
Hay muchas cuestiones y puntos por investigar, que vincularían al señor Jair Bolsonaro y otros golpistas con los ejecutores, y que nadie siquiera menciona. La conexión personal entre Élcio de Queiroz, Ronnie Lessa y la cabeza del bolsonarismo es sólo una de ellas; otra es la conexión íntima entre Bolsonaro y Adriano da Nóbrega, ejecutado en un operativo policial dentro de BA con todas las notas de “quema de expedientes”, cuando él era designado intermediario entre los ejecutores y los responsables. Nada de esto fue aclarado. No hay duda de que la ejecución de Marielle está relacionada con movimientos de extrema derecha; y no hay duda de que intentan encubrir al verdadero autor intelectual, mentor político e intelectual de esta acción, que tiene la respuesta en el bolsonarismo. La pregunta ya no es “quién ordenó matar a Marielle”, sino: ¿por qué las “autoridades” –incluida la falsa izquierda, que guarda silencio y buscan enterrar el caso– encubren a quien lo ordenó?
Por otro lado, la falta de esclarecimiento de quién ordenó el crimen político revela un agotamiento, no sólo histórico, sino ya político, de la vieja democracia en Brasil. Un crimen como aquél del que fue víctima Marielle, en esas circunstancias y con el propósito que tenía, al no terminar con un castigo ejemplar para el mentor político e intelectual, revela realmente que todos los límites se han confundido y que el régimen ya no tiene la legitimidad incluso entre aquellos que son sus partidarios. Marielle fue víctima de la vieja democracia que, incapaz de aplacar el golpe que germina desde sus entrañas, produjo el propio bolsonarismo y amamantó a la extrema derecha con décadas de apaciguamiento y conciliación. Además de ser víctima del bolsonarismo, Marielle fue víctima de sus propias ilusiones sobre la “democracia”. Y cuando un caso así se desarrolla con clara protección del autor intelectual, como absolviéndolo por omisión mientras condena a los ejecutores y se busca un “autor intelectual” para exhibir en la vitrina, termina por mostrar los límites ya prácticos del oportunismo para sus propias bases.
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La llamada “PEC para la Seguridad Pública”, propuesta por el actual gobierno de turno de Luiz Inácio, es el alma viva del estado policial. En primer lugar, transformaría la Policía Federal de Carreteras en la Policía Federal Ostensiva o Policía de Pronto Despliegue, destinada a patrullar carreteras, vías navegables y ferrocarriles, además de proteger los activos, instalaciones y servicios federales y “brindar auxilio de emergencia y temporal a las fuerzas de seguridad de los estados, cuando sea requerido por sus gobernadores”. Eso es, en otras palabras, formalizar lo que Bolsonaro ya implementó y por lo que fue tan criticado, incluso por la falsa izquierda hoy reunida en el actual gobierno. La Policía Federal ya “investigará delitos contra el orden político y social” y “en detrimento de bienes, servicios e intereses de la Unión, incluso en bosques, áreas de preservación o unidades de conservación”. En otras palabras, el gobierno “democrático” está reconstituyendo el Departamento de Orden Político y Social (DOPS), cuyas responsabilidades eran oficialmente las mismas y más. Ahora, este proyecto podría ser creado por el propio Bolsonaro. Es una aberración y un desastre que, si bien no sorprende considerando que el gobierno del PT ya aprobó en el pasado la creación de la Fuerza Nacional y la ley antiterrorista, no deja de ser escandaloso.
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Estamos observando hacia dónde se deja llevar el país por el “pragmatismo” de apoyar al menos peor. En el área económica: peso en el agronegocio, ni siquiera una promesa de “reforma agraria”, desindustrialización y desnacionalización, las empresas estatales esenciales y ya privatizadas permanecen intactas; en el plano internacional, palabrería de izquierdas y halagos a Rusia y China, pero en resumen de esta práctica el saldo es la vergonzosa sumisión a los viejos y acostumbrados dictados del Tío Sam (EE.UU.), como el reciente -y escandaloso- veto a la entrada de Venezuela en los BRICS; en la política nacional: entrega del Presupuesto y de la propia agenda política al coronel Arthur Lira y a la derecha parlamentaria, dándoles todos los aportes para elegir a la inmensa mayoría de alcaldes alineados con la derecha latifundista en todo el país, mientras Lira y sus allegados, a su vez, votarán por la PEC de Amnistía a los “pollos verdes” del 8 de enero, lo que dará un nuevo impulso a las agitaciones bolsonaristas y, tal vez, liberará al propio Bolsonaro, y también formará una alianza contra el PT y la falsa izquierda en 2026; e incluso en el tema de la “seguridad pública”, donde es más fácil ser antibolsonarista, el gobierno cumple el deseo de los propios bolsonaristas, que pretenden restablecer el DOPS bajo la fachada de una “nueva Policía Federal” y dar un paso adelante en el estado policial. No hay duda: la socialdemocracia, oportunista y cínica, es la antesala del fascismo al llevar a las masas y sectores medios a la frustración y el resentimiento con promesas incumplidas y la esperanza en la vieja democracia como solución a sus males y, así, prepara a todo el terreno dando un estrado a la histeria fascista y argumento a su favor, aunque subjetivamente el oportunismo diga ser una barrera al fascismo. Un fracaso rotundo, un fraude al pueblo y a la Nación.
Es preciso que los verdaderos demócratas y progresistas despierten más, y los que todavía están engañados despierten, y todos apuesten por la movilización revolucionaria de las masas de decenas de millones de empobrecidos, en la lucha de clases, especialmente del campesinado; las libertades democráticas y los derechos del pueblo, lejos de verse amenazados por la agudización de la confrontación entre clases antagónicas, sólo pueden asegurarse y garantizarse de esta manera, porque sólo así es posible despertar la conciencia popular sobre su urgencia e importancia. ¡Abandonar las ilusiones y prepararse para la lucha!