Sobre la caída del gobierno holandés

A continuación compartimos una traducción no oficial de un comunicado publicado por el Comité Comunista de los Países Bajos.

La reciente caída del gobierno holandés es otro claro ejemplo de las contradicciones agudas dentro de la democracia burguesa imperialista. Los medios de comunicación, siempre leales servidores del capital, lo presentan como un problema puramente político: una crisis sobre la política migratoria, una ruptura de coalición o personalidades en conflicto. Pero desde una perspectiva revolucionaria, lo reconocemos por lo que realmente es: un síntoma del imperialismo en descomposición y los restos moribundos del sistema parlamentario.

La democracia burguesa en crisis

Como todos los regímenes parlamentarios en Occidente, los Países Bajos no son gobernados por el pueblo, sino por una pequeña camarilla de políticos burgueses que sirven a los intereses del capital monopolista. Esta clase dominante se oculta detrás de la «política de coalición» y los «valores liberales» mientras impone austeridad, militarismo y políticas migratorias xenófobas en casa, y dominación neocolonial en el extranjero.

El reciente colapso del gobierno—causado por desacuerdos sobre restricciones de asilo y problemas presupuestarios—no es una excepción. Refleja las crecientes contradicciones dentro de la clase burguesa: entre liberales que intentan gestionar la crisis y fuerzas reaccionarias que buscan profundizarla a través del nacionalismo y la represión. Ninguna de estas facciones representa los intereses del proletariado o de los oprimidos.

La ilusión de GL–PvdA y Palestina

En medio del colapso, muchos en la llamada «izquierda» se vuelven hacia GroenLinks–PvdA; una alianza burguesa que se disfraza de fuerza progresista. Pero esta alianza no es más que una válvula de seguridad para el imperialismo. Su papel es absorber el descontento de la clase obrera y desviar hacia el camino sin salida de las reformas parlamentarias.

En ningún lugar es más clara su traición que en su postura sobre Palestina. Mientras la guerra genocida contra Gaza continúa—financiada y armada por la UE y el complejo militar-industrial holandés—GL–PvdA ofrece palabras vacías y gestos simbólicos. Condenan los «excesos» israelíes mientras continúan apoyando las estructuras imperialistas que permiten la ocupación, el apartheid y la limpieza étnica.

No hay terreno neutral ante el genocidio. El gobierno holandés—pasado y presente—es cómplice de los crímenes contra el pueblo palestino. Y GL–PvdA, leal a la OTAN y al imperialismo, es un cómplice de esta maquinaria de opresión, y no alguien que la desafía.

Crisis de legitimidad y dominio de clase

La clase obrera holandesa y la población migrante enfrentan condiciones cada vez peores: salarios estancados, vivienda inasequible, creciente precariedad y un aparato represivo en aumento. La caída del gobierno no es una crisis para el pueblo, es una crisis de legitimidad para la clase burguesa.

La clase dominante ya no puede gobernar como antes. Sus instituciones están rotas y su capacidad para gobernar a través del consenso se está desmoronando. La derecha fascista está ganando terreno. No porque ofrezca soluciones, sino porque el sistema mismo se está colapsando bajo el peso de sus contradicciones.

El Presidente Mao nos enseñó que “todos los reaccionarios son tigres de papel”. La clase dominante holandesa, con todas sus tradiciones reales y máscaras tecnocráticas, no es una excepción. Sus instituciones se están desmoronando. Sus promesas de democracia son huecas. Sus alianzas se están desintegrando.

El papel de los revolucionarios

No albergar ilusiones: una nueva elección o una nueva coalición no resolverán esta crisis. El proletariado no tiene nada que ganar al reemplazar a un grupo de gerentes burgueses por otro.

En cambio, los revolucionarios en los Países Bajos deben aprovechar esta oportunidad para agitar, educar y organizar. Se debe mostrar al pueblo los límites del legalismo, la mentira del reformismo parlamentario y la necesidad de construir un movimiento revolucionario arraigado en las masas.

Debemos librar una lucha ideológica contra la falsa esperanza que difunden los revisionistas y las ONG. Debemos sentar las bases para el establecimiento de un verdadero Partido proletario, guiado por el marxismo-leninismo-maoísmo, principalmente el maoísmo. También debemos vincular las luchas diarias de los oprimidos con la tarea estratégica más amplia: el derrocamiento del gobierno imperialista holandés y la construcción de un verdadero gobierno del pueblo.

Lo Viejo Está Moribundo

A lo largo del mundo, el orden imperialista se está colapsando. Desde Gaza hasta las calles de Rotterdam, desde Manila hasta París, la gente se está levantando. Rechazan las mentiras del viejo mundo y exigen liberación.

La caída del gobierno holandés no es un retroceso, es una señal. Una señal de que las viejas formas están agotadas. Una señal de que los revolucionarios deben avanzar. La oportunidad de construir un nuevo futuro, sin imperialismo, sin opresión, sin compromisos, se encuentra ante nosotros.

¡NO CAER EN LAS MENTIRAS, DESENMASCARARLAS!
¡BOICOTEAR LAS ELECCIONES!

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