Editorial de AND – El bolsonarismo criminal amnistiado
A continuación publicamos una traducción no oficial del último Editorial publicado por A Nova Democracia (AND).
Arthur Lira, presidente de la Cámara de los Diputados y notorio “bolsonarista moderado”, ya está ensayando los primeros pasos para someter a votación la PEC [Nota del traductor: Propuesta de Enmienda a la Constitución] de Amnistía para los golpistas: aprobada y puesta en vigor, vetaría el castigo de las “gallinas verdes” [Nota del traductor: forma brasileña de llamar a los fascistas, en este caso referente a partidarios de Bolsonaro] que actuaron el 8 de enero de 2023 y su jefe, Jair Bolsonaro. La única reticencia que asalta a Lira es que, si se somete a votación sin el consentimiento del PT en la Cámara –que se resiste–, tal vez no pueda elegir a su sucesor como presidente de la Cámara en 2025 (Hugo Motta ); aun así, los bolsonaristas en la Cámara ya están presionando a este último para que se comprometa a abordar el tema en 2025, de lo contrario no tendrá apoyo, lo que, a su vez, también lo amenaza con no ser elegido.
Primero, es preciso que el movimiento democrático y popular esté vigilante y rechace cualquier truco que garantice amnistía a las bandas bolsonaristas y fascistas. Aunque no debemos esperar que se haga justicia a manos de la reacción, tampoco debemos permanecer indiferentes ante los planes que buscan dar prerrogativas a los fascistas para volver a la carga contra las libertades democráticas, cuya vigencia para las masas populares ya está tan limitada. Porque de eso se trata: amnistiadas, las hordas bolsonaristas se sentirán aun más animadas a cometer sus fechorías, redoblarán su ánimo para otras ofensivas criminales contra el pueblo y la nación y, obviamente, se lanzarán aun más rápidamente contra el movimiento revolucionario, cuándo y dónde lo vean. El lema de la democracia revolucionaria es ¡Guerra contra las hordas paramilitares bolsonaristas! y se extiende a sus cómplices, en palabras o en hechos.
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Nótese que las decenas de miles de millones de reales ofrecidos por Luiz Inácio a Lira, en el altar de la gobernabilidad, no fueron suficientes, ni siquiera para ganar una base política confiable en el Congreso para gobernar (el Ejecutivo sigue fuertemente limitado por el “marco fiscal”, que se vio obligado a proponer y aprobar), y ni siquiera para aislar al “centro” del bolsonarismo. Este último amenaza con “regresar” de varias maneras: a través de la amnistía, reencarnando en el propio Bolsonaro en persona y dando nueva vida a las agitaciones golpistas, constitucionalmente perdonadas; o por vía subcontratada, en un candidato “moderado” (Tarcísio de Freitas ya es considerado un candidato virtual, e incluso ha promovido conferencias sobre su pensamiento económico y político fuera de São Paulo, ¡compruébelo!).
Dijimos “regresar”, entre comillas, porque la dura verdad es que nunca desapareció: aunque han reducido su participación explícita en las protestas callejeras en las capitales (como a finales de 2022), las hordas paramilitares bolsonaristas han intensificado su acciones bélicas en el campo, utilizando incluso al CNPJ [Nota del traductor: Registro Nacional de Personas Jurídicas] para encubrir sus organizaciones paramilitares. En Jaqueira (Zona da Mata de PE) continúa la persecución a las masas en lucha, ahora con la detención de un campesino. Por parte del gobierno, ni siquiera hubo mención a la violencia de las bandas paramilitares ni promesa alguna de que expropiaría la zona de Engenho Barro Branco en beneficio de los campesinos. El silencio te dice de qué lado estás, en este caso. Ahora bien, ¿cómo podemos hablar de “regreso” del bolsonarismo, si sus bandas armadas están más activas ahora que antes?
Por tanto, hay dos formas de amnistía al bolsonarismo: la primera es a través de la PEC que se tramita en el Congreso; y en segundo lugar, es a través de la vida cotidiana, cuando al bolsonarismo armado, con sus hordas sedientas de sangre campesina, se le permite actuar con impunidad, por ejemplo, cuando los “progresistas” (como algunos se autodenominan) se encogen de hombros ante la escandalosa guerra, que los bolsonaristas están promoviendo contra los pobres del campo. En resumen, reconciliarse con el bolsonarismo en la lucha de clases es la segunda manera de amnistiarlo, de hecho, y en este crimen participan todos los oportunistas, incluido el gobierno federal.
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El actual gobierno no vive únicamente por la conciliación con el bolsonarismo. Si nos fijamos en el trato dado al movimiento huelguista en las ciudades, no fue suficiente el horrible trato que recibieron los docentes en huelga en las instituciones educativas federales a principios de año, ahora vuelve a suceder lo mismo con los trabajadores federales de la salud, en el Hospital Federal de Bonsucesso.
La Policía Antidisturbios y la Policía Federal -esta última, bajo el mando directo de la Presidencia a través de sus órganos ejecutivos- ejercieron una represión atroz, desalojando las salas administrativas del hospital, ocupadas como medida de protesta para impedir la entrega de la unidad a un grupo empresaria, es decir, su privatización de facto. El resultado no fue otro: la pancarta que portaban los funcionarios, decía Lula, traidor a la salud federal.
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Es necesario, en el momento actual, profundizar la lucha en el movimiento obrero y popular por la radicalización de la lucha de clases a través de la movilización de las masas para atender de inmediato sus demandas más sentidas. La ilusión de la posibilidad de sortear la crisis económica, política, social, institucional y militar mediante la “colaboración de clases” sólo conduce a su empeoramiento y a prolongar el sufrimiento de las masas. Por lo tanto, es más que necesario denunciar sin piedad y desenmascarar al máximo la conciliación de clases de esta izquierda electoral oportunista en su mendicidad a los “poderosos” por “gobernabilidad” y que, para lograr ese objetivo de mantenerse como gobierno de turno – éste, que se convirtió en su único objetivo –, les cobra sólo el permiso para arrojar migajas asistencialistas al pueblo, gestionar la crisis del sistema de opresión y explotación y presidir la represión de sus legítimas luchas por los derechos. Lo que hasta ahora sólo ha resultado, como lo demuestra la historia más reciente del país, en el fortalecimiento de la extrema derecha.