
Filipinas: Opresión semifeudal de campesinos de vegetales en Bukidnon y Lanao del Sur
A continuación compartimos una traducción no oficial de un artículo del periódico revolucionario Ang Bayan.
Los campesinos medios y pobres en los pueblos fronterizos de Bukidnon y Lanao del Sur usualmente tienen una hectárea o aún menos. Usualmente siembran vegetales como calabaza, ají, col, papas, zanahorias, tomates, fréjoles baguio, pimiento morrón, berenjena, y brócoli, tanto como camote y maíz. Ellos soportan varios capas de opresión semifeudal, debido a la falta de tierra, usura, costos grandes de producción hasta precios bajos de la explotación agrícola para sus productos.
Explotación en la producción
Por el capital insuficiente, los campesinos normalmente se endeudan para la producción. Ellos acepten préstamos con “financiadores” locales o usureros que les imponen acuerdos y tasas de interés explotadoras. En el caso de granjas de vegetales, los intereses de los préstamos frecuentemente toman forma de apropiación de una parte del ingreso o cosecha total. Para los campesinos sin tierra, el sistema del “mantenedor” prevalece. Bajo este sistema el terrateniente (también actuando como financiador) presta dinero al campesino para cultivar la tierra, la cual él les permite trabajar. El préstamo cubre la preparación de la tierra, semillas, fertilizantes, pesticidas, herbicidas, y salario para los trabajadores. De esta manera el granjero carga él mismo el costo de producción y trabajo. Algunos financiadores cargan los campesinos adicionalmente, engañándoles con los precios para los insumos. En un caso, un financiador puso el precio del herbicida Roundup a 1700₱ por galón aunque normalmente cueste 1100₱ [Nota del traductor: pesos filipinos]. Los campesinos de vegetales sufren frecuentemente pérdidas, si el precio de sus productos en el puesto comercial cae o si las calamidades les golpean. Esta situación les atrapa en un círculo de préstamos viciosos de financieros para etapas de plantaciones sucesivas hasta que se hunden más en las deudas.
Explotación en la venta
Los campesinos transportan sus productos vegetales a la ciudad de Cagayan de Oro, lejos de sus granjas. Ellos los transportan a los puestos comerciales para vegetales en Barangay Bula, donde los productos usualmente se acumulan en puestos logísticos de los distribuidores-financiadores o distribuidores. Los campesinos deben pagar 20₱ por un saco (dos quintales por saco) para descargar sus productos al puesto comercial. Ellos también pagan a los distribuidores 2,5 y 3₱ por kilo (250-300₱ por saco) de renta de puesto comercial, o en algunos casos 10% del valor de la venta de los productos vegetales. En el puesto de distribución, el precio de los productos vegetales se fija en el volumen del abastecimiento y en las fluctuaciones del mercado. Los distribuidores también fijan el precio a la calidad del producto. También determinan el precio de venta a los vendedores. Si el vendedor falla al vender los productos, esos se devuelven a los campesinos. Por ejemplo, el distribuidor vende 100 quintales de pimiento morrón, el cual él compró del campesino por el precio de 50₱ por kilo, a un vendedor a 70₱. Si el vendedor vende 100 quintales de pimiento morrón, él gana 15.000₱ de la renta del puesto comercial y 100.000₱ de la venta al vendedor. El distribuidor gana una cantidad total de 115.000₱ después de la deducción de salarios para los trabajadores y otros costos. En el otro lado el campesino gana solamente 250.000 de 100 quintales. Después de la deducción de los costos de producción de 205.132,40₱, le queda solamente 44.867,60₱. Sumando a eso, contrabando y cárteles que controlan y manipulan el surtimiento, impactan a los precios significativamente. El precio de los productos vegetales locales caen aún más cuando el gobierno permite la importación de vegetales. Como productores de comestibles, los campesinos demandan seguridad de tenencia de la tierra que trabajan, precios justos para sus productos, y la eliminación de las varias maneras de devaluación de sus productos. También claman por cuotas justas de préstamos, salarios más elevados para los trabajadores de las granjas, y rentas por el puesto comercial más bajas o comisiones de distribuidores.