
Editorial de AND – Parte II: El cese del fuego es el inicio del último capítulo de la liberación de Palestina
Compartimos una traducción no oficial de la segunda parte del último editorial por parte de A Nova Democracia (AND). Hemos compartido una traducción no oficial de la primera parte recientemente.
La reciente “luna de miel” de Luiz Inácio (PT) y el cabecilla yanqui Donald Trump expuso nuevos casos de corrupción del gobierno, después de los halagos recibidos en los palacetes de Nueva York, en un encuentro descrito por los monopolios de prensa como “sorprendente” y “fruto del trabajo del lobby de empresarios brasileños” (léase clases dominantes brasileñas al servicio del imperialismo, principalmente yanqui). Entre los “empresarios brasileños” estaban los conocidos personajes Wesley y Joesley Batista, dueños de J&F Investimentos, holding de JBS, considerada la mayor empresa del “agronegocio” (latifundio agroexportador) brasileño. Y curiosamente, después de menos de dos semanas de haber prestado tal servicio al gobierno de conciliación y colaboración de clases de Luiz Inácio, tuvieron una de sus empresas – JBS Aves – retirada de la “lista sucia del trabajo esclavo” por decisión individual del ministro del Trabajo y Empleo, Luiz Marinho. Este ministro incluso ocultó un caso de abril de esta nefasta forma de servidumbre vigente en el País, cuando diez trabajadores estuvieron sometidos a condiciones degradantes en el trabajo en una granja de pollos de esta empresa en Arvorezinha (RS). ¿No es eso un estímulo a la burla de los derechos de los trabajadores y un tipo de crimen abominable de corrupción, a saber, tráfico de influencia?
Por parte de EE.UU., las conversaciones con Luiz Inácio representan el manejo del poder yanqui aquí establecido para crear una barrera contra la China socialimperialista, que aprovechó el “tarifazo” sobre Brasil para crecer su influencia y expandir la importación de commodities brasileñas (como carne y soja). Por eso mismo, muestra también que la guerra tarifaria de Trump tiene un límite, y es barrida por el establishment yanqui en la medida en que no puede dejar a todos los países-objetivo en el regazo de China. Por eso mismo, Trump fue inducido a conversar con Luiz Inácio, aún más teniendo la garantía de que este atendería a todos sus intereses, pues nunca hubo mejor siervo de EE. UU. En el Brasil contemporáneo, en lo que respecta a la eficiencia, que el líder sindical vendido, a partir de la época de sindicalista naranja (rojo por fuera y amarillo por dentro) formado por agencias yanquis como el Instituto Americano para el Desarrollo del Sindicalismo Libre (Iadesil).
Manteniendo la pose patriótica, el líder sindical vendido pidió el fin de las tarifas y medidas contra autoridades brasileñas, en especial los ministros de la casta judicial, que (¡pobres!) impedidos de viajar a EE.UU., ahora pueden solamente ir a la Disney de Europa. Aún, como gran admirador de la vieja democracia burguesa, reafirmó su admiración por la “democracia americana” (así mismo), siendo esta y la brasileña “las dos mayores democracias de Occidente” (sic), incluso en un estadio de descomposición sin precedentes, y con la aplicación incluso de medidas típicamente fascistas y galopante centralización del poder en el ejecutivo por el ultrarreaccionario Donald Trump, y en Brasil con la cada vez mayor amputación del derecho de expresión, manifestación y reunión buscando criminalizar la lucha popular. Un lacayo es siempre un lacayo.
Ahora acariciando a Trump y justificando su sumisión, los caciques del gobierno y la prensa oficial pregonan que toda la confusión fue fruto de una supuesta “divergencia” entre el presidente ultrarreaccionario yanqui y su secretario de Estado, Marco Rubio, mientras los bolsonaristas, que se quedaron en la cuneta, apuestan que tal “divergencia” podría aún llevar a un escenario mejor, no queriendo admitir que las bravuconadas de Trump fueron ardides y este se desprendió de Bolsonarocuando mejor le convino para forzar una negociación más ventajosa para EE. UU. y hacer que el gobierno brasileño se agachase aún más. Frente a eso, es necesario para los revolucionarios y demócratas desenmascarar la fétida “química” entre Trump y Luiz Inácio como embuste para mayor sumisión del País a los intereses imperiales, que apuntan a rapiñar las riquezas de la Nación y seguir militarizando en los preparativos de la guerra de baja intensidad y contrarrevolucionaria a la vista del avance de la lucha popular revolucionaria en todo Brasil, en especial en el campo.