
AND: Editorial – La Elección de Trump
Publicamos una traducción no oficial del último Editorial de A Nova Demcoracia.
La elección de Donald Trump, casi cuatro años después de la invasión del Capitolio el 6 de enero, es sintomática del grado de descomposición de la “democracia americana” –que, siendo Estados Unidos la superpotencia hegemónica única, refleja y condensa la crisis general de descomposición de todo el viejo orden imperialista, en particular de su tan cacareada “democracia universal”. Cuando los sectores más poderosos del imperialismo yanqui permiten que un bocazas, que los ha insultado a todos, como Trump, se presente y gane elecciones, es realmente una señal del agotamiento de la legitimidad del régimen político. Fin lento y continuo de la vieja democracia burguesa, ese cadáver no sepultado, de cuya fiebre terminal emergen figuras como Trump, o Bolsonaro, y muchos otros que pululan en los gobiernos del Viejo Mundo, allanando el camino al fascismo. No hay duda de que habrá que combatirlos sin descanso; Pero, dado eso, ¿qué podemos decir de la afirmación de Luiz Inácio de que Trump fue elegido “por la voz del pueblo” en las urnas? No se necesitan comentarios…
El hecho es que, internamente, Luiz Inácio sabe bien que la elección de Trump duplicará la carga sobre su gobierno; No hay duda de que en los próximos dos años el actual gobierno del imperialismo yanqui hará todo lo posible para que, en 2026, la derecha prevalezca en el Palacio da Alvorada; pero no una derecha cualquiera, sino la extrema derecha bolsonarista. Quizás el propio Bolsonaro. ¿Por qué no? Los efusivos saludos de Luiz Inácio a Trump no serán suficientes para recibir misericordia de su parte.
Por poner sólo un ejemplo, Trump ya ha garantizado que ejercerá la “máxima presión” sobre la cuestión venezolana y que para ello cuenta con el apoyo de Luiz Inácio, lo que, si se produce una cobardía tan miserable (su veto a la entrada de Venezuela en los BRICS es un presagio), tiende a disminuir aún más la popularidad del líder brasileño, que se había desenmascarado completamente en su ya desmoralizada verborrea antiimperialista. Si no lo hace, la aplicación de la política dictada por el FMI que sigue el oportunismo, con una forma u otra, y que ya es una crisis permanente, con la presión y el boicot del gobierno Trump producirá un salto en la crisis. Es decir, esta situación será el terreno con muchas ventajas para que la oposición gane las elecciones de 2026.
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Por el contrario, el líder de la extrema derecha brasileña, Jair Bolsonaro, salió ganando. En una entrevista con el órgano monopólico de prensa Folha de São Paulo, Bolsonaro calificó la elección de Trump como “un paso muy importante”, dijo que espera un “enorme banco (del bolsonarismo) en el Senado” en 2026 y que “la amnistía (en sí misma) )tiene un plazo determinado para tomar determinadas decisiones”. Concluyó todo con la promesa de “(Michel) Temer (MDB) como vicepresidente”. Incluso antes de la victoria de Trump, Bolsonaro ya hacía planes en Brasil para 2026, con la unión táctica con la derecha tradicional (en gran parte agrupada bajo el paraguas del bolsonarismo, y en conflicto con el STF) y el avance de proyectos como el PEC de Amnistía para los golpistas, que, si logra cumplir con el objetivo de Bolsonaro de desmoralizar políticamente el proceso, podría hacer que sea elegible, sobre todo porque en 2026 el TSE estará en manos del ministro del STF designado por Bolsonaro, Kassio Nunes Marques. No hay duda de que el optimismo de Bolsonaro está justificado, y tampoco hay duda de que esta situación se produjo con una gran contribución del propio oportunismo (Luiz Inácio & cía.), acobardado en el apaciguamiento de los generales golpistas y sumiso a la tutela de las Fuerzas Armadas.
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Al otro lado del mundo, el aspirante a Hitler, Benjamín Netanyahu, está empezando a sentirse frustrado. Desde la campaña, había recibido la directiva de Trump: “poner fin a la guerra” antes de fin de año. Por supuesto, esta es la muerte política de Netanyahu, que resistirá; pero Trump y la parte del establishment que le sigue saben, y están convencidos, de la necesidad de concentrarse en el Pacífico, para asfixiar a China, en la disputa por la hegemonía en la región.
Si Netanyahu, que pretende utilizar la guerra para prolongar su tiempo al frente del régimen sionista, en coalición con el sector más extremo del sionismo (el sionismo religioso), puede estar descontento con la preferencia de Trump, el sector del “sionismo tradicional”, liderado por por gran parte de la alta dirección del Ejército Sionista y sectores de la inteligencia del Shin Bet, tenderán a utilizar el nuevo escenario para obligar a Netanyahu a firmar el alto el fuego. La crisis se abrió en Israel en vísperas de los resultados de las elecciones yanquis, tras la ruptura de una orden de silencio sobre una investigación militar sobre la oficina de Netanyahu -que incluyó una redada policial en la oficina del primer ministro sionista y su destitución de Yoav Gallant, el hombre de confianza del ejército, por parte del primer ministro, como respuesta a la ofensiva, son expresiones de la lucha reaccionaria en curso en el territorio ocupado.
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En este escenario no les queda otro camino a las masas populares que radicalizar la lucha por sus derechos. En el propio nivel nacional, la tendencia a acreditar una mejora de la situación en el plano institucional, electoral y parlamentario, a través del “reformismo”, tan tímida como falsa, se acaba con los días. Lo que han sido los dos primeros años de gobierno de coalición del PT con la derecha tradicional que lo rodea y controla, ya muy malos, no son nada comparados con los dos próximos, que vendrán. Para sobrevivir en el gobierno –que es el único objetivo de Luiz Inácio– será necesario avanzar mucho más hacia la derecha. Será muy difícil para Luiz Inácio hacer caer a las masas en este juego, que sirve para mantenerlas subordinadas a la disputa reaccionaria. Por el contrario, podemos prever una protesta popular creciente y más violenta, porque, en tiempos oscuros y de crisis como estos, no sólo es verdad que quien más lucha pierda menos, además, las sucesivas derrotas que este Congreso ultrareaccionario impondrá al pueblo, así como la inevitable amenaza fascista, empujarán a las masas que luchan por sus intereses inmediatos a las trincheras que defienden las libertades democráticas.