Brasil: fracaso de la reforma agraria de da Silva. El campesinado lucha y ocupa la tierra
Imagen de cabecera: el presidente de Brasil, “Lula” da Silva. Fuente: Patricia de Melo Moreira/AFP.
El periódico brasileño A Nova Democracia (AND) explicaba en un artículo del martes 3 de octubre que la llamada “reforma agraria” prometida por el gobierno de Luiz Inácio da Silva sólo había cumplido con un 10% de las asignaciones de tierras para los campesinos que había prometido. Así mismo, el presupuesto asignado para tal redistribución de tierras era incluso menor que lo asignado por Bolsonaro, con 202 millones de reales brasileños (R$) para 2024, en lugar de los ya escasos 250 millones del año 2023.
Durante las elecciones pasadas, da Silva usó la “reforma agraria” como bandera para atraer votos. Fue uno de los ataques que realizó a Bolsonaro, afirmando que la asignación de tierras era uno de los retrocesos de su gobierno. Pero la realidad es que desde Brasil ya se criticaba a los pocos meses de gobierno del PT, que no se estaba haciendo nada por avanzar en la llamada “reforma agraria”. El campesinado no se había dejado engañar por las promesas de da Silva, y ante el bloqueo del gobierno del PT a la redistribución de la tierra, decidió tomar la tierra con sus propias fuerzas. En el mes de febrero, durante el llamado “Carnaval Vermelho”, AND informó que 1.400 familias tomaron latifundios por todo el país.
En el mes de marzo la redistribución de tierras estaba totalmente parada, y se esperaba una ola de movilizaciones campesinas que debían llegar pronto por el conocido como “Abril Vermelho”. En este mismo mes, el Ministro para el Desarrollo Agrario, Paulo Teixeira afirmaba que se quería acelerar la distribución de tierras, pero que todo debía ser dentro de la ley, que las movilizaciones campesinas debían ser pacíficas, y que no se permitiría el conflicto ni las ocupaciones de tierras.
Durante el verano se siguieron dando pasos en defensa del latifundio y de sus intereses por parte del gobierno del PT liderado por da Silva: en el mes de junio, el presidente de Brasil afirmaba que “no es incompatible el pequeño y medio productor con el grande” y que “se va a fortalecer el agronegocio y hacer la reforma agraria”. Mientras la asignación de tierras y asentamiento de familias campesinas quedaba desprovisto de fuerza y de presupuesto, como ya denunció AND, ese dinero se redirigía al latifundio. Se preparó un gran plan de financiación para el latifundio, el “Plan Cosecha (en portugués, Plano Safra)”, para el periodo 2023-2024, dedicando a este plan 364.220 mil millones (R$), destinando el 16% a medios y grandes propietarios, y el resto a latifundistas. Ya escribimos sobre ello anteriormente. En agosto AND informaba de que se asignaron otros 227’5 millones (R$) al latifundio.
El artículo que hemos citado anteriormente de AND también explicaba que según cálculos del MST, había 100.000 familias campesinas organizadas por todo Brasil, y que durante el todo este año miles de familias han luchado contra el Estado brasileño y el latifundio, ocupando tierras, manteniénolas y produciendo. Miles de campesinos llevan a cabo esta lucha liderados por la Liga dos Camponeses Pobres (LCP), y se pueden leer numerosos casos de lucha a través de AND.
Ante esta movilización campesina la respuesta del gobierno del PT y de Luiz Inácio no ha sido otra que la militarización en el campo. Como denuncia AND, el actual gobierno ha incrementado el uso de las tropas de la Fuerza Nacional de Seguridad Pública (Força Nacional de Segurança Pública – FNSP), una fuerza policial especial y militarizada, respecto al anterior gobierno de Bolsonaro. Hasta junio de 2023, se han enviado o han prorrogado su estancia en hasta 10 Territorios Indígenas, lo que equivale a un 66% de las operaciones en las que se ha usado esta policía. Bolsonaro las usó en un 45% de ocasiones para estos propósitos. Esta FNSP ha participado en varias ejecuciones de campesinos, actuando por tanto como pistoleros del latifundio.
El campesinado no ha permanecido en silencio ante esta respuesta del actual gobierno al servicio del latifundio. Las movilizaciones campesinas continúan, por ejemplo, el 28 de septiembre 300 campesinos indígenas Kaingang, cansados de esperar retomaron las tierras del latifundio local, la “Fazenda de Tamarana”. En el mes de septiembre, la LCP realizaba un comunicado que mostraba claramente la actitud del campesinado ante la falsa “reforma agraria” de Luiz Inácio da Silva y ante los ataques de su gobierno y del latifundio: “Hacemos un llamado a los líderes campesinos que no se arrodillaron, y son miles en todo Brasil, a los líderes de ocupaciones, a los pueblos indígenas, a las organizaciones quilombolas, a las poblaciones afectadas por las presas, la minería y el cultivo de eucalipto, a las masas proletarias y al resto de los trabajadores de la ciudad, que luchan cada vez más en defensa de sus derechos pisoteados, para cerrar filas con nuestro campesinado valiente, con el camino de la Revolución Agraria. El latifundio histérico, dueño de todo, grita. El gruñido del cerdo es señal de su muerte. ¡Muerte al latifundio!”