Un comentario sobre los resultados de las elecciones al “Parlamento Europeo” en Alemania
A continuación publicamos una traducción no oficial de un análisis realizado por Dem Volke Dienen.
El resultado de las elecciones al Parlamento Europeo de 2024 para la República Federal de Alemania (por supuesto, se debe tener en cuenta que estas estadísticas son burguesas) es el siguiente:
Partido | Porcentaje | |
---|---|---|
2024 | 2019 | |
CDU | 23,7 % | 22,6% |
AfD | 15,9 % | 11,0 % |
SPD | 13,9 % | 15,8 % |
GRÜNE | 11,9 % | 20,5 % |
CSU | 6,3 % | 6,3 % |
BSW | 6,2 % | – |
FDP | 5,2 % | 5,4 % |
DIE LINKE | 2,7 % | 5,5 % |
FREIE WÄHLER | 2,7 % | 2,2 % |
Volt | 2,6 % | 0,7 % |
Die PARTEI | 1,9 % | 2,4 % |
Tierschutzpartei | 1,4 % | 1,4 % |
Participación | 64,8% | 61,4% |
Los partidos de la Unión, el CDU y CSU, recibieron juntos el 30 por ciento de los votos emitidos y, con ligeros avances de alrededor del uno por ciento, se convirtieron en los partidos más fuertes que participaron. Los tres partidos que actualmente forman la coalición del gobierno federal reciben aproximadamente el mismo número de votos (31 por ciento). Tienen que aceptar pérdidas de alrededor del 10 por ciento en comparación con las elecciones europeas de 2019. Teniendo en cuenta estos dos acontecimientos principales, se puede afirmar que existe un gran descontento con el actual gobierno federal, aunque se mantiene la “estabilidad”.
Ursula von der Leyen, de la CDU y anterior y probablemente futura presidenta de la Comisión Europea, declaró sobre los resultados electorales: “Hoy es un buen día para el Partido Popular Europeo. Ganamos las elecciones europeas. Somos, con diferencia, el partido más fuerte. Somos el ancla de la estabilidad y los votantes han reconocido nuestro liderazgo durante los últimos cinco años”.
Manfred Weber, CSU, que continúa siendo líder del partido y grupo del Partido Popular Europeo, el cuál sigue siendo el grupo más grande en el Parlamento Europeo, dijo en Deutschlandfunk que el PPE liderado por Alemania es el partido de centro y que su rumbo ha sido confirmado, incluso describiéndolo como baluarte contra los “radicales de derecha”. Dijo: “Esta Europa es nuestra Europa, construida por Adenauer… Helmut Kohl introdujo el euro. La Europa de hoy la creamos poco a poco”.
En este sentido, el imperialismo alemán ha logrado mantener una relativa estabilidad para la afirmación de sus intereses a través del Parlamento Europeo.
La participación electoral de casi el 65 por ciento en Alemania está muy por encima de 10 puntos porcentuales por encima del promedio dentro de la Unión Europea y es una de las participaciones electorales más altas que Alemania haya visto jamás en una elección europea. Aunque la proporción de quienes se negaron a votar es la mayor en comparación con la de los partidos parlamentarios individualmente, alrededor del 35 por ciento, este éxito corresponde a los intereses del imperialismo alemán y es el resultado de una movilización muy grande de todas las partes del espectro partidario parlamentario burgués en Alemania.
Se pueden identificar dos estrategias básicas de movilización electoral. El gobierno y sus partidarios tomaron el camino “contra el fascismo”. El AfD y sus homólogos en otros países de la UE fueron identificados como el principal peligro y en consecuencia se delinearon escenarios distópicos.
Por parte de los partidos de oposición relevantes, actualmente sólo dos pueden reclamar esta atribución, ya que todos los demás forman parte de un gran gobierno de unidad burgués debido al federalismo en forma de cooperación entre el Bundestag y el Bundesrat – el AfD y la BSW, se llevó a cabo una campaña electoral de “contra la guerra y contra la crisis”.
Por lo tanto, los partidos que han logrado el mayor éxito en la nueva movilización de votantes son el AfD y la BSW, que han abogado por la “paz” de manera extremadamente hipócrita. El partido que fue retratado principalmente (y no del todo incorrecto) como belicista –los Verdes– sufrió el mayor número de pérdidas.
Si nos fijamos en los votantes jóvenes y aquellos que votan por primera vez (la edad para votar se ha reducido a 16 años en Alemania) se puede ver rápidamente que alrededor de un tercio ha votado por algunos “partidos pequeños”, aquellos que no pertenecen al “sistema”. Otro 16 por ciento votó por el AfD y el 6 por ciento por la BSW. Así que el 50 por ciento de los adolescentes y adultos jóvenes que votaron lo hicieron por partidos que no están involucrados de ninguna manera en ningún gobierno.
La mayoría, los que votaron y que se han declarado en la categoría de “obreros” votaron en gran medida por el AfD. Con un 33 por ciento, el AfD es el partido con más votos de los obreros, por delante de la CDU, que ocupa el segundo lugar. Esto significa que el AfD llega a casi tres veces más obreros que el SPD en estas elecciones.
Sin embargo, estos resultados aún no son el resultado de un cambio real en la cuestión del Partido Obrero burgués, que el imperialismo, especialmente el alemán, necesita sin lugar a dudas. La alianza de Sarah Wagenknecht está en proceso de desafiar el papel del SPD como partido obrero burgués. Sin embargo, algo realmente cambiará en este tema cuando haya una fuerza que pueda desafiar seriamente el control del SPD sobre los sindicatos como base para ser el “partido de los obreros”.
Simultáneamente a las elecciones al “Parlamento Europeo” se celebraron también en la República Federal de Alemania elecciones locales. “Ola azul en el Este” fue el título en la prensa burguesa. Esto es especialmente claro en Sajonia. El AfD ganó todos los distritos allí, incluidos los de las ciudades de Dresde y Leipzig:
Lo mismo se aplica a Brandeburgo, donde el AfD obtuvo alrededor del 26 por ciento de los votos en los consejos de los distritos y municipales de las ciudades independientes. La CDU alcanzó casi el 20 por ciento, el SPD se convirtió en la tercera fuerza más fuerte con casi el 17 por ciento. En comparación con las elecciones locales de 2019, el AfD logró incrementar los votos recibidos en casi 10 puntos porcentuales.
En Mecklemburgo-Pomerania Occidental, el AfD obtuvo casi el 26 por ciento de los votos emitidos, el doble que en las anteriores elecciones locales. Con ligeras pérdidas, la CDU acabó en segundo lugar con alrededor del 24 por ciento.
En Sajonia-Anhalt el AfD obtuvo alrededor del 28 por ciento, la CDU alcanzó casi el 27 por ciento. El AfD logró aumentar su resultado en casi 12 puntos porcentuales en comparación con las elecciones de 2019. El AfD también logró obtener votos masivos en Turingia, pero perdió ante la CDU.
Estos resultados electorales muestran y confirman la tendencia que los demás partidos tendrán que negociar con el AfD a nivel local. Esto legitimará cada vez más al AfD como parte del sistema. La noche de las elecciones, el líder del SPD, Lars Klingbeil, calificó de “nazis” a la líder del AfD, Alice Weidel, y a su partido, y Klingbeil reiteró más tarde esta afirmación: “Cualquiera que se involucre conscientemente allí y diga: ‘Quiero asumir la responsabilidad’, por supuesto es un extremista de derecha, un nazi”. Esta reacción del presidente del partido SPD muestra una vez más lo dura que es la lucha del SPD para mantener a la CDU alejada del AfD. En su declaración original – “También creo que el resultado de las elecciones europeas alertará a mucha gente sobre que una vez vez los nazis se han vuelto más fuertes en estas elecciones ” – este aspecto era aún más prominente.
Un problema central del imperialismo alemán es que en realidad falta un partido obrero burgués fuerte. En el sentido del papel que la socialdemocracia ha jugado en la historia. Los socialdemócratas generalmente mantienen el control de los grandes sindicatos, pero la base del SPD entre los trabajadores está disminuyendo cada vez más. Los alemanes socialdemócratas siempre fueron, después de “la escisión del socialismo”, un partido de empleados, pequeños burócratas, etc., en el sentido de un “partido popular”, pero siempre tuvieron una base obrera. Esta base obrera de la socialdemocracia es cada vez más pequeña. Hoy en día se puede decir que el partido obrero más grande es el AfD, es decir un movimiento fascista. Este problema lleva a una contradicción con la industria alemana, el capital financiero alemán, que necesita extranjeros. Las estimaciones de cuánta inmigración necesita el imperialismo alemán son de al menos 400.000 obreros extranjeros al año. Hoy en día hay un déficit de alrededor de 1.500.000 obreros extranjeros para el imperialismo alemán.
La política de Merkel de “¡Podemos hacerlo!” , por la que se hizo tan famosa, redundaba en beneficio de los imperialistas alemanes para introducir obreros extranjeros en el país, algo que no tenía nada que ver con el humanismo. Las cifras de inmigración dejan muy claro cómo esto se corresponde con las exigencias del capital financiero alemán que se plantean hoy en día:
2014 : + 550.000
2015 : + 1.140.000
2016 : + 499.944
2017 : + 416.080
Por tanto, el AfD va en contra de los intereses de la industria alemana. En su estado actual, el AfD no puede satisfacer los intereses del imperialismo alemán por simples razones económicas. La demagogia, las restricciones, el control, todo lo que se está planteando y toda la represión que con ello se está desarrollando, ese es el papel que cumple la AfD. Pero el AfD no asumirá el poder gubernamental en Alemania en un futuro próximo y, si lo hace, tendría que seguir una política completamente diferente a la que está propagando hoy. En consecuencia, será difícil para el AfD mantener realmente su influencia sobre los obreros, la parte de los obreros que ahora pueden dirigir.
Si el creciente fascismo en Alemania está en contradicción con el capital financiero, ¿cómo podemos explicar el hecho de que los partidos y los medios de comunicación burgueses se estén adaptando cada vez más al fascismo?
La AfD desempeña un papel. Sirve como justificación a la burguesía para dirigir una reaccionarización general del Estado. La diferencia entre la retórica del AfD y la política real de la CDU y el SPD es que la CDU y el SPD se unirán a la agitación contra los extranjeros, pero nunca llevarán a cabo deportaciones a gran escala. Lo que están planeando es oprimir aun más a los obreros extranjeros en el país, dividir a la clase obrera aun más para neutralizar a la clase como fuerza. Al mismo tiempo quieren forzar la explotación colonial directa de los obreros extranjeros, como ocurre hoy, por ejemplo en Bremen con las enfermeras mexicanas, o en Bremerhaven con las profesoras españolas. El mismo desarrollo tiene lugar en muchos otros estados federales.
También continuarán con la política han seguido con los ucranianos, en comparación con los inmigrantes sirios. Su credo es: “Elegimos a los inmigrantes que queremos. No queremos tantos musulmanes, queremos blancos, por eso no queremos importar trabajadores de países musulmanes, sino por encima de todo queremos especialmente de países europeos. Si no hay suficientes blancos, entonces queremos gente amarilla, porque los amarillos son mejores que los negros.» Esa es la lógica racial Herrenmenschen que aplican, por así decirlo. Esta es la tendencia que están impulsando. Quieren dividir a la clase trabajadora, pero no quieren detener la migración como tal, al contrario de lo que promete el AfD.
La función de estos partidos en otros países es también la misma. Vemos el mismo fenómeno en Noruega, donde el nombre del partido es “Partido del Progreso” (Fremskrittspartiet (FRP)) , y en Suecia, con los llamados “Demócratas de Suecia” (Sverigedemokraterna (SD)). Es el mismo desarrollo que ahora está ganando impulso en Finlandia, con el desarrollo de los llamados “verdaderos finlandeses” (Perussuomalaiset (PS o PeruS).1 Etc. etc. En los países nórdicos de Europa, este efecto ha ido mucho más allá, muchas cosas ya han sido asumidas por completo por partidos que son comparables con el AfD.
La CDU es muy “democrática” en comparación, por ejemplo, con el partido conservador de Suecia. En Dinamarca, los socialdemócratas aplican políticas abiertamente racistas, sin que a nadie le parezca extraño. Por lo tanto, es poco probable que el AfD cumpla alguna otra función. A menos que el AfD , si llegara al gobierno o se convirtiera en parte de una coalición – lo que en este momento (o en las próximas elecciones ) no sucederá – adaptaría sus políticas. El AfD es, ante todo, demagogia que intenta canalizar la ira de la clase obrera, la ira de las masas, en una dirección que no sólo es inofensiva, sino también buena dividiendo aun más a la clase obrera. Por lo tanto, no hay contradicción en este sentido en este punto.
La función del AfD no es convertir a Alemania en fascista tomando el poder, disolviendo el parlamento y celebrando conferencias del partido en Nuremberg. Su papel es más bien promover la reaccionarización de toda la sociedad y la división de la clase obrera. Ésa es su función política dentro de este país.
Al Partido de Izquierda, que era un partido socialdemócrata (un poco exagerado, pero básicamente correcto, se podría decir: un grupo de hippies posmodernistas estadounidenses), le importa todo menos la política obrera. En consecuencia, hay que concluir que la idea de que el Partido de Izquierda se convierta en el nuevo gran partido obrero de Alemania no es realista.
Es en esta situación en la que debemos considerar al Partido de Wagenknecht (BSW). El imperialismo alemán lo necesita como apoyo social, como seguridad social contra la creciente lucha en el movimiento de masas de la clase obrera como fuerza que toma este poder de los obreros. Para hacer esto, se necesita un partido obrero burgués fuerte. El programa de Wagenknecht y del BSW, todo lo que expresan, en la cuestión de la “inmigración” es agitación contra los extranjeros y chovinismo imperialismo, simple y llanamente, muy muy similar a los Socialdemócrats, por ejemplo en Dinamarca. El actual Ministro de Estado, que es como se llama al Primer Ministro, socialdemócrata danés emitió una propuesta hace pocos años para criminalizar a todos los extranjeros – y todos los extranjeros criminales en Dinamarca también significa la “segunda y tercera generación de extranjeros”, es decir, personas que nacieron en Dinamarca de padres o abuelos extranjeros, que en otros países serían llamados ciudadanos (pero en Dinamarca se les llama “extranjeros”) – deberían ser enviados a las pequeñas islas donde se construirían prisiones especiales donde estos extranjeros cumplirían su condena. En Alemania lo sabemos, lo llamamos campo de concentración.
El actual Primer Ministro de Dinamarca realizó esta propuesta. Ella es socialdemócrata. Hoy, bajo este gobierno socialdemócrata, existe lo que en Dinamarca se llama la “ley del gueto”. Esto significa que la gente puede ser reubicada a instancias del Estado, de modo que la gente con “origen no occidental” no vivan en una concentración demasiado alta en determinadas zonas. Explícitamente los “no occidentales”. Esto suena a pura doctrina nazi, pero es la política del gobierno socialdemócrata de Dinamarca hoy en día.
Sarah Wagenknecht y su partido quieren asumir en Alemania el mismo papel que los socialdemócratas daneses. Ésa es la situación concreta. El resto del programa económico de Wagenknecht no es más que capitalismo de Estado tradicional y reforma social. Lo que el Partido Wagenknecht intenta hacer es ocupar el papel que la socialdemocracia ya no puede desempeñar: este espacio político. Por lo tanto, se les debe combatir de la siguiente manera: la crítica contra el partido Wagenknecht debe ser que son socialdemócratas, socialdemócratas que siempre han traicionado los intereses de la clase obrera, que no son nada original en ningún sentido.
Las masas en Alemania están en movimiento. Las elecciones sirven al propósito del Estado de guiar este movimiento hacia un marco legal. Sirven para canalizar y neutralizar la ira de la clase obrera, la juventud y las amplias masas hacia ilusiones de democracia burguesa. Las fuerzas fascistas no están en contra, al contrario, se mantuvieron fieles al lema de Mussolini “Todo a través del Estado. Nada contra el Estado”. En consecuencia, hay dos caminos en el desarrollo del movimiento de masas que se oponen cada vez más entre sí:
Uno es el camino de la burguesía, el del Estado, el del imperialismo, que consiste en mantener la ira de las masas dentro de límites legales y parlamentarios para llevarlas a la derrota. Todos los revisionistas y oportunistas que no quieren romper consecuentemente con el legalismo y el parlamentarismo, que no quieren romper con las organizaciones electorales de “izquierda” como “Die Linke” y “BSW”, sirven para desarrollar este camino.
El otro camino es el camino del proletariado, que difunde la ira de las masas, la estimula y eleva y hace todo lo posible para canalizar su justificada rebelión contra el enemigo de clase al servicio de la perspectiva de la revolución socialista. Rompe con toda “respetabilidad” burguesa, con el legalismo y con toda forma de ilusiones en el parlamentarismo. Es la lucha despiadada y amarga contra el revisionismo y el oportunismo de toda laya y contra todos los falsos “dirigentes obreros”. Todo honesto revolucionario en este país debe saber qué camino seguir.
1Ahora llamados solamente “Los Finlandeses”.