Brasil – MFP: Bajo Luiz Inácio, la situación de las mujeres no ha cambiado nada

A continuación publicamos una traducción no oficial de un artículo del buletín del Movimiento Femenino Popular de Brasil.

Durante el último periodo electoral la situación de las mujeres fue uno de los puntos más debatidos, pero a pesar de todas las promesas durante este periodo, la vida de las mujeres del pueblo no ha sufrido ninguna alteración, ni de forma ni de fondo, especialmente la de sus partes más pobres, como la de las habitantes de las favelas en las ciudades y de las campesinas sin tierra o con pocas tierras en el interior.

En este periodo, el gobierno oportunista, de Luiz Inácio y Alckmin, puso en práctica su agenda de “gobernabilidad” (léase: alianza con la misma coalición reaccionaria que está en el gobierno, cualquiera que sea el gobierno, de Sarney a Bolsonaro) y apaciguamiento con los generales golpistas y la extrema derecha, a costa de los intereses populares. Mismas medidas tímidas, consideradas en las elecciones, como los impuestos a las grandes fortuna o el reconocimiento de los derechos obreros para los obreros de cuidados, no fueron implementadas. Para los pobres, al contrario, la única política ha sido el incremento de la violencia en el campo y en la ciudad.

Otro hecho claro de crisis e incremento de violencia política, tal como se evidenció en los recientes asesinatos de la dirigente quilombola Mãe Bernadete y de Pajé Nega en pataxó, ambos en el estado de Bahía, cuyo gobierno del petista Jerônimo Rodrigues nada ha hecho para reducir las embestidas del latifundio de extrema derecha contra las tierras públicas y territorios indígenas. Aun más, envalentonados por la reciente aprobación del criminal marco temporal, asociaciones de latifundistas, acaparadores y ladrones de tierra como el grupo “Invasión cero”, han armado y entrenado verdaderos ejércitos de pistoleros para promover reintegraciones de posesiones ilegales, asesinatos de dirigentes e intentar controlar la lucha por la tierra. La mayoría de esos señores componen la base social del bolsonarismo y la extrema derecha, y defiende abiertamente el retorno de su líder al gobierno y el desenlace del golpe militar fascista. En cuanto a esto, Luiz Inácio y su ministro entregan el presupuesto a sus “aliados” Artur Lira y otros bandidos de cuello blanco en el Congreso, como si tal política de apaciguamiento pudiera contener la rabia golpista que emana principalmente de las Fuerzas Armadas y de los terratenientes.

Los recurrentes episodios de masacres policiales – como lo derivados de la “Operación Verano” en Santos, que ya resultó en 54 muertes, además del sitio permanente de las favelas cariocas [Nota del traductor: de Rio de Janeiro], desnudan una verdadera guerra civil reaccionaria de las clases dominantes de grandes burgueses y terratenientes al servicio del imperialismo, principalmente yanqui, contra el pueblo. Como hemos visto, para armar a los policías y equipar a la represión a todos los niveles, no hay contingencia de gastos ni techo fiscal. Para salud y educación, los recortes económicos y desvalorización de los profesionales y la degradación estructural son una rutina, como se revela en la incapacidad del Estado en prevenir y ofrecer asistencia a los obreros durante la actual epidemia de dengue. ¡En definitiva, para los ricos, todo, para el pueblo, nada!

Las promesas de políticas públicas para las mujeres, que fueron tan trompeteadas durante la farsa electoral, ya fueron olvidadas. Porque fueron hechas por puro maquillaje, como en el caso de la distribución de absorbentes menstruales en el “programa farmacia popular” para lo cuál se demanda una burocracia sin fin para comprobar la pobreza, una exposición y humillación que inhibe a buscarlo por parte de muchas mujeres. Asuntos como la valorización del salario mínimo y la propia ley de equiparación salarial entre hombres y mujeres de la misma profesión se volvieron letra muerta. La mayoría de mujeres siguen sin empleo formal y sobreviven como pueden para poder sustentar a sus hijos. Entre las obreras, las mujeres negras lideran los peores índices de desempleo, remuneración y ocupación en empleo desprotegido, sin contrato firmado y sin derechos.

La crisis económica, y el desempleo y la inflación pesan aun más sobre las mujeres. Según demostró la Investigación Nacional por Muestra de Domicilios Continua, llevada a cargo por el IBGE [Nota del traductor: Instituto Brasileño de Geografía y Estadística] en el cuarto trimestre de 2023, la desigualdad entre hombres y mujeres en el mercado de trabajo aumentó. Del 20% del trimestre anterior, aumentó al 25% la diferencia de renta entre hombres y mujeres. Ellas ganan de media un 25% menos. Las mujeres obreras, especialmente las obreras negras, son las más penalizadas por el hambre y el desempleo – el desempleo femenino es un 55% mayor que el masculino, y el 47% de las mujeres viven en situación de inseguridad alimentaria.

Esa desprotección económica nos expone otras violencias. De este modo, apenas en los cuatro primeros meses de 2023, fueron registradas 17.500 violaciones sexuales contra niños u adolescentes, y a pesar de esta realidad cruel, el acceso al aborto en la ley vigente (por estupro, que ponga en riesgo la vida de la madre y anencefalia fetal) ha sido cada vez más dificultado en los servicios públicos de salud, obligando a las mujeres a poner en riesgo su vida para realizar el aborto.

¡Impulsar la Revolución de Nueva Democracia y la protesta popular!

La grave crisis económica, política y militar en la cuál está el país, no es un hecho coyuntural ni pasajero: sus raíces están en los cinco siglos de latifundio y dominación, primero colonial, después imperialista. Una economía sometida por el latifundio y por el imperialismo, siempre estancada y sin margen para el desarrollo nacional. Clases dominantes lacayas del imperialismo, socias menores, que se contentan con migajas. Crisis política permanente, situaciones revolucionarias frecuentes y recurrentes intervenciones militares.

Además del insoportable yugo que pesa sobre nosotros, el pueblo, las mujeres cargan aún una cuarta montaña de explotación: la opresión femenina. Esta, se expresa en el trabajo doméstico impagado; en la forma inferiorizada y preconcebida en cómo las mujeres son vistas por la ideología machista; en los salarios más bajos y condiciones más degradantes de trabajo que inciden sobre nosotras, además de varias otras consecuencias espirituales, como la autosubestimación, que nos amarra a situaciones infelices y nos adolece.

En este 8 de marzo, nosotras, el Movimiento Femenino Popular, hacemos un llamado a las mujeres obreras del campo y de la ciudad a impulsar la Revolución Agraria y la Protesta Popular, engrosando las filas de la Revolución de Nueva Democracia en nuestro país. Debemos, parte por parte en cada rincón de este país, arrancar lo que es nuestro por derecho – tierra, pan, empleo, hasta que tengamos el gobierno de todo, esto es, el poder. Que esta fecha memorable, que se inscribe en la lista de las fechas del proletariado internacional, marque una vez más con sello de clase la necesidad de ligar todas estas luchas de resistencia con la lucha por un Brasil y un Mundo Nuevos, en el que ondee soberana la bandera roja.

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