Bolivia: farsa electoral sin grandes sorpresas

Imagen de cabecera: Rodrigo Paz y Jorge Quiroga, los dos candidatos que se disputarán la presidencia en la segunda vuelta de las elecciones a la presidencia de Bolivia. Fuente: TRT World.

El día domingo 17 de agosto de 2025 se realizaron las elecciones generales en Bolivia para el periodo 2025–2030. El 19 de octubre se celebrará la segunda vuelta de las elecciones en la que los dos candidatos más votados se disputarán la presidencia. La Asociación de Nueva Democracia – Alemania ha realizado un análisis al respecto del resultado de la primera vuelta.

Los dos candidatos más votados han sido Rodrigo Paz, quién obtuvo un 32,06 % de los votos y el que fue presidente entre 2001 y 2002, Jorge Quiroga, un 26,70 %. Entre los diferentes candidatos que no pasarán a la segunda vuelta está el candidato del MAS (Movimiento al Socialismo), Eduardo del Castillo que solamente alcanzó un 3,17% de los votos. Según los datos del Tribunal Supremo Electoral, un 13% de los llamados a votar no han acudido, superando la abstención de las elecciones de 2020, que fue del 11,5%. Los votos blancos y nulos representan el 19 % del total, siendo superior al total de votos nulos de las anteriores elecciones que fueron del 4%.

La Asociación de Nueva Democracia – Alemania señala que “Después de cerca de dos décadas, que el MAS en representación de la facción burocrática de la gran burguesía ha dirigido el viejo Estado boliviano, el descontento de las masas se expresa en el rechazo que han obtenido todas las opciones emparentadas con el MAS.” El MAS acudía a estas elecciones con una fuerte división interna, con diversas facciones, una oficialista presentándose y otras llamando al voto nulo, que sumando todos los votos, sería un total de un 30%. Esto señala el “descontento contra los partidos del gobierno y fuera de él ha crecido, ha crecido el rechazo a las elecciones e instituciones del viejo Estado.” Se veía por tanto una descomposición del MAS, dirigente del gobierno boliviano en los últimos años, que se vio en la disputa entre la facción de Arce y la de Evo Morales. El año pasado publicamos varios artículos analizando esta cuestión:

El contexto de estas elecciones es de “gran descontento de las masas, en un contexto de profunda desesperación de sus habitantes por la crisis económica cíclica, que se sucede cada vez en períodos más cortos desde 2014, en que se acabó el boom de la exportación de combustibles fósiles, lo que encarece también la energía para los hogares y origina la escasez de dólares en una economía dependiente de esta moneda con el consiguiente endeudamiento para subvencionarlos.” Esta situación de la economía boliviana es “expresión del carácter de su economía: semicolonial y semifeudal sobre la cual se desenvuelve un capitalismo burocrático al servicio del imperialismo, principalmente yanqui.

La Asociación de Nueva Democracia – Alemania ha profundizado en el trasfondo económico de estas elecciones. Así, analiza respecto a los Partidos que se presentaron en la primera vuelta, que “todos ellos es que sirven al desarrollo del capitalismo burocrático, esto es, de una economía en servicio de los intereses imperialistas, lo que tirios y troyanos llaman “economía extractivista”. El eje de la diferencia es que los de la facción burocrática se basan en la empresa e inversión del Estado y los de la facción compradora en la empresa e inversión particular. Lo que los de la facción burocrática en el caso boliviano llaman economía del “socialismo del siglo XXI” y economía capitalista; mientras, los de la facción compradora de la gran burguesía denominan “estatismo” o “dirigímo” y , a la que ellos defienden, “economía de mercado”.

Todos los candidatos han usado como bandera electoral la cuestión económica, dada la crisis que azota al país. Pero a pesar de que todos han hablado del problema del extractivismo en la economía boliviana, “los mismos candidatos portan cascos de minero en sus campañas, apelando a un símbolo asociado a grupos históricamente beneficiados por el extractivismo y el neoextractivismo, como el sector minero corporativizado.” No se ha presentado alternativa alguna al modelo extractivista. Así, “Las opciones en la carrera electoral boliviana apuestan por el litio como si fuera la gallina de los huevos de oro, reproduciendo un bucle interminable de extracción y despojo.

Así, con el uso de diferentes fuentes, la Asociación de Nueva Democracia – Alemania muestra como la historia de la economía boliviana, desde la etapa colonial española hasta la actualidad, está marcada por el extractivismo y despojo, en particular con la exportación de recursos mineros: durante siglos el principal recurso exportado fue la plata, posteriormente el estaño y el gas, y finalmente se han consolidado los hidrocarburos y el litio. De forma paralela se da un proceso de concentración de la tierra en manos de los terratenientes, que han aplicado especialmente desde los años 50s un modelo de agronegocio con grandes plantaciones de cultivos industriales como soja, girasol, caña, algodón, etc. Los grandes propietarios de tierra poseen hasta el 86,11% de tierras de uso cultivable según el Instituto Nacional de Estadística (INE, 2015). El pequeño campesinado que representa un 91,42% de los propietarios, sólo posee un total del 13,89% de las tierras bolivianas.

Todo ello es consecuencia de “más de un siglo de desarrollo del capitalismo burocrático en Bolivia, sobre la base de una economía semifeudal y semicolonial”.

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